Opinión Internacional

La final como continuación

Durante la final del Mundial de Fútbol una bomba explotó en un club de rugby, y otra en un restaurante etíope de Kampala, capital de Uganda, antes de que ninguno de los asiduos a esos lugares, pudieran cantar el gol.  Quienes sí celebraron la victoria de la muerte por sobre la vida, fueron los perpetradores de los atentados, militantes del grupo islamista Al Shahab, filial de Al Qaeda en Somalia que ahora demuestra tener tentáculos en otros países africanos vecinos.

                La señal ya había sido dada en Somalia por Al Shahab, que domina la parte sur de lo que antes era un país unificado, y hoy dividido en muchos feudos, que incluyen a otras tres zonas más o menos identificables según quiénes las dominan:  Somalilandia, al norte, con gobierno propio no reconocido por la ONU; Puntlandia, al este, en donde el grupo Hizbul-Islam gobierna sin vinculaciones con Al Qaeda; y la capital Mogadiscio y sus alrededores, dominada  por el gobierno de transición de islámicos moderados. Antes de que comenzara a rodar el balón en Sudafrica, las zonas controladas por el gobierno reconocido como “el oficial”, protegió salas de cine y locales para que la gente de ese país- quizá el más caótico, pobre y políticamente disfuncional del mundo – tuviese acceso a distraerse de sus tormentosas realidades. Pero Al Shahab ya había prohibido ver la Copa del Mundo, porque según ellos, el futbol, y no sus lapidaciones; sus matanzas y su tiranía, “atentan contra los valores del Islam”.

                Ya en 2006, cuando Mogadiscio era controlada por la Unión de Cortes Islámicas, de cuyos miembros viene Al Shahab, se había prohibido ver el Mundial de Alemania, pero estos fanáticos islamistas fueron expulsados por grupos resistentes y soldados etíopes.  ”. La frase de un aficionado somalí a un periodista de la BBC bien revela la situación: “Vemos la televisión sin sonido con un ojo y vigilamos la puerta con el otro”. En Somalia, el futbol, como la libertad, es cuestión de vida o muerte.

                ¿Por qué Al Shahab hizo atentados en Uganda? Porque ese país, junto a Burundi, mantienen tropas de la fuerza de paz de la Unión Africana en Somalia, y Al Qaeda, junto a sus filiales en diversas partes del planeta, no perdonan a los aliados que intentan impedir su objetivo de establecer un imperio islamista mundial.

Las 74 víctimas mortales y decenas de heridos de Kampala se suman a una larga lista de otras de atentados de islamistas radicales que incluye el de la Asociación Judía de Buenos Aires, hace 16 años, un 18 de julio. Otra advertencia para quienes guiñan el ojo a regímenes y grupos fanáticos.

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