La guerra de Obama
El Presidente Obama ha ordenado, como hizo Bush con éxito en Irak en 2007, ejecutar una estrategia de “oleada” en Afganistán, con paralelo impacto sobre Pakistán, aumentando los contingentes militares que combaten a Al Qaeda y los talibanes. El objetivo, en sus palabras, consiste en “promover las capacidades militares, económicas y de gestión política en Afganistán y Pakistán”, de modo de “derrotar a Al Qaeda en ambos países e impedir su retorno”.
Conviene precisar lo siguiente: 1) La decisión de Obama le compromete en una guerra que se prolongará por años, y demandará una sustancial asignación de recursos militares y económicos. 2) No se trata de una limitada operación antiterrorista sino de una ambiciosa estrategia de contrainsurgencia, que aspira levantar bases institucionales autosuficientes tanto en Afganistán como en Pakistán, a la manera de Bush en Irak. 3) Cabe recordar que significativos cuadros políticos y militares de Al Qaeda fueron destruidos o forzados a huir de Afganistán, cuando se produjo la invasión estadounidense en 2001. 4) Al Qaeda luego procuró hacer de Irak el campo de batalla decisivo en su guerra contra Washington, sufriendo severas derrotas a raíz de la “oleada” del General David Petraeus, ordenada por Bush con enorme coraje y enfrentando el derrotismo de la prensa “liberal” (de izquierda) en el mundo entero, de sus articulistas bienpensantes y de los timoratos dirigentes europeos.
Durante la campaña presidencial Obama argumentó que la situación en Afganistán se deterioraba, debido a que demasiados esfuerzos se concentraban en Irak. Con la victoria de Bush y del pueblo iraquí, Obama tiene ahora la oportunidad de hacer su guerra en Afganistán y Pakistán sumando recursos adicionales hacia la meta.
¿Triunfará Obama? En tiempos recientes los talibanes afganos y Al Qaeda han experimentado algunos reveses, debido al uso de tácticas de contrainsurgencia aprendidas con provecho por las tropas estadounidenses en Irak. No obstante, los talibanes y Al Qaeda se nutren del respaldo de influyentes sectores políticos y militares en Pakistán. Para vencerles Washington requerirá de una firmeza y una perseverancia que el nuevo Presidente encontrará exigentes. Obama se refirió a Afganistán cuando era candidato como una especie de “guerra buena”, en contraste con la “guerra mala” de Bush en Irak. Ahora que debe gobernar y tomar decisiones difíciles, y no meramente criticar, Obama ha escogido el camino de un aumento gradual de las tropas en 21.000 efectivos, a los que se unirán técnicos civiles.
Al igual que Bush en Irak, Obama espera que Afganistán y Pakistán dejen de ser lo que son y se transformen en algo diferente, estimulando gobiernos de amplitud democrática y ejércitos capaces de contener el terrorismo. Creo que tales objetivos son factibles pero sólo a largo plazo y con grandes empeños. Por ahora lo que Obama está haciendo es insuficiente. En Afganistán la guerra se recrudecerá y en Pakistán será necesario doblegar a los militares, corruptos e incompetentes, para que detengan o limiten su apoyo a la subversión en Afganistán. Para Washington la alternativa de retirarse no existe, realidad que Obama descubrió pronto. Quizás comprendió que si Bush hubiese hecho caso al partido Demócrata y a la izquierda internacional, el pueblo iraquí estaría hoy gobernado por Al Qaeda.
Imagino a Bush en su rancho tejano, sonriendo ante las ironías de la historia y deseando suerte a su sucesor. Obama necesitará más que eso. Por los momentos la prensa de izquierda le protege. Veremos cuánto dura el idilio.