Opinión Internacional

La sala

Perdidos dentro de algunas recónditas dendritas de nuestro congestionado cerebro, aparecieron de pronto recuerdos de nuestra más tierna infancia cuando junto con el gárgaro, el escondido, las metras, la perinola, las barajitas y el yoyo, hacíamos un juego un tanto bárbaro que denominábamos “la sala”.

Consistía en identificar algún compañero de clases que hiciera algo que chocara con los deseos de la mayoría o aquel que cometía una torpeza o un desliz. Generalmente se le identificaba con el más tonto o uno de los más torpes de la clase.

Escogido el sujeto y establecida la causa, sus compañeros “le caían encima” y le propinaban la consabida “sala” que consistía en explotarle sobre su cabeza una andanada de palmas con las dos manos de cada uno de los agresores. Todos actuaban o actuábamos en una verdadera cayapa. Dios nos perdone.

El recuerdo no ha sido gratuito. Nos ha reaparecido, después de más de medio siglo, al tener esa impresión con la actitud que ha tomado el concierto internacional ante los acontecimientos sucedidos en Honduras y que tuvieron su punto culminante el 28 de junio próximo pasado cuando los Poderes de esa nación, distintos al Ejecutivo, decidieron dar por terminado el gobierno del Presidente Manuel Zelaya a quien se le acusa de graves violaciones a la Constitución del país.

No somos nosotros, ignorantes y apenas curiosos de la maraña del Derecho Constitucional que tiene que tener las más diversas interpretaciones a la luz de las leyes de cada país y de sus imbricaciones en el Derecho Internacional Público, quienes opinemos y tomemos partido en la evaluación de ese hecho. Ya los especialistas están suficientemente confundidos.

La Constitución de Honduras, vigente desde 1982, contiene disposiciones que, de acuerdo con lo acordado por los otros Poderes y por el estamento político, fueron burladas de manera flagrante por el ciudadano Zelaya.

La comunidad internacional liderada o liderizada por los miembros del ALBA y por los miembros del Foro de Sao Paulo, han logrado que países ajenos y menos informados de la situación hondureña, se pronuncien a favor de la restitución del presidente depuesto.

Los Estados Unidos, generalmente poco acertados en la interpretación de los hechos que se suceden al sur del Río Grande, han presentado declaraciones y pronunciamientos de distintos sectores políticos avalando dicha posición y otros… contradiciéndola.

Mas lo sucedido con Honduras, nos parece que solo ha sido posible pues se trata de una modesta nación que como contrapartida, ha dado muestras de una vergüenza colectiva y unos deseos de paz y tranquilidad que solo ha chocado con la “sala” que le vienen propinando aquellos sectores políticos que tienen como finalidad propagar el “mar de felicidad” que se ha desarrollado en Cuba a partir de 1959.

Mientras escribimos estas líneas y después de que asistimos a través de los medios de comunicación a las sesiones de la Asamblea de las Naciones Unidas, donde se profirieron los discursos más agresivos e interventores que se pudieran imaginar, se están desarrollando dos reuniones: Una en los Estados Unidos, del llamado Grupo de los veinte, que persigue el diseño de políticas publicas, especialmente en el campo financiero, que sometan al yugo de los Estados las operaciones financieras del mundo. El otro, en Margarita, que fue llamado por el Pbro. Alberto Moreno, una reunión de bandidos.

Creemos que ante la inminencia de unos comicios democráticos que ya estaban pautados y que el gobierno dirigido por Micheletti está empeñado en realizar sometiéndose estrictamente a su fecha programada, es deseable que se respete la opinión del pueblo hondureño y que la colectividad internacional solo esté pendiente de que en todo momento se respeten las leyes vigentes en ese país.

Creemos que la “sala” es un juego bárbaro. Suspéndalo.

 

 

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