La montaña rusa
Las relaciones del Teniente Coronel presidente con el Presidente Álvaro Uribe se desplazan como si estuvieran en una montaña rusa. No son las relaciones de Venezuela con Colombia. Son las relaciones del mandante venezolano con el gobernante colombiano las que permanentemente están en un deslizadero. Por escasos momentos atraviesan fases de armonía que las propulsan hasta las alturas de la cordialidad, la civilidad y la buena vecindad para de pronto, arrastradas por los reincidentes arrebatos de soberbia del mercurial mandante criollo, se desploman hasta las profundidades de una peligrosa sima de pugna y diatriba que las lleva hasta el borde de la ruptura. Cuando se piensa que finalmente la crisis ha sido superada y todo ha vuelto a la normalidad el Júpiter tonante que en mala hora rige los destinos de este país vuelve a la carga y lanza nuevamente el carro de sus relaciones con su colega colombiano hacia el abismo.
En cinco años hemos presenciado cuatro de esas explosiones de soberbia que han colocado las relaciones en el filo de una ruptura formal.
En enero de 2005, a raíz de la captura en Venezuela del “canciller de las FARC”, Rodrigo Granda, el teniente coronel presidente llamó a Caracas al embajador venezolano en Bogotá y anunció “la congelación de las relaciones comerciales con Colombia”.
En noviembre de 2007, a raíz de la decisión del presidente Uribe de suspender su mediación en las gestiones para la liberación de los rehenes en poder de las FARC, el teniente coronel presidente nuevamente metió las relaciones con Colombia en un congelador y llamó a Caracas al embajador venezolano en Bogotá “para una evaluación exhaustiva de las relaciones bilaterales”.
En marzo de 2008 las relaciones personales del mandante venezolano con el gobernante colombiano entraron en una nueva fase crítica, El teniente coronel presidente expulsó al Embajador de Colombia y a todo el personal de esa misión diplomática. Esta vez llegó al extremo de ordenar la movilización de “10 batallones” hasta la frontera con Colombia. Fue una crisis “por carambola”, ya que el motivo fue la operación llevada a cabo por el gobierno colombiano contra una guarida de las FARC en territorio del Ecuador
, en la cual resultó muerto el jefe máximo de los irregulares, Raúl Reyes. Pero el paroxismo de la crisis se vio atizado por las comprometedoras revelaciones que emergieron de las computadoras del guerrillero colombiano.
Ahora, nuevamente las relaciones del teniente coronel presidente con su colega colombiano han vuelto a precipitarse hacia el abismo alcanzando un nivel peligrosamente crítico. El pasado 28 el julio el inquilino de Miraflores decidió llamar a Caracas al recién nombrado embajador venezolano en Bogotá y dispuso otra “revisión a fondo” de las relaciones con Colombia. Esta vez el motivo es la decisión del gobierno colombiano de permitir que los Estados Unidos utilicen bases aéreas militares colombianas para cumplir tareas de control del tráfico de drogas. El arrebato de cólera del mandante venezolano se ha visto exacerbado esta vez por las revelaciones de las autoridades colombianas de que la guerrilla posee armas provenientes de los arsenales militares venezolanos como lo demuestran cuatro lanzacohetes antitanque, comprados por Venezuela a Suecia, que fueron incautados a la guerrilla.
Todas estas explosiones de furia del teniente coronel presidente han estado innecesariamente acompañadas de agresiones verbales, descalificaciones e insultos que ponen en evidencia que este señor, a pesar de llevar casi diez años en el poder, no ha internalizado el hecho de que es un Jefe de Estado y que debe tratar a sus colegas como lo manda el derecho diplomático.
Muchos analistas internacionales han ensayado ofrecer explicaciones de este comportamiento aparentemente errático del gobernante venezolano con su par colombiano. Para mí el cuadro es muy sencillo y lo resumo muy esquemáticamente:
1.- Uno de los objetivos, quizás el principal, del proyecto político chavista consiste en recrear la Gran Colombia –un estado conformado por los países bolivarianos- dominada por la ideología del comunismo del siglo XXI.
2) Luego de haber atrapado en la red a Bolivia y Ecuador, quedan pendientes Perú y Colombia. Si cae este último, el otro sería presa fácil. Pero el presidente Uribe, el “Plan Colombia” y ahora la política de “seguridad democrática” del gobernante colombiano se han erigido en obstáculos infranqueables que se oponen a esa aspiración.
3) Acostumbrado a comandar a empellones a sus subalternos y a pelotones de soldados, el teniente coronel presidente no soporta que nada ni nadie se interponga en su proyecto. Cualquier accidente o incidente que se presente entre Colombia y Venezuela actúa como un detonante que le da rienda suelta a esa naturaleza intemperante que lo caracteriza.
4) Lo que ha estado en juego todo este tiempo no son las relaciones entre Venezuela y Colombia. Esas relaciones afortunadamente han permanecido prácticamente inalteradas y más bien han seguido (por ahora) evolucionando favorablemente. Lo que peligrosamente ha estado oscilando entre la paz y el conflicto son las relaciones del teniente coronel presidente con el Presidente Uribe como consecuencia de la destemplanza del inquilino de Miraflores. Ojalá eso nunca pase de allí.