La política exterior del proceso
Desde hace ya varios años los mejores analistas y expertos en política exterior, sin ser asesores del gobierno y sin aspiraciones burocráticas; pero si como venezolanos de buena voluntad, vienen advirtiéndole al gobierno que la política exterior requiere de cambios en sus objetivos y conducción.
Los extraños saltos y virajes ocurridos en las últimas semanas, tienen razones más de orden estratégico que político, pues responden no a un convencimiento de sus errores, si no de necesidades coyunturales como un modo de supervivencia en un intento por prolongar “una muerte anunciada”, como bien lo hubiera novelado magistralmente Gabriel García Márquez. Si a lo anterior se añade que una alta dirigente del PSUV va mucho más allá de esta apreciación, cuando asegura en una columna dominical de este mismo diario “Chávez se queda solo”; podemos apreciar sin ser medico, que el proceso se encuentra en terapia intensiva: se esta muriendo y no precisamente por causas naturales sino por mal praxis de sus conductores.
Hasta los momentos la Política Exterior del denominado Poder Popular se ha caracterizado por un reto permanente al orden constituido. Solo recordemos el desafío al embargo impuesto por la ONU en el 2000 para ir a visitar al hermano Hussein. Pareciera que no se hubiera percibido que a raíz de la caída del muro de Berlín; se constituyo un nuevo orden internacional en el cual la guerra fría desapareció y la OTAN ya no tiene razón de ser, al no existir una línea divisoria Este-Oste en la mente de los verdaderos líderes mundiales
Las relaciones internacionales se caracterizan: en lo político, por alianzas estratégicas de tipo “suma cero”; es decir, por un lado asociaciones con Estados clientes al estilo Cuba, Argentina o Brasil, en donde estos se aprovechan de nuestras capacidades financieras; y por el otro, con Estados vasallos sometidos a la conducción política del “gran líder” a cambio de su gran generosidad. En lo comercial la relación se matiza con enfrentamientos con nuestros socios naturales, indispensables para un desarrollo socio económico; y en lo militar por una carrera armamentista injustificada, que incomoda a nuestros vecinos y desvía en lo interno grandes recursos.
Existen poderosas razones para pensar que los cambios de forma que se están sucediendo, responden por el contrario a razones de fondo, forzadas por la información contenida en el celebre computador.
Los hechos le están dando la razón a quienes con tiempo advirtieron que el camino era equivocado al ir en contra del interés nacional y poner en peligro nuestra soberanía; por lo cual, era imperante un cambio de rumbo en los objetivos y conducción de la política exterior.