Opinión Internacional

Los Protocolos y las fotos del Horror

Los abusos y torturas practicados por soldados de los Estados Unidos a detenidos en Iraq, cuyas primeras denuncias públicas y fotos aparecieron hace apenas un mes en el semanario (%=Link(«http://www.newyorker.com/online/content/?040510onco_covers_gallery»,»The New Yorker»)%) , han generado indignación mundial y colocado a su Gobierno bajo una inmensa presión política, ética y moral. Apenas publicadas las fotos, tomadas probablemente entre octubre y noviembre de 2003, el Gobierno estadounidense habló de responsabilidades individuales que nada tenían que ver con supuestas instrucciones expresas del Alto Mando Militar. El presidente Bush debió disculparse públicamente. Sin embargo, según descripción de varias organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, tales torturas eran sistemáticas y muy extendidas.

La reacción oficial en los Estados Unidos

Evidentemente, las dimensiones del escándalo todavía son impredecibles. El general John Abizahid, jefe del Comando Central de las tropas estadounidenses en la región del Golfo, declaró en las audiencias de la Comisión de Defensa del Senado en Washington, convocada de urgencia para analizar la situación, que desde finales de 2002 el ejército de los Estados Unidos investigaba más de setenta casos de abusos de presos en Iraq y Afganistán. Tanto él como el general Ricardo Sánchez, comandante militar en Iraq, negaron haber aprobado procedimientos de interrogación violentos, violatorios de la Convención de Ginebra. Pero manifestaron también, que habría “cierta confusión” sobre la competencia y participación de la Policía Militar en los mandos inferiores de la prisión de Abu Ghraib, que se encuentra en el vórtice del escándalo.

Los generales de la cúpula militar estadounidense en Iraq aceptaron la responsabilidad por las torturas denunciadas. Simultáneamente anunciaron, que el escándalo podría ser mayor de lo anteriormente supuesto. Entretanto, en Washington se encontró un disquete con nuevas fotos de torturas.

La Secretaría de Defensa ya había comenzado indagaciones sobre la muerte de 30 detenidos. Uno de sus funcionarios dijo en Washington, que según declaraciones de médicos, de esas muertes seis de iraquíes y dos de afganos se habrían producido como consecuencia del uso de violencia antes o durante los interrogatorios; dos de los casos habrían ocurrido en Abu Ghraib. Otro caso mortal se habría debido a muerte natural y en otros 16 casos de tortura ya se habría iniciado las averiguaciones. La Secretaría de Justicia anunció rápidamente la apertura de juicios a siete soldados y un civil en Iraq.

Emergen nuevos documentos

Nuevos detalles de las torturas fueron publicados por el (%=Link(«http://pqasb.pqarchiver.com/washingtonpost/results.html?RQT=511&sid=1&firstIndex=140&PQACnt=1″,»Washington Post»)%): detenidos que fueron duramente golpeados, “cabalgados” como animales, obligados a sacar su comida puesta entre los excusados o excitados sexualmente por mujeres-soldados estadounidenses. Algunos fueron obligados a renegar del Islam, a comer carne de cerdo y consumir bebidas alcohólicas, lo que está prohibido a los musulmanes.

El periódico señaló poseer centenares de fotos y videos que documentan la tortura física y psíquica de los detenidos en Abu Ghraib. Las escenas de las torturas irían, en su carácter sadístico, mucho más allá de lo que se ha mostrado al público hasta ahora, entre ellos métodos de tortura repugnantes, conducidos en presencia de guardias que muestran su complacencia durante las mismas. En una foto, publicada por el diario en su página Internet, se ve a un soldado que balancea un garrote frente a un detenido desnudo, atado por los pies y cubierto su cuerpo con una sustancia marrón, en el pasillo de la cárcel. En el artículo, el (%=Link(«http://www.washingtonpost.com»,»Washington Post»)%) describe escenas tomadas de las fotos, sin haber impreso las fotos. En una de ellas se observa a un soldado que, con gesto de triunfo, mantiene a un detenido en una estufa en medio de un bulto formado por otros detenidos. En otra foto, el mismo soldado se arrodilla sobre la pirámide humana y muestra, sonriendo, sus bíceps. Un detenido amarrado se muestra como forzado a simular tráfico anal con una banana. Se observa presos amarrados unos junto a otros. En un video se ve presos desnudos con capuchas en sus cabezas, antes de ser obligados en la semioscuridad a masturbarse frente a una pared.

El acreditado (%=Link(«http://www.nytimes.com»,»The New York Times»)%) citó en una edición de fin de semana el comentario de Lynnie England, la joven de 21 años miembro de la Policía Militar en Abu Ghraib, ahora detenida en Fort Bragg, cuando fue interrogada oficialmente: “Nos pareció divertido. Por eso hicimos las fotos”. La joven manifestó que las torturas allí eran cosa de rutina. Al preguntársele si alguna vez había pensado que transgredía los límites de lo permitido, respondió secamente que no.

“Es el mayor triunfo de los terroristas, ya que los Estados Unidos se han puesto públicamente al mismo nivel de los Estados bribones”, fue la dura crítica de Heiner Geissler, exministro de Seguridad Social alemán.

