Islam
Hace más de tres lustros, cuando Argelia parecía haber sucumbido a los cantos de sirena del Frente Islámico de Salvación Nacional (FIS), encontré en uno de los mayores rotativos ibéricos una auténtica “perla” periodística. Se trataba del comentario redactado por un ilustre catedrático de Historia contemporánea, que terminaba con las siguientes palabras: “…es intolerante, es violento, es Islam”.
La conclusión del articulista no me sorprendió. Pocos meses antes de la publicación de este desafortunado análisis, tratando de preparar un curso sobre la “perestroika” soviética y la modernización del mundo árabe, me topé con una desagradable sorpresa al comprobar que en la mayoría de los tratados de historia medieval se aludía sistemáticamente a las relaciones entre la Península Ibérica y el mundo islámico bajo el poco original epígrafe “guerra contra el Islam”.
Unos años más tarde, durante los preparativos de la Conferencia Euromediterránea de Barcelona, tuve la “errónea” impresión de que los pobladores de la Península parecían dispuestos a corregir los parámetros, renunciando a la percepción unilateral ¡y sectaria! de la cultura de nuestros vecinos de la cuenca meridional del Mare Nostrum. Pero, el encuentro de Barcelona sirvió para poner de manifiesto el desconocimiento de los europeos de la compleja problemática del mundo árabe. Más aún; de su limitado deseo de conocer y comprender al “otro”, al ser diferente, que no reniega de las raíces comunes de Oriente y Occidente, de la compenetración de sus culturas, de sus tradiciones y/o religiones. Nuestros vecinos del Sur parecían más propensos a asumir la alteridad, a estudiar nuestra historia y a asimilar las múltiples diferencias entre dos mundos que se daban la espalda. Había más “expertos” en la historia occidental en los colegios e institutos del Mashrek que “arabistas” cualificados en las universidades europeas.
La caída del FIS argelino, los dramáticos incidentes del 11S y del 11M, la guerra de Afganistán y la invasión de Iraq no hicieron más que ensanchar la brecha. Actualmente, la mayoría de los españoles comparte la opinión del catedrático que achacaba al Islam todos los males del planeta. Un reciente estudio publicado por el Real Instituto Elcano, refleja la pésima imagen del mundo musulmán en la sociedad española. De hecho, un 90 por ciento de los entrevistados estima que los países árabes son “totalitarios”, un 79 por ciento los tildan de “intolerantes”, mientras que un 69 por ciento los perciben como “violentos”.
Pero, el 74 por ciento de los encuestados estima que existe un “choque de civilizaciones” (Occidente-Islam), mientras que un 61 por ciento aboga en pro de la Alianza de Civilizaciones ideada por el presidente de Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
Al Qaeda, la supuesta amenaza nuclear iraní y el precio del petróleo son, indudablemente, los principales factores de este creciente malestar. Aparentemente, los expertos en manipulación de las masas han ganado su apuesta: Occidente trata de encerrase en sí mismo; España tiene miedo. Los aprendices de brujo del otro lado del charco se frotan las manos: la fabricación del nuevo enemigo del “mundo civilizado” ha sido un éxito. Sin embargo, se trata del enemigo de siempre. Basta con preguntar a los historiadores. Contestarán sin parpadear que el enemigo es: el Islam.
Fuente:
Centro de Colaboraciones Solidarias