Las crisis recurrentes a partir de 2005
1.- La crisis Granda:
La captura, el 13 de diciembre de 2004, en plena zona céntrica de Caracas de Rodrigo Granda, conocido como el canciller de las FARC, llevó al gobierno venezolano a cerrar la frontera y paralizar los proyectos de interconexión que se adelantaban entre los dos países.
Granda no se encontraba de paso por Venezuela, está más que demostrado que poseía documentación venezolana y que incluso estaba inscrito en el Registro Electoral lo que le permitió participar en algún proceso electoral venezolano. Por otra parte, la captura tuvo lugar en territorio venezolano con la complicidad de agentes corruptos venezolanos para ser luego presentada como una detención policial en un hotel de la ciudad de Cúcuta. Estos hechos, en los que ambos gobiernos actuaron culposamente –uno dando cobijo y amparo a un jefe guerrillero y el otro violando la soberanía venezolana – hicieron que la crisis fuese manejada mal, con declaraciones plagadas de mentiras lo que llevo a mutuas acusaciones, y sólo fue solventada por la intervención de un tercero.
Por su naturaleza y consecuencias así como por las acciones que podía provocar, ha sido comparada por algunos analistas con la del Caldas; “ello, porque en vez de reconocer ambos gobiernos los errores cometidos, tratar de esclarecer los hechos y asumir sus responsabilidades, suspendieron los mecanismos de fomento de medidas de confianza existentes entre ambas naciones, y afectaron el comercio bilateral, en aras de la defensa de sus propios proyectos políticos: la política de seguridad democrática y el proyecto político revolucionario bolivariano” (Gerbasi 2008:7). La crisis sólo se resolvió un mes y medio después por la intervención del Presidente Castro a solicitud del Presidente Uribe.
2. La crisis de la facilitación:
A mediados de 2007, el Presidente Alvaro Uribe, en la búsqueda de un acuerdo de canje humanitario con las FARC, a fin de lograr la liberación de cuarenta y siete secuestrados en manos de esa organización terrorista, a cambio de la liberación de un grupo de guerrilleros presos en las cárceles de Colombia, decide nombrar al Presidente Chávez como facilitador para ese proceso. Este nombramiento tuvo consecuencias imprevisibles en las relaciones bilaterales por la personalidad y fines políticos que persigue Chávez. Durante tres meses condujo sus responsabilidades de manera heterodoxa y alejada de la debida confidencialidad; además, demostró en todo momento una clara inclinación por los planteamientos de las FARC. Esto motivó que el Presidente Uribe lo relevara de estas responsabilidades el 21 de noviembre de 2007 lo que provocó inmediatamente una airada e incomprensible reacción de Chávez que puso en peligro las relaciones bilaterales. De inmediato resolvió “congelar” las relaciones y para ello retiró a su Embajador en Bogotá y marginó completamente a los representantes diplomáticos colombianos en Caracas.
3.- Crisis Ecuador – Colombia:
Todo este proceso de varios meses de falsos entendimientos gubernamentales seguidos de duros enfrentamientos y defensa a ultranza de las FARC por parte del régimen chavista, encontró su auge a raíz del ataque por parte de Colombia al campamento que en territorio ecuatoriano protegía al segundo Comandante de las FARC, Alias Raúl Reyes, al que dieron muerte ese 1º de marzo de 2008. Este ataque generó un serio conflicto entre Colombia y Ecuador pues este último país consideraba, y aún lo hace, que su soberanía territorial había sido violada y halló en el Presidente Chávez un aliado incondicional. Por tal motivo, el presidente venezolano asumió un conjunto de duras decisiones en contra de Colombia, comenzando por el envío de diez batallones de la Fuerza Armada Bolivariana a la frontera al tiempo que puso en estado de alerta a la fuerza aérea, expulsó a todos los diplomáticos colombianos acreditados en Venezuela, desmanteló la Embajada en Bogotá y repatrió al personal diplomático que aún permanecía en ese país y finalmente cerró la frontera al comercio bilateral, aunque posteriormente lo abrió de manera selectiva para dar paso a alimentos perecederos y medicinas. Estas decisiones, en particular la de la movilización militar a la frontera nos colocó en una situación prebélica de altísima gravedad.
