La voz del patriarca de las letras catalanas
Las características fundamentales del patriarca de las letras catalanas son la claridad, la sencillez y sus admirables cualidades del descriptor del paisaje. Su obra ha sido, según confesó el mismo, un esfuerzo por revivir la memoria de la Cataluña contemporánea, en un intento de dar fe de la época que le tocó vivir. Escribió un gran número de libros de viaje, ensayos políticos y sociológicos, novelas y biografías, dietarios y narraciones, que acusan su visión muy subjetiva y peculiar de las cosas y revelan un espíritu agudo y un temperamento humorístico y poético a la vez.
El periodista y escritor catalán estuvo muy influenciado por la cultura francesa, particularmente por Montaigne, pero los escritores que más le influyeron fueron Baroja y Azorín.
Josep Pla i Casadevall nació el 8 de marzo de 1897 en la localidad gerundense de Palafrugell y murió en el Mas Pla de Llofriu, en el mismo término municipal, el 23 de abril de 1981. Pla mantuvo durante toda su vida sus raíces en su localidad natal, marcado por un localismo profundo que le vinculó siempre a su país que es el Empordá y el mar Mediterráneo. En cierta ocasión el escritor manifestó que formaba parte «de una pequeña tribu», cuyo paisaje y gentes contribuyen a forjar su carácter. Los 84 años de la vida de este gran escritor pueden dividirse en dos partes cuyo punto de inflexión fue el fin de nuestra guerra incivil (1939), que llevo a Pla a autoexiliarse en su tierra empordanesa.
Pla cursó los estudios primarios en el colegio de los hermanos maristas de Palafrugell, pasando después a los maristas de Girona para estudiar el bachillerato. En la Universitat de Barcelona empezó la carrera de Medicina que abandonó para estudiar Derecho. Su vinculación al Ateneu Barcelonés le permitió retomar una afición que le seguirá toda su vida: las tertulias.
Comenzó, a los veinte años, a colaborar en periódicos y revistas. El periódico La Publicidad le envió como corresponsal a París. A partir de entonces Pla recorrió diversos países europeos trabajando como corresponsal. En 1922 La Veu de Catalanya (diario de la Lliga) le envió a cubrir la conferencia internacional de Génova.
En 1921 es elegido diputado provincial en la Diputación de Girona, y de la Mancomunidad de Cataluña en el distrito Bisbal-Torroella, por el partido de Cambó. En 1925 se publicó el primer libro de Josep Pla Coses vistes, que es una recopilación de artículos publicados en Barcelona. Después de trabajar en Madrid elaborando crónicas parlamentarias durante la II República, el día del golpe del general de Franco, le sorprendió en el Mas Pla. Tras pasar unos meses protegido del bando republicano en su mas de Llofriu decidió marchar de España. En octubre de 1936 viajó a Marsella con Adi Enberg, con quien compartió quince años de su vida, y después a Italia. Tanto en Francia como en Italia se dedicó a colaborar con el SIFNE, servicio de espionaje de Franco en el extranjero. No fue hasta 1937 que volvió a la España Nacional para trabajar en el «Diario Vasco» que dirigía Manuel Aznar en San Sebastián. Ambos llegaron a Barcelona a finales de enero de 1939 con las tropas franquistas y recuperaron el diario La Vanguardia, en el que, al mes siguiente, publicó su artículo «Retorno sentimental de un catalán a Gerona», iniciando un período de autoexilio entre pescadores en Begur, l’Escala y Cadaqués, cansado y decepcionado por las luchas y la situación en el país. El escritor catalán comenzó su colaboración semanal en la revista Destino que se prolongaría casi cuarenta años.
Tras de la muerte de su padre, Pla se mudó a vivir definitivamente al mas de Llofriu en 1947. En 1966 inició la edición de sus Obras completas, empezando con un libro inédito de memoria de juventud El quadern gris, apareciendo el último volumen (el que hace el número 45) en 1984. Entre ellas se cuentan Cartas de lejos, Viaje a Cataluña, Historia de la Segunda República española, Guía de la Costa Brava, Rusiñol y su tiempo, Viaje en autobús, El pintor Joaquín Mir, Humor honesto y vago, Los años, Grandes tipos, Lo que hemos comido o Ver Cataluña.
El escritor sufrió a partir de 1972 por la polémica que despertó el hecho de no otorgarle el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes por su pasado franquista. «He sido uno de los escritores -decía Pla- más atacados de este país». Pero su trabajo se vio reconocido en otros círculos, la revista «Serra d’Or» le entregó el premio de la crítica y también recibió la Medalla d’Or de la provincia de Girona, la Medalla d’Or de la Generalitat de manos de Josep Tarradellas en 1979 y el premio Ciutat de Barcelona.
Después de la guerra, Pla mantiene una independencia política en su máximo posible. Encerrado en el Mas Pla -y cafés empordaneses-, se dedica a escribir su entorno, generalmente rural, y sobre la vida que pasa. Fiel a su postulado: «La primera obligación de un escritor es observar, relatar, manifestar la época que le ha tocado vivir».