La vincha y la toga
Este 28 de enero, se cumplió el sesquicentenario del natalicio del insigne pensador cubano (%=Link(» http://www.josemarti.org/»,»José Martí»)%)
, quien después de Bolívar, junto a otras prominentes figuras de América, se ha constituido en el creador y difusor de un ideario caribe-latinoamericano de trascendencia por la originalidad del contenido, que a pesar de los años transcurridos, no hemos logrado asimilar en su totalidad.
En tal oportunidad, quisiéramos referirnos al manifiesto, Nuestra América, publicado en :”El Partido Liberal” de México, el 30 de enero de 1891, el cual se constituye en una pieza esencial en la sustentación del pensamiento vernacular de nuestras tierras, que aún “pena” en el devenir de innúmeros personajes históricos del continente que no han logrado plasmarlo en la realidad. De tal ensayo, hemos tomado sólo una expresión para reflexionar en torno a lo que Martí afirma: ”Eramos charreteras y togas, en países que venían al mundo con la alpargata en los pies y la vincha en la cabeza. El genio hubiera estado en hermanar con caridad del corazón y con el atrevimiento de los fundadores, la vincha y la toga” .
Es indudable, que “las charreteras y las togas” conformaron la herencia que proyecta tempranamente la colonia en la república. Charretera es el poder militar. Siempre la poseyó el primogénito de las familias oligárquicas tradicionales. La charretera, lamentablemente, se ha asomado en innumerables ocasiones para desplazar por la fuerza a la toga en la administración del gobierno civil y democrático. En tanto, el manto de origen romano, estuvo destinado a los segundones, ya fueran letrados o religiosos, quienes desde siempre han dominado los parlamentos, los tribunales de justicia y la alta jerarquía eclesiástica.
Pensamos que José Martí, en este planteamiento, presenta una dicotomía, distante de los positivistas, cuyo antecedente en América se encuentra en la filosofía de Domingo Faustino Sarmiento, quienes postulaban a la “civilización enfrentada a la barbarie” . El héroe de la independencia cubana, señala, en tanto, que tal oposición de contrarios debe centrarse, más bien en: “una Falsa erudición (civilización) y Naturaleza ( barbarie)” : Por supuesto, la primera se identifica con la Toga y la segunda con la Vincha, que era el pañuelo que utilizaba el indio para recoger o adornar el cabello.
Sobre la base de la anterior aseveración, la Toga se vincularía con lo que él cita a través del texto: “El criollo exótico”, el que siempre ha renegado de la tierra nativa y del ancestro mestizo y que trata por todos los medios de asimilarse al europeo inglés o francés, especialmente en el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Posteriormente, será a Norteamérica –mayamero o neoyorquino- A veces a estos individuos, incluso les repulsa llevar consigo un pasaporte que los descubre como procedentes de sus lares nativos de ultramar. Tal indumentaria significaría “la imitación servil” , como diría el maestro Simón Rodríguez, igualmente, a las normas gubernamentales, judiciales y de otra índole transferidas del exterior al continente.
De igual modo, en lo que respecta al aprendizaje del ser americano, éste debe orientarse más hacia lo propio y no centrarse tanto en otras latitudes: Indica Martí, como una orientación que todavía hoy puede considerarse válida y permanente: ”Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías. La universidad de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, que no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra”.
En relación con la Vincha, al igual que el ya citado precursor del pensamiento latinoamericano, Simón Rodríguez, posa la mirada en el indio, en ese contingente inmenso, a pesar de la exterminación de que fue objeto –decimos nosotros- por la colonia y la república, hay que devolverles las tierras arrebatadas. Este es el ser americano más rústico y autóctono, el cual se opone con sus similares al criollo exótico, al proclive a la toga y a las charreteras. Es decir, aquéllos que sufren el desdén de éstos por sus alpargatas y vinchas.
Consideramos que de acuerdo con lo planteado por Martí a fines del siglo XIX, todavía nos mantenemos dentro de esa dicotomía : toga/vincha, sin que las distancias se hayan acortado manifiestamente . Es evidente que esfuerzos se han realizado ,especialmente a través de la educación, por lo menos en los últimos cincuenta años de historia La toga educativa , que ya se usa del preescolar hasta la universidad, ha alcanzado a sectores medios bajos y los ha elevado en la escala económica – social. Pero ¿Cuántas individualidades, cubiertas por la vincha logran arribar a la educación superior?. Indudablemente, son escasas. De ahí, que cada día por las condiciones económicas deficitarias, continúe adornando las espaldas de los grupos más pudientes, que nunca dejarán que se les escape “el vellocino de oro”, mientras los hombres de la vincha , deambulan en gran porcentaje por las arterias de las principales ciudades de la región, mendigando o desarrollando oficios menores, no especializados.
Creemos que más que nunca está vigente el pensamiento martiano, que junto con el de Rodríguez y Bolívar es nuestro. Debemos apropiarnos más de él. Surgió mucho antes que el marxismo y que otras ideologías ajenas a nuestra idiosincrasia y al continente. No le tengamos miedo. Mantengamos la Toga, pero eso sí, con decoro e impolutamente. sin que se contamine con la corrupción, flagelo que nos corroe las entrañas americanas, a través de individuos que roban porque no aman a sus patrias y continente, y no despreciemos a la Vincha. Como dice Martí, tratemos de “hermanarlas” , por cuanto lo ideal sería que unidos marcháramos con las charreteras, las togas y las vinchas para alguna vez constituir un gran continente, pleno de desarrollo y esplendor.