La unidad en el pragmatismo
A raíz de la consolidación del bloque comercial de los países del Asia Pacífico, varios periodistas plantean una pregunta hipotética, quizá enraizada en el paradigma de la época de la llamada “Guerra Fría”, en función al cual el mundo estaba dividido geopolítica y económicamente en dos grandes bloques: el occidental, liberal y capitalista; y el oriental, con la Unión Soviética y China y sus dos modelos diferentes de lo que sus gobernantes llamaban comunismo.
¿Tiene sentido hablar en la actualidad de áreas geográficas con hegemonía política? En mi opinión, la geografía es cada vez menos determinante en el surgimiento de potencias económicas y militares en el mundo. Por eso proliferan bloques comerciales como el de la APEC, que alberga países con regímenes muy distintos.
A diferencia de la Comunidad Europea, que tiene una tradición histórica y un sistema político común, es difícil vislumbrar que el intento de asociación comercial de los países miembros de la APEC conduzca a la conformación de un bloque geopolítico debido a sus abismales diferencias culturales, políticas y religiosas. En este contexto, el Foro de APEC queda limitado a ser una entidad para desarrollar el libre comercio y lograr prosperidad para sus países integrantes.
De hecho, algunos de los países miembros de la APEC aun no han resuelto atávicos conflictos entre ellos, como en el caso de China y China Taipei (Taiwán), a la cual el gigante asiático no le reconoce su soberanía. Esto demuestra la actual tendencia a privilegiar el pragmatismo sobre la ideología o el nacionalismo en los esfuerzos de integración. En buena cuenta, la globalización no se ha decantado necesariamente hacia la uniformidad de los países, sino que los ha hecho más propensos a aceptar sus diferencias (políticas) para generarse mutualmente oportunidades (comerciales o de inversión).
El surgimiento del resto
Las potencias emergentes del mundo que ya están compitiendo económica, política y militarmente con EEUU se encuentran dispersas en diferentes partes del planeta. El politólogo Fareed Zakaria, director de Newsweek International, sugiere que actualmente vivimos en un “mundo post-americano”. Coincido con Zakaria en que el mundo ha tenido tres grandes cambios: en la era moderna (desde el s. XV hasta el s. XXII) se pasó de tener a Europa como centro de poder a un segundo período de predominancia de EEUU como potencia mundial a partir del s. XIX, y luego vino lo que él denomina “el surgimiento del resto (del mundo)”, un proceso que está evolucionando aceleradamente sin darnos tiempo para percibirlo.
El cambio que señala Zakaria, que está ocurriendo en el s. XXII, consiste en la emergencia de varios países (“el resto del mundo”), que crecen y prosperan desplazando a la gran potencia norteamericana, justamente por las características peculiares del “imperialismo” estadounidense, que según el filosofo Bernard Henri-Lévy se asemeja más al sistema creado por Cartago -que se expandió comercialmente por Europa- que al imperio romano, que lo hizo a fuerza de expediciones bélicas.
Zakaria ejemplifica cómo en este “Mundo Post-Americano” el hombre más rico es un mexicano; los mercados bursátiles más importantes se trasladan a Londres y a Asia; las fábricas más grandes del planeta están en China; el reino de los casinos está en Macao y no en Las Vegas; la mayor industria de cine es Bollywood en la India y no Hollywood; los mayores rascacielos y centros financieros están en Qatar, Kuwait y otros países del golfo pérsico. Éstos y muchos otros ejemplos demuestran cómo diversas y muy diferentes naciones del mundo han desplazado a EEUU en su obsesión por la ostentación demostrando que estas potencias emergentes se encuentran dispersas a lo largo y ancho del planeta.
A pesar de este desplazamiento de la potencia norteamericana, es posible advertir el interés que el nuevo gobierno de Barack Obama tendrá por mantener su área de influencia en América Latina. A pesar de que las prioridades de su gobierno serán la crisis financiera y la seguridad nacional, un objetivo también será recuperar parte de su carácter de potencia económica. Sin embargo, dado que tenderá a privilegiar lo primero, es posible que deje en stand by la firma de tratados de libre comercio o el objetivo de tener una mayor participación en espacios como el APEC.
Dispersión económica
Ahora bien, es evidente que la crisis financiera será también una prioridad a tratar en el marco de la cumbre de APEC. Así, los espacios de diálogo podrían reorientarse hacia lo que podría ser “un seminario educativo”, donde se intercambien experiencias y se elaboren estrategias compartidas para combatir esta crisis. Quienes llevarán la voz cantante, fuera del presidente Alan García como anfitrión del foro, podrían ser aquellas economías que han sobrepasado situaciones de crisis y han tenido éxito con sus planes para afrontarla.
No tengo certeza sobre los posibles alcances que tenga este intercambio de experiencias o los acuerdos a los cuales lleguen las economías presentes; sin embargo, veo ciertos límites en lo que pudiere alcanzarse dadas las características de este foro. No se vislumbra ni de cerca que los países de APEC puedan llegar a conformar, por ejemplo, un bloque geopolítico similar a la Comunidad Europea o a la Alianza Transatlántica del Norte (OTAN), ni a los que intentan restaurar China y Rusia en sus zonas de influencia.
Incluso, si se quisiera pensar, más bien, en la posible creación de una instancia de este tipo a nivel latinoamericano, se trataría de un objetivo prácticamente inviable, dados los sistemas económicos poco afines que existen en la región. Los proyectos que hasta hoy se han pensado, han cometido el gran error de priorizar la unidad política por encima de la económica, haciéndolos inviables y meramente discursivos. Quizá podría pensarse en ciertos mini bloques, pero nada mayor dado que incluso existen problemas irresueltos entre países de América Latina.
Si el sueño de una unión latinoamericana sigue siendo una quimera, en el marco del APEC no se puede exigir mucho más que una gran fluidez comercial entre países tan distintos, cuya única frontera es la del gran océano Pacífico. No obstante, si el Foro de APEC es exitoso en sus objetivos comerciales, tendrá una buena oportunidad de que sus tripulantes naveguen hacia horizontes promisorios.