Más sobre la planta nuclear
Hay quienes rechazan la idea de que Venezuela se dote de una planta nuclear argumentando que nuestro país cuenta con abundantes recursos energéticos. Disponemos de grandes reservas de petróleo y de ríos que pueden producir energía hidroeléctrica en cantidad. Sin embargo, la experiencia que tuvimos este año con la disminución del nivel del Guri como consecuencia de una sequía excepcional es un una advertencia de lo que puede suceder en el futuro. Es cierto que a esa crisis eléctrica contribuyó el mal manejo y la falta de mantenimiento de las centrales, pero ha quedado en evidencia la vulnerabilidad del país. Para colmo quienes pagamos somos los venezolanos porque nos han impuesto una cuota mensual de consumo de 500 kw que no alcanza para nada y se nos castiga con incrementos de 200%, 300% y hasta más en la factura de electricidad cuando excedemos esa cuota.
El tenientecoronelpresidente dice que lo que le compró a Rusia es una plantica de 500 Mgw. Sin embargo, la agencia Reuters revela que el Acuerdo firmado en Moscú establece que la compañía nuclear rusa Rosatom construirá una planta nuclear que tendrá dos reactores de agua presurizada para producir energía y un pequeño reactor para producir isótopos para la medicina y “materiales nucleares que pueden ser usados como pesticidas para la agricultura”. Sergei Kiriyenko, responsable de la agencia nuclear rusa asegura que los dos reactores serán de 1.200 Mgw cada uno.
El inquilino de Miraflores asegura que la planta nuclear será utilizada exclusivamente con fines pacíficos, pero al mismo tiempo, en uno de sus característicos desplantes de soberbia, dice que no acepta la tutela de nadie y que “Venezuela no se someterá a ningún tipo de supervisión exterior”
Esta afirmación es grave porque nuestro país está obligado por el Tratado de No-Proliferación y el Estatuto del Organismo Internacional de Energía Atómica a someterse al sistema de salvaguardias de este organismo el cual contempla una vigilancia permanente y visitas periódicas de inspectores del OIEA para verificar si se cumplen los compromisos de no proliferación.
El presidente Medvedev asegura que las intenciones de su país en esta operación son “claras y abiertas. Del lado del régimen la situación es otra. El solo hecho de que se oculte información, se den datos erróneos o se profieran amenazas en torno a este tema ya causa mala espina.
Según Kiriyenko, la construcción de la planta nuclear, si se inicia de inmediato, puede tomar unos diez años. Seguramente el inquilino de Miraflores ha convencido a los rusos de que seguirá en el poder todo ese tiempo (o más, según sus propias aspiraciones). Se trata de un proyecto de muy largo plazo y motiva justificada preocupación que este gobierno comprometa a las generaciones futuras en una empresa tan costosa que, – no tengo dudas – rebasa la permanencia del actual régimen en el poder.
Para Rusia se trata de un negocio fructuoso y además redondo. Ese país cuenta dispone del 40 % de la capacidad mundial de enriquecimiento de uranio, mucho más de lo que necesita para atender sus propios requerimientos. Vendiendo plantas nucleares – en los últimos años ha vendido por lo menos una docena de reactores nucleares – se asegura la colocación del excedente de uranio enriquecido que es más caro que cualquier otro tipo de combustible.
Para el tenientecoronelpresidente la operación nuclear comercial con Rusia puede ser un subterfugio para ayudar a su hermano del alma, el dictador de Irán, a burlar las sanciones de la comunidad internacional.
Esta es la principal preocupación que genera el empeño del mandón de Miraflores en nuclearizar a Venezuela. Ya ha habido denuncias de presunta complicidad en este ámbito y él no pierde oportunidad para proclamar su plena solidaridad con el régimen iraní y para denunciar los intentos de algunos países “de impedir a la nación persa el desarrollo nuclear”