La historia que cambio los días
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La tragedia del 11-S luce lejana a seis años de la consumación del peor atentado terrorista de la historia. Desde entonces, a un ritmo difícil de asimilar, se precipitan los eventos de reacción y represalia a raíz de lo acontecido: la caída del régimen talibán tras la guerra de Afganistán, los ataques de Al Qaeda y de otros grupos fundamentalistas islámicos en diversos países del mundo -desde Rusia hasta Indonesia, desde Marruecos hasta Turquía, desde Irak hasta Madrid-, la cuestionada guerra de Irak y otros conflictos.
La mayoría de las naciones del mundo, que aquel fatídico día proclamaron «todos somos Nueva York», no lograron concretar una estrategia común en la lucha contra el terrorismo. La guerra de Irak creó un cisma en la Comunidad Europea ante la división de sus naciones respecto al apoyo a los Estados Unidos en una campaña militar de controvertibles argumentaciones. Los gobiernos de países de poblaciones musulmanes, hasta hoy, no pueden escapar a los dilemas de las guerras civiles a las cuales están expuestas en caso de combatir a islamistas ni al peligro de que estos grupos radicales tomen el poder en caso de no hacerlo.
La sociedad norteamericana, traumatizada por la tragedia que la marcó para siempre, aceptó sumisa las mentiras y las medias verdades de su gobierno. El síndrome del 11-S fue mayor al de Vietnam, y los medios se dejaron llevar por el sentimentalismo hasta el punto de declararse patriotas de su país antes que profesionales de la información objetiva.
Con una población asustada, un presidente arrogante y una prensa aún adormecida, todo parece indicar que el statu quo continuará. Gobiernos utilizando la fuerza de las armas y terroristas desafiándolos será parte de la cotidianidad de nuestro planeta si los líderes del mundo no plantean una estrategia, no solo militar, sino también política y ética, para la guerra contra el terrorismo.
Si bien la globalización no comienza el 11-S, nuestra exposición a conflictos relacionados con ese evento, que nos bombardea de noticias con respecto a las consecuencias de los atentados perpetrados aquel día, nos ha convertido en personas que comentamos sobre lo que ocurre en muchas partes de la aldea global a la cual tenemos mucho acceso de noticias y, muy poco, de sus contextos.
Cada aniversario del día que cambió al mundo apenas comenzó un nuevo milenio es un buen momento para invitar a todos a informarse y a aprender más sobre las causas y consecuencias que condujeron a ese y a todos los demás días y años, que seguirán marcando las grandes y pequeñas decisiones que repercutirán, directa o indirectamente, en nuestra cotidianidad.
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