4.- Crisis de las bases militares:
Las relaciones con Colombia se han deteriorado aún más. La decisión del presidente Álvaro Uribe de negociar un nuevo Acuerdo de Cooperación Militar (Defence Cooperation Agreement – DCA) con los Estados Unidos y permitir la presencia de 800 militares y 600 civiles estadounidenses en siete bases colombianas, para cooperar en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, – Malambo, Apiay, Palanquero, Bahía Málaga, Cartagena, Larandia y Tolemaida – y que sus aviones puedan aterrizar en cualquier lugar de Colombia, provocó fuertes reacciones por parte del Presidente Chávez que el 21 de julio declaraba que ellas representan una amenaza para Venezuela por lo que decidió proceder a una revisión integral de la relación con ese país. Más tarde, en agosto y durante la III Reunión Cumbre de UNASUR en Quito advirtió que en el continente soplaban “vientos de guerra”.
No cabe duda que un factor que influye dramáticamente en las relaciones bilaterales colombo venezolanas lo constituye los Estados Unidos. Por una parte, está la política de confrontación del presidente Chávez con el “imperialismo norteamericano”, y por la otra, las relaciones especiales de los Estados Unidos con Colombia y la existencia del Plan Colombia y Plan Patriota, que son percibidos como una amenaza latente para la revolución bolivariana. El Acuerdo de Cooperación Militar es una extensión, entre otros, del Plan Colombia.
A lo anterior se agregó las acusaciones colombianas de presuntos envíos de armas suecas desde Venezuela hacia la guerrilla de las Farc, ante lo cual el Gobierno venezolano decidió retirar a su embajador en Bogotá y a toda la misión diplomática venezolana.
“He ordenado retirar a nuestro embajador en Bogotá, a nuestro personal diplomático. Vamos a congelar nuestras relaciones con Colombia”, señaló el presidente Chávez el 28 de julio de 2009. Posteriormente y a solicitud de Piedad Córdova y del ex presidente Samper regresó al Embajador a Bogotá pero redujo el número del personal diplomático al mínimo necesario.
A raíz de la firma del «Acuerdo Complementario para la Cooperación y Asistencia Técnica en Defensa y Seguridad», el pasado 30 de octubre, el tono del presidente Chávez frente a Colombia ha subido drásticamente y aunque luego se retractó, lo cierto es que llamó a preparase para una guerra con ese país, lo que ha reiterado de distintas maneras.
Definitivamente, lo que preocupa a Chávez, de conformidad con un comunicado de la cancillería del 17/11/2009 para responder a la propuesta de mediación norteamericana, “es la magnitud del programa que se pondrá en práctica con la instalación de equipos para la guerra electrónica, labores de inteligencia, efectivos militares y personales de empresas contratistas de seguridad.” Ello implicará un seguimiento directo de las operaciones de narcotráfico y presencia de la guerrilla en nuestro país, con sus concomitantes y graves consecuencias.
Para el gobierno venezolano y de conformidad con el comunicado “el fortalecimiento de la presencia militar de los Estados Unidos está orientada a proyectar su poder global para disuadir, bajo la amenaza de intervenciones militares, a países que como la República Bolivariana de Venezuela, mantienen una posición crítica en relación con su política imperialista. En esta estrategia, la base de Palanquero tendrá un rol de importancia estratégica ya que podría servir de escala para misiones fuera del territorio colombiano. Venezuela desea llamar la atención que si bien el texto del «Acuerdo Complementario para la Cooperación y Asistencia Técnica en Defensa y Seguridad» no contempla operaciones en terceros países, tampoco las prohíbe explícitamente.”
Cabe recordar que durante diez años, entre 1999 y 2009, los norteamericanos mantenían una base militar en Manta, Ecuador, totalmente controlada por ellos y la cual era para la lucha antinarcóticos en la región y no para posibles operaciones contra países en la zona. Era un centro de operaciones que permitía a los aviones norteamericanos vigilar el Pacífico, desde Perú hasta América Central. Ahora, con el uso de siete bases colombianas, los Estados Unidos tendrán aviones espías, radares, sistemas de transporte de tropas y material pesado. Además, el acuerdo no limita su aplicación a las operaciones antinarcóticos en el Pacífico, como era el caso de la base de Manta, sino que la extiende también al Caribe, y además contempla la cooperación en la lucha contra el terrorismo, es decir contra la guerrilla, lo cual tendría un impacto en la seguridad interna colombiana y también regional, en particular los países vecinos que serán, sin duda alguna, receptores de los narcotraficantes y guerrilleros que tengan que huir de los efectos de esta política.
