Opinión Internacional

La Sin Razón de Estado del Comandante

El Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba se está tomando una libertad que no ha disfrutado durante medio siglo: decir públicamente lo que piensa. La razón de Estado se lo había impedido a Fidel desde que asumió la Presidencia formal del proceso cubano. En este renacimiento de la libertad discursiva, Fidel ha dejado atrás hasta los múltiples protocolos de control de la oratoria pública, que él mismo ideó al transcurrir la Revolución. Liberado de la tiranía, Fidel ha dicho grandes verdades, revelado información histórica valiosa y cometido errores considerables: la usual composición de elementos que acompañan a todo proceso de emancipación.

Su juicio sobre el carácter del gobierno del primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en el sentido de que por sus crímenes es un “gobierno fascista”, es irrefutable y contribuye significativamente a la moralización del debate público sobre ese régimen de terrorismo de Estado. Su crítica pública al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, por sus posiciones sobre el holocausto, el antisemitismo, y sus “injurias” a los judíos, también es cierta y necesaria, porque es una aportación importante a la higiene mental del debate global sobre Irán; debate, que está siendo manipulado demagógicamente por Washington y Bruselas, pero con posiciones fundamentalistas-reaccionarias y suicidas de parte de la teocracia iraní que facilitan el golpe preventivo nuclear de Washington y Tel Aviv. Los ayatollas caen en la misma Madre de todas las Trampas imperialistas, que acabó con Saddam Hussein y Noriega.

Igualmente es verídica la aseveración de Fidel, de que el modelo cubano “ya no funciona ni siquiera para nosotros”. Esta formulación es tan trascendental como la tesis de Galileo ante la Iglesia. Niega, al igual que la del físico italiano, la verdad del status quo del poder establecido. Y como Galileo, el Comandante se vio obligado a amortiguar su impacto. “Lo real es que mi respuesta (al reportero-H.D.) significaba exactamente lo contrario de lo que ambos estadunidenses interpretaron sobre el modelo cubano”, dijo. Que “el sistema capitalista no sirve ni para Estados Unidos ni para el mundo” y acto seguido se preguntó: “¿Cómo podría servir para un país socialista como Cuba?”.

En términos de lógica: Fidel dice “a”, pero “a” significa “no-a”. Difícil, interpretar ésto como manipulación de la prensa burguesa, más cuando no hay un metalenguaje que indica el significado supuestamente “verdadero” de la tesis. Más difícil aún, considerando que Fidel invitó personalmente al mercantil y liberal Jeffrey Goldberg del Atlantic Monthly,  vía el representante diplomático de Cuba en Washington, Jorge Bolaños, después de haber leído “cuidadosamente” (carefully) un artículo del reportero sobre Irán e Israél.

La explicación de lo diche no está en la supuesta manipulación de la prensa burguesa, como afirman histéricamente los guardianes del Santo Grial. Hay solo dos interpretaciones posibles. Fidel dijo lo que piensa, dentro de la lógica de su discurso del 17 de noviembre del 2005, en la Universidad de Habana, pero en una forma retórica excesivamente severa. En este caso fue un faux pas (paso en falso). O, como buen criollo, dijo, “lo bailado, nadie nos lo quita”. Es decir: lanzó la ofensiva (verbal) estratégica, después usó la retirada táctica de Galileo, sabiendo que el efecto estratégico perdura.

Las verdades de Fidel lo convierten en una nueva institución mundial que podemos bautizar como “la conciencia de la sociedad global” o “la razón ecuménica”. Noam Chomsky es la otra conciencia de la sociedad global, pero el perfil de ambos titanes varía en varios aspectos que en otro momento habrá que dilucidar. Lo importante es que ahora hay dos voces globales que hablan de las calamidades de la humanidad.

En su nueva institucionalidad, Fidel ha sufrido algunos contratiempos que son típicos de esa misión. Lo más difícil en la ciencia es el pronóstico sobre la evolución de un sistema dinámico complejo, por ejemplo, la política, o de un sistema errático, es decir, un sistema que no se comporta conforme a las leyes de la probabilidad. El pronóstico de Fidel sobre la fecha exacta del ataque nuclear a Irán fue uno de estos contratiempos. De la misma manera, la interpretación del Grupo Bilderberg fue predominantemente periodística, no científica, y la fuente usada por Fidel (el escritor ruso Daniel Estulin) no carece de tendencias  conspirativas.

Pero, con todo, su nueva institucionalidad es una ganancia para la sociedad global. Y, en lo personal, después de sesenta años de tiranía de la Crux del Estado, de la cual muchas veces se ha quejado, nos alegra la triunfal y pública reaparición del Eros. Los “mieles del poder” ya no serán tan dulces para el Comandante, como en los últimos cincuenta años. Pero, quizás le compensará el “sentir oceánico” (S. Freud) de la libertad.

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