Efectos y responsabilidades

Entre tanto, Abu Ghraib continúa funcionando, ahora al mando del general Geoffrey Millar como responsable del sistema de prisiones iraquí, quien viene de comandar la prisión de Guantánamo, otra de las manchas sobre derechos humanos en los Estados Unidos. Luego será demolida. El general Sánchez será trasladado, tal vez sin ascenso a General de cuatro estrellas y reemplazado por el general George W. Casey, sub-jefe del Estado Mayor del Ejército. La generala de brigada Janis Karpinski, comandante de la Policía Militar en Iraq, fue suspendida. Un soldado fue degradado y condenado a un año de prisión. Otros seis esperan juicio, lo que sería insuficiente dada la gravedad y extensión de las torturas, haciendo sospechar que se trataría de buscar chivos expiatorios. A pesar del fuerte espaldarazo del presidente Bush, no terminan las especulaciones sobre una próxima renuncia del Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, por el escándalo de las torturas. La revista berlinesa (%=Link(«http://focus.msn.de/hps/fol/newsausgabe/newsausgabe.htm?id=2765″,»Focus»)%)
informó, que como consecuencia de la reciente visita a Berlín de la Consejera de Seguridad Condoleezza Rice, se le habría ofrecido ese cargo al embajador en Alemania, Daniel Coats. Inmediatamente después de la victoria electoral de Bush, Coats fue considerado como firme candidato a la Secretaría de Defensa, pero el Presidente se decidió por Rumsfeld. Tal vez se espera que todo lo que deba salir a la luz pública emerja durante el mandato de Rumsfeld. Así, el nuevo Secretario podría comenzar su trabajo, aparentemente, sin los efectos del escándalo. En su página Web, (%=Link(«http://www.newyorker.com/archive/previous/?040531frprsp_previous1″,»The New Yorker»)%) denunció también, a través del periodista Seymour M. Hersh, la enorme responsabilidad de Rumsfeld en este escándalo, quien en 2003 habría aprobado la ejecución de un programa secreto del Pentágono para obtener información in situ sobre la creciente resistencia en Iraq, con la asesoría de miembros antiguos y activos del servicio secreto. (%=Link(«http://www.newyorker.com/fact/content/?040524fa_fact»,»Hersh»)%) introduce así su artículo: “Las raíces del escándalo de la prisión de Abu Ghreib no se encuentran en las inclinaciones criminales de algunos reservistas del Ejército, sino en una decisión aprobada el año pasado por el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, para extender una operación altamente secreta a fin de interrogar a prisioneros en Iraq, enfocada hacia la cacería de miembros de Al Qaeda. La decisión de Rumsfeld resintió a los servicios estadounidenses de inteligencia, dañó la efectividad de las unidades élite de combate y lesionó las esperanzas de la nación en la guerra contra el terrorismo”.

Así se quiso, equivocadamente, contrarrestar los efectos inesperados de una guerra, a la cual fue lanzada una nación tecnológicamente competente, pero ignorante e impreparada para lidiar con lo que surgiría después de la previsible e inminente derrota militar de la tiranía de Hussein. La urgencia de interrogar y “ablandar” a los prisioneros para obtener información supuestamente valiosa condujo a emplear a personal no entrenado para ello, incluyendo a civiles.

Como nota irónica, desde hace pocos días se encuentra en los (%=Link(«http://www.spiegel.de/politik/ausland/0,1518,301641,00.html»,»comercios iraqueses»)%)
un CD con el inofensivo título El Ejército Americano, que contiene una colección de las fotos de las torturas en Abu Ghraib. Ha sido un gran éxito comercial. Precio: medio dólar. Efecto: afianzar los prejuicios contra los Estados Unidos y alimentar el terrorismo y el odio hacia esa nación en Iraq.

La contradicción venezolana

Contrastan los resultados de esta situación con la total impunidad observada en Venezuela sobre la flagrante y sistemática violación de los derechos humanos de la población, particularmente después del 27 de febrero de 2004, así como la responsabilidad sobre las muertes ocurridas el 11 de abril de 2002 y en varias manifestaciones públicas opositoras, los muertos y heridos quemados del cuartel Mara, los detenidos por motivos políticos, los ataques a los medios. Al contrario, las nerviosas acciones represivas del régimen crecen frente a la convocatoria del referendo revocatorio del mandato presidencial. Si bien la nación del Norte se encuentra en la ruta adecuada para corregir rápidamente los vergonzosos desvíos de algunos de sus nacionales, uno de cuyos efectos podría ser hasta la no-reelección del presidente Bush, el desgobierno venezolano, con particular cinismo, transita el camino inverso: los desesperados intentos de atornillar al Presidente en Miraflores aún en contra de la mayoría de la población, tortura, abusos, coacción, agresiones, detenciones arbitrarias, coima, fractura institucional, intolerancia, entrega del país a otra nación, violaciones generalizadas de la Constitución, degradación del Poder Moral, persecución a los medios, entre otros, tipifican a su actual sistema político como una democracia degenerada, lo que es equivalente a tiranía. Pero tanta podredumbre no puede perdurar.

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