Chávez buscó una condena internacional a la alianza militar de Uribe con EE.UU. y en Sudamérica, la presencia militar norteamericana es vista de diferentes maneras. En Lima, Uribe es percibido como un aliado natural, y se le considera como un amigo del Perú. El tema de las bases no molesta al Perú, salvo a algunos sectores favorables a la corriente política de Chávez como el Partido Nacionalista de Ollanta Humala. Además, Alan García tiene motivos sentimentales y políticos para acercarse siempre a Colombia pues hay que recordar que durante varios años estuvo exiliado en ese país y el fundador de su partido, el APRA, Víctor haya de la Torre también.
En Chile, si bien en una primera reacción la presidenta Bachelet estuvo al lado del presidente Lula y expresó su preocupación por la instalación de tales bases y solicitó el asunto fuese discutido en UNASUR, posterior al encuentro que sostuviera con el Presidente Uribe, a mediados de agosto, cambio de posición y el propio canciller Fernández declaró que Chile «respeta la soberanía, el interés nacional y las decisiones políticas de cada país en este continente, y en este caso particularmente de Colombia».
Argentina ha mantenido una postura crítica frente al asunto y se ha colocado al lado de Brasil, como al parecer acostumbra en estos casos pues así actuó durante la crisis Ecuador – Colombia de marzo de 2008.
El Gobierno brasileño es quien ha expresado con más vehemencia su malestar. Las críticas de Lula a las bases en Colombia, son el corolario natural de una tensión subyacente desde hace tiempo entre los intereses geopolíticos de Brasil y Estados Unidos por la región amazónica y los recursos y yacimientos petrolíferos y de gas brasileros en el Atlántico. Para muchos analistas brasileños es incómodo tener estas bases en la boca de la Amazonia. No obstante, Lula terminó reconociendo que la suscripción del acuerdo era un acto soberano de Colombia. Postura similar asumió el gobierno paraguayo.
Los países que han reaccionado más fuertemente contra las bases colombianas han sido los del ALBA, Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, No obstante, este último ha matizado en mucho su posición a raíz del restablecimiento de relaciones diplomáticas con Colombia, la designación de encargados de negocio y próximamente de Embajadores y particularmente, como consecuencia de la reactivación de la Comisión Binacional de Fronteras, COMBIFRON, que les permite intercambiar información de seguridad en particular frente a la guerrilla colombiana. Además, decidieron establecer un «grupo de alto nivel» dentro de la Combifron que estará integrado por los ministros de Defensa y Seguridad de las dos naciones.
No llegaremos a una guerra como tal entre Colombia y Venezuela, pero es factible considerar que el presidente Chávez busque un conflicto localizado a nivel fronterizo. Chávez pudiera estar dosificando la confrontación para determinar, cuando lo considere oportuno, que ésta ocurra. Lo que pareciera no realizar es que los rusos, en este caso los colombianos, también juegan y tienen también pretensiones geopolíticas como es el caso en el Golfo de Venezuela. Por ello preocupa que se ponga en peligro la soberanía nacional, en especial en la zona de Castilletes.
Todo parece indicar que con un conflicto localizado el presidente Chávez pretende lo siguiente:
1.- Poder seguir enfrentado al “imperialismo norteamericano” en la persona del Presidente Obama a través de Colombia;
2.- Mantener abierto y de forma permanente la confrontación con Colombia;
3.- Tratar de controlar los Estados fronterizos ya sea dando mayor poder a los Jefes militares regionales, particularmente en Zulia y Táchira cuyos gobernadores son de oposición, o levantarles un expediente judicial vinculando a estos gobernadores con el paramilitarismo y el espionaje a favor de Colombia, y
4.- Investigar un número importante de líderes de la oposición, bajo la misma premisa que mantienen una relación “entreguista” frente a Colombia; y
5.- Desviar la atención –no creo que lo logre – de los venezolanos de la crisis de electricidad, del agua y de la inseguridad personal así como de la económica, en especial de la creciente inflación.
Todas las encuestas señalan que en un porcentaje superior al 80%, los venezolanos rechazamos una confrontación militar con Colombia así como la forma y manera cómo se viene manejando la relación con ese país, particularmente en lo que se refiere al comercio bilateral.