La amenaza del crimen global
Académicos destacados, como Manuel Castells de la Universidad de Berkeley y más recientemente Amitai Etzioni de la Universidad de Columbia y el venezolano Moisés Naím , Director de la Revista Foreign Policy ,han advertido sobre la creciente amenaza de la criminalidad organizada global. Se estima conservadoramente que los ingresos anuales de la actividad ilícita globalizada ascienden a 1.5 billones (trillions) de dólares. La economía y la política de muchos países no pueden ser comprendidas sin considerar la dinámica y las redes criminales presentes Entre los países mencionados al respecto por Castells y Naím, está Venezuela. Obviamente, el crimen nació con la misma humanidad, sin embargo el fenómeno de la globalización, particularmente , en las comunicaciones, en las finanzas y en el transporte, junto con la apertura de los mercados, la liberación del comercio, la desregulación y la privatización han creado enormes oportunidades para el comercio ilícito. El crimen se ha globalizado mientras las policías siguen siendo limitadas por una concepción decimonónica de la soberanía nacional. La criminalidad se ha organizado en poderosas redes interconectadas que colaboran y comparten actividades a nivel planetario. Además, hay pruebas que el terrorismo internacional se financia en buena parte a través del comercio ilícito. El narcotráfico es sólo la más lucrativa de estas actividades, que incluyen: el tráfico de armas, el tráfico de material nuclear, el contrabando de inmigrantes ilegales, el tráfico de mujeres y niños para el comercio sexual, el tráfico de órganos humanos y lo que Naim llama el “comercio de ideas robadas”. Todas estas actividades necesitan además de un sistema financiero alrededor del “lavado” de dinero, sin el cual estas actividades no podrían adquirir dimensiones globales. Una estrategia clave es que mientras sus mercados se encuentran en los países más desarrollados y de mayor capacidad adquisitiva, el crimen global coloca las funciones de gerencia y producción en Estados fracasados , como Somalia , Estados “pariah” como el Afganistán de los Talibanes y regiones prácticamente en manos del crimen organizado, como el Transdniester, una secesión de Moldavia.Pero también los Estados “blandos”, con débil institucionalización y atávica corrupción, que permiten su penetración, son centros y caldos de cultivo del crimen global. Este es el caso de la mayor parte de América Latina. La amenaza es grave. La lucha contra el crimen global, también debe ser global.