Las FARC: o negocia o será derrotada
No es una temeridad predecir que en cuestión de meses las FARC serán obligadas por el gobierno de Álvaro Uribe a negociar un acuerdo de paz que incluya el tan buscado y urgente canje humanitario.
Pero igualmente es presumible que en caso de que el Secretariado Ejecutivo de la organización guerrillera insista en resistir, lo que sucederá con la guerrilla será una desbandada progresiva que, a través de deserciones, entregas y abandono de frentes, concluya con la derrota del ejército irregular que mantuvo durante medio siglo pendiendo la espada de la violencia sobre la democracia, la libertad y la paz colombiana.
De modo que las opciones para Manuel Marulanda y sus hombres no pueden ser más perentorias y estrechas: o negocia en este momento cuando todavía campea sobre territorios ocupados y puede decir que tiene 10.000 irregulares sobre las armas; o lo hace en condiciones de extrema fragilidad, casi agónicas, cuando las FARC ya no puedan mantenerse en pie y lo que le reste, no sea negociar, sino rendirse.
La noticia difundida el pasado lunes de la deserción de la comandante del Frente 47, Nelly Ávila Moreno, alias “Karina”, para acogerse al Plan de Reinserción del gobierno, es la última de las que abundan desde hace meses para documentar el éxito del presidente Álvaro Uribe en su empeño de derrotar a la organización guerrillera, pero igualmente para aclarar por qué se está produciendo la derrota y cuál sería el tiempo que podríamos esperar para que pase a ser una realidad definitiva e inapelable.
Los hombres del Frente 47 que aun resisten por los departamentos de Antioquia y Caldas, llevan meses sujetos a un cerco que los ha reducido a menos de 50 efectivos, con sus bases ocupadas o a punto de ser ocupadas, sin comunicación con el Secretariado Ejecutivo que prácticamente los ha abandonado, sin capacidad ni apresto operativo y, como ha contado Karina, desparramados y ocultos entre la maleza como una única forma de sobrevivir.
Uno de sus comandantes más emblemáticos, Iván Ríos, pereció de manos de sus guardaespaldas a comienzos de marzo pasado, y quienes debían sucederle, Kadafi, Moncholo y el Zorro optaron por desaparecer del área, seguro que temerosos de sufrir igual suerte.
Pero lo peor es que de los tres frentes del Bloque del Sur que comandaba, Raúl Reyes, también podría decirse lo mismo, sometidos a un hostigamiento permanente, sin mandos visibles y los fantasmas de las deserciones, las entregas y el abandono haciendo estragos en sus filas.
Crisis de los bloques y frentes del centro y el sur que corre como pólvora hacia el sureste, el oeste y norte del país, con su penetración hacia el Guaviare, Guianía, Vichada, el Arauca, la Guajira y el Norte de Santander.
Son los territorios donde trasegaron el Negro Acacio, y “Martín Sombra”, y todavía trasegan “El Mono Jojoy”, Iván Márquez y Grannobles, pero sin duda que en la perspectiva de sentarse este mismo año a discutir un acuerdo de paz previo aceptar el Plan de Reinserción a que acaba de acogerse “Karina”.
Una decisión que permitiría a las FARC transformarse en una fuerza partidista de enorme futuro en la política colombiana, inserta en el proceso de recuperación de la economía y consolidación de la democracia que lidera, Álvaro Uribe y contribuyendo a que Colombia supere 50 años de violencia que por momentos pareció desaparecerla del mapa.
Y negándose a oír los cantos de sirenas de “revolucionarios” como Hugo Chávez y Rafael Correa, que promueven el socialismo y la violencia instalados en la comodidad de unos precios del petróleo de hasta 100 dólares el barril, asegurándole a los centros de poder imperialista que siempre tendrán abundante crudo ecuatoriano y venezolano, y dándose la gran vida, mientras juegan hacer la revolución y salvar a la humanidad.
Pero desde luego, sin arriesgar el pellejo, ni disparar un tiro.