Las remesas de los inmigrantes en peligro
Se ha desatado una guerra contra el envío de remesas de dinero por parte de los emigrantes a través de sistemas no bancarios.
Desde hace centenares de años funciona el sistema de la hawala entre personas de países musulmanes que les facilitaban el envío de sus ahorros de forma segura, discreta y barata. No hacía falta saber leer ni escribir por parte del remesador ni del destinatario. Era un sistema sustentado en la confianza, en la tradición y en el valor de la palabra. Una persona, desde Barcelona o París, enviaba a sus padres en una aldea de Marruecos o de Pakistán o del Golfo Pérsico mil dólares por los que abonaba un 3% más y el destinatario recibía mil dólares sin mediar papel alguno ni más demora que la del teléfono, hoy por medio de una orden a través de Internet. El dinero no se movía, tan sólo unos asientos contables en la minúscula oficina del hawaladar que, a su vez, atendía otras órdenes en sentido contrario estableciendo una especie de compensaciones y asientos en cuentas que sólo él conocía. No hacían falta libro ni contabilidades.
El sistema ya era conocido y practicado por los chinos, lo llamaban fei qian (dinero volador) y lo asumieron los comerciantes árabes para evitar los robos en la ruta de la seda.
Así se movieron miles de millones de dólares en las últimas décadas con el boom de la emigración. En España, también ha crecido la cifra de divisas que remiten a sus países de origen y que ascendieron a casi 3.000 millones de euros en 2003.
Las remesas suponen ingresos netos e inmediatamente disponibles y han llegado a ser el principal ingreso en divisas de casi 90 países del mundo. El primer remesador del mundo es la Unión Europea, con 33.042 millones de dólares en 2002. El Banco de España señala que las «remesas potenciales» tienen una dimensión que multiplica casi por tres la cifra oficial hasta unos 6.500 millones de euros anuales. Las remesas potenciales sólo en España se calculan en 8.000 millones de euros al año.
Según Naciones Unidas, la hawala mueve más de 200.000 millones de dólares al año. Por eso han despertado la codicia de los bancos y de las cajas de ahorro en una carrera obscena entre ellos para captar al inmigrante potencial remesador al que antes ni siquiera les facilitaban información.
En EEUU los bancos llegaron a demorar el envío de las transferencias y giros durante diez y quince días, aparte de cobrarles unos gastos en torno al 10%, y a veces más. Hasta que los inmigrantes latinoamericanos descubrieron otros sistemas en España y en EEUU gracias a locutorios en donde comenzaron a practicar el sistema de la hawala, sin saber que se denominaba así. Otro prefirieron la Western Union y MoneyGram.
Actualmente, según Naciones Unidas se calcula en más de 200.000 millones de dólares las remesas enviadas el año pasado.
En España, el incremento aún ha sido más veloz. Desde 1990 las remesas que emite España se han multiplicado casi por doce. Por esta vía, España tiene una importancia capital para algunos países en desarrollo. Por ejemplo, las remesas que van desde España a Marruecos ascendieron en 2003 a 300 millones de euros.
Tras los atentados del 11 de Septiembre de 2001 en Nueva York, se redobló el interés por las remesas, con una nueva corriente más interesada por cuestiones de seguridad. Todo ello debido a la sospecha de que estos flujos son una de las vías por las que se financian las redes de terroristas islámicos.
Los países del G-8 se comprometen «a trabajar con el Banco Mundial, FMI y otras instituciones para mejorar los datos sobre remesas y desarrollar estándares para su contabilización»…y dicen que se comprometen «a liderar un esfuerzo internacional para ayudar a reducir el coste de enviar remesas». Pero esto es demagogia para la galería. La verdad es que han descubierto una fuente inmensa de beneficios si logran controlar esas crecientes remesas multimillonarias de pequeños envíos de mil dólares. Se calcula en más de 300 millones de euros el coste de los envíos.
Cierto que han podido utilizar ese sistema algunos delincuentes, como los bancos del mundo entero han estado blanqueando alrededor de un billón de dólares cada año procedente del narcotráfico y de la economía sumergida y criminal. Pero esto no querían controlarlo para conservar el sacrosanto secreto bancario fuente de tantos fraudes, evasiones y crímenes de guante blanco.
Cuando en todos los países desarrollados se conoce el funcionamiento impune de los paraísos fiscales resulta de un cinismo hipócrita pretender demonizar ahora esos envíos por sistemas no bancarios y que les inspiran más confianza y menos costes.
Fuente:
Centro de Colaboraciones Asociadas