La Administración Obama: Peor sería imposible
Me cuento entre los pocos, poquísimos veteranos de guerra estadounidense que en la última elección presidencial en nuestro país votamos contra el partido Repúblicano, partido que en su ala más conservadora nos agrupa a la inmensa mayoría de quienes formamos parte de las fuerzas expedicionarias de los Estados Unidos de Norteamérica en cualquiera de sus invasiones de éste y del siglo pasado, ejecutadas en nombre de unos principios hermosos que nada tuvieron que ver con el verdadero objetivo militar de la campaña. Sé de lo que digo… Llegué a Sargento en el campo de batalla.
Quienes votamos esta vez por la fórmula demócrata de Obama lo hicimos por cualquiera de estas dos razones, o por ambas: La primera, porque asumimos que J. Kerry sería ‘peor de lo mismo’ que George W. Bush. Segunda, porque sería imposible que llegara a la presidencia ‘algo’ peor a tristemente célebre ‘W’. Lamentablemente, nos equivocamos porque ambos temores se convirtieron en realidad
Y nos equivocamos, porque pasada la luna de miel de los primeros cien días del señor Obama, el pueblo de los Estados Unidos ha descubierto con asombro, más bien con pasmo y estupefacción para la clase media y los red neck del American Dream, que Obama si puede ser peor, pero no ‘de lo mismo’ sino algo impensable: Un socialdemócrata izquierdoide, como los adecos venezolanos o los apristas peruanos, al manosear doctrinas que desconoce (y en las que, honestamente, no cree) para marcar una distancia con todos los presidentes estadounidenses hasta la fecha, en especial con ‘W’.
Esa distancia, en apariencia social e inclusiva, tiene todos los elementos contradictorios propios de su discordancia conceptual, que se debate entre la economía de mercado (que ha marcado la ruta política del sistema económico norteamericano) y el compromiso social, ese que los Estados Unidos olvidó desde la administración Nixon pero que Obama se empeña en resucitar, con el mismo tesón que se le aplica respiración ‘boca-a-boca’ a un cadáver. La suya es una contradicción que se refleja en la inviable propuesta de seguridad social, que desmonta un sistema existente y perfectible, el Medicare, por otro, tal vez peor pero con la promesa falsa de que alcanzará a todos los ciudadanos norteamericanos.
Ese nuevo programa nos costará a los contribuyentes norteamericanos (léalo bien) un-billón-de-millones adicionales y en él no se garantiza la gratuidad absoluta de la asistencia para los 45 millones de desocupados ni para los 32 millones de estadounidenses que mal viven en territorio norteamericano con menos de 900 dólares mensuales. El fracaso de ese programa, como todo lo que impulsa e impulsará el señor Obama desde la Casa Blanca, ya tiene el peso de la inviabilidad, como lo demostró su fallida promoción de la ciudad de Chicago para los Juegos Olímpicos del 2016, ciudad que fue eliminada por los votantes en la mismísima primera ronda, a pesar del lobby que impulsaron el Presidente, como si aún fuese el Senador Obama y la Primera Dama.
Además de todo lo señalado, Estados Unidos hace un vuelco hacia atrás en su historia con el renacimiento del apartheid y la segregación racial que se vive en esta oscura Era Obama. Y no me refiero al color de la piel mulata del señor Presidente, ni al arresto del profesor negro que un policía blanco ejecutó porque el pobre hombre perdió las llaves de su casa y al pretender entrar por la ventana de su casa, fue golpeado y arrestado por aquél . No, me refiero al affaire más reciente: la muerte a balazos de un ciudadano negro, inocente y desarmado a manos de dos policías blancos en Rockford, Illinois, en el sótano de una Iglesia y en presencia de los niños del Coro de la Iglesia.
Pero yo, en mi querida Maracaibo, he tenido que sufrir los resultados de la administración ‘socio-lista’ de Obama, porque acá en la ciudad en la que he vivido los últimos 25 años de mi vida, el Agente Consular de la Embajada de los Estados Unidos de Norteamérica, privilegia la atención a funcionarios venezolanos de la Gobernación local violentando su compromiso representativo con los ciudadanos norteamericanos, y también con los venezolanos que necesitan de su atención.
Siguiendo las directrices ‘socio-listas’ de Caracas y de Washington, el Agente Consular en Maracaibo (que sólo atiende únicamente a 25 personas los lunes de cada semana) decidió embarcarnos el lunes 5 de octubre a quienes desde las 4 de la madrugada hicimos cola para ser atendidos por él, (leyó bien: hay que estar desde las 4:00 a.m. para anotarse en una lista), pero eso lo desestimó olímpicamente el señor George Quintero porque prefirió recibir, personalmente y en exclusiva, al señor Gobernador del Estado Zulia, a su esposa, asus hijos y a una innumerable troupé de sus amiguetes que necesitan tramitar visas para viajar a Los Estados Unidos este fin de año.
La sede del CEVAZ, donde funciona la Agencia Consular de USA en Maracaibo, estuvo literalmente ‘tomada’ por un piquete de dos docenas de policías de la Gobernación del Zulia y el personal de seguridad del CEVAZ, encabezados por el Sr. Rojas, fueron literalmente subsumidos a la nada por los policías de negro excesivamente armados, si tomamos en cuenta que el Centro Venezolano Americano del Zulia es un local civil y de profunda tradición educativa.
Allí en el CEVAZ, venezolanos y estadounidenses vivimos la amarga experiencia de la curiosa administración Obama, esa que privilegia los intereses personales de los burócratas tercermundistas, de triste paso por la Gobernación del estado Zulia, por encima de los derechos y de las necesidades de los ciudadanos norteamericanos que pagamos impuestos al Gobierno Federal desde de este lado del mundo. Y por obra y gracia del maniqueísmo político demócrata, a los ciudadanos norteamericanos que vivimos en el Estado Zulia no nos quedó otra opción que esperar hasta las cuatro de la madrugada del próximo lunes, y rezar para que no se presente otro burócrata venezolano y tengamos que postergar nuestras diligencias.
Usted, que me lee, me preguntará qué relación hay entre el asesinato de un hombre negro a manos de dos policías blancos en Illinois, la descalificación de Chicago en las primeras de cambio como la ciudad de los Juegos Olímpicos en el 2016 y el ‘embarque’ a los ciudadanos norteamericanos en Maracaibo. La respuesta está contenida en sólo dos palabra: Tercermundismo norteamericano. Así como lo lee.
(*) Ciudadano estadounidense, nacido en Washington DC y Vietnam Veteran desde 1970 que vive en Maracaibo y orgulloso con tener también la nacionalidad venezolana.