Mariachis
¿Quién pudiera estar en desacuerdo con la normalización de las relaciones entre Venezuela y Colombia recién acordada por los Presidentes Chávez y Santos? ¿Acaso la guerrilla? ¿Quién en América Latina no puso su granito de arena para recomponer una ruptura que de manera unilateral decretara el presidente Chávez frente a las acusaciones del hoy ex presidente Uribe en el seno de la OEA?
Santos y Chávez han decidido pasar la página como si de un libro sin principio ni fin se tratara. “Comencemos de nuevo, desde cero, bajo el espíritu del perdón infinito del padre común”. Ni siquiera se creen ese cuento, que incluye una serenata mariachi, las parejas de enamorados en vías de reconciliación. Pero también, quién ha de negar que dadas las circunstancias actuales era lo mejor que podía hacerse, pues la disyuntiva estaba, está, entre le honor y el duelo, y esa es una solución ya desusada que pertenece al mundo de los caballeros. Y los políticos que no son necesariamente caballeros prefieren el interés al honor. El diplomático y los políticos que a veces aparentan serlo, “deben aceptar el hecho de que sus antagonistas no vacilarán en falsificar los hechos y no sentirán vergüenza si su falsía queda descubierta”, como lo afirma Harold Nicolson en su clásico libro “La Diplomacia”.
En Santa Marta, donde murió Bolívar, dijo Chávez “llegamos a tierra sagrada” y con un retraso protocolario de dos horas aterrizó regalando rosas rojas en estética de juegos olímpicos y afán donjuanesco. Una vez concluida la reunión, aparecieron ambos presidentes para escuchar el resumen de sus deliberaciones. Si alguien aspiraba ver humo blanco era un iluso, pues la montaña dio a luz un ratón que era lo único que podía hacer. Se decidió que a través de las cancillerías se pondrían a funcionar mecanismos que hicieran el milagro de restablecer la mutua confianza. Se creó una comisión encargada de revisar y pagar las deudas que el gobierno venezolano tiene con empresarios colombianos. Lo demás es más de lo mismo y no me imagino cómo se van a crear unas comisiones si ya existen, que quedan rezagadas de la existencia de las Comisiones de Negociación y de Asuntos Fronterizos, acordadas en la misma histórica Quinta de San Pedro Alejandrino, el día 6 de marzo de 1990, pero, ¡qué ironía!, por los presidentes Carlos Andrés Pérez de Venezuela y Virgilio Barco de Colombia.
Y aquella decisión entre Pérez y Barco de reactivar las relaciones binacionales, en todos sus frentes, se tomaba dos años después de la crisis militar más grave que hayan vivido ambas repúblicas a lo largo de su historia, que ocurrió a causa de la incursión de la corbeta ARC Caldas en aguas históricas y soberanas de Venezuela en agosto de 1987.
En todo caso, como la verdad es una fantasma que se esconde en el patio más oscuro de la casa de los intereses, miramos este intercambio de facturas con optimismo realista, moderado, donde epilepsia y sorpresa nos pueden despertar cualquier día de estos.