Insulza: con un pie en la calle
La caída de Insulza sería otra baza perdida por el castro chavismo en sus intentos por desestabilizar la región. Y un ingrediente más que agregar a la profunda crisis de gobernabilidad que comienza a hacerse sentir en Venezuela.
Era previsible: Insulza se jugó el pellejo por el triunfo de la Concertación en las recientes elecciones presidenciales chilenas porque tenía perfecta conciencia del grave peligro que corrían sus aspiraciones reeleccionistas en el caso de triunfar la Alianza por el Cambio liderada por Sebastián Piñera. Lo que el llamado “pánzer” no sabía es que jugando descaradamente al triunfo de Eduardo Frei, además de violar descaradamente las normas a que se debe el correcto proceder de un alto funcionario internacional, estaba poniendo su cargo en el asador. Tras el inobjetable triunfo de Sebastián Piñera, su reelección huele a quemado. El 17 de enero Insulza puso su pie en la tumba. Sus aspiraciones se encuentran a la deriva y sólo un milagro podría mantenerlo en la secretaría general.
En buena hora. El descontento con las flagrantes violaciones a los principios que debieron regir sus ejecutorias se extiende por la región y en los Estados Unidos encuentra expresión en la decisión de los republicanos de la Comisión de Política Exterior de la cámara alta por impedir su reelección. Hoy, El Mercurio de Santiago publica la siguiente crónica: «Multilateralismo en las Américas: Empecemos por arreglar la OEA». Así se titula el informe que se hará público la próxima semana-al que «El Mercurio» tuvo acceso en exclusiva- en el que la minoría republicana del comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense evalúa el rol de la OEA en el continente y la labor cumplida por el secretario general, el chileno José Miguel Insulza. En el texto se hace un análisis acabado de los diversos escenarios que la Organización de Estados Americanos deberá enfrentar en los próximos años. Y las conclusiones son descarnadas, especialmente en contra del Pánzer. En el informe se acusa a Insulza de aplicar una «política selectiva de defensa de la democracia», refiriéndose a las situaciones en Venezuela y Honduras. «La asociación del secretario general con el abortado intento de retorno del Presidente Zelaya, el 5 de julio, dañó seriamente la imagen de la OEA como un agente honesto». «Desafortunadamente, la OEA está fallando en su misión. Hoy por hoy, si más gobiernos del hemisferio se vuelven poco democráticos, la OEA será aún menos capaz de reforzar, colectivamente, los procedimientos para reforzar la democracia». Sobre el liderazgo de Insulza, el informe concluye que el ex ministro del Interior no ha cumplido con las promesas que hizo al llegar al cargo y critica: «Insulza ha sido acusado repetidas veces de demostrar más interés en la fortuna política de su natal Chile». Se destaca, a su vez, que debido al triunfo de Sebastián Piñera en las recientes elecciones, «el ambiente político se complicó para él, ya que el Presidente ha dicho que no está seguro de que quiera apoyar a Insulza en la reelección». «Recientemente, Insulza llamó a realizar una sesión especial de la Asamblea General para lograr su reelección en marzo. Sin embargo, no se ha logrado encontrar una alternativa para él», dice el informe. El texto finaliza con un llamado a los países: «Por el bien de la organización, es esencial que los gobiernos sepan apreciar la importancia de esta posición de liderazgo y las cualidades que un aspirante debe poseer. Considerando los desafíos descritos acá, la reelección no debiera apresurarse ni asegurarse».
Contrariamente a la recomendación de los republicanos, el gobierno de la señora Bachelet parece empeñado precisamente en apresurar y asegurar la reelección del cuestionado funcionario internacional del Partido Socialista chileno en los pocos días que le restan. Es altamente probable que dada la inminencia de la toma de posesión de Sebastián Piñera, quien asume el próximo 11 de marzo, los plazos no permitan que los apresurados oficios del canciller chileno se vean coronados por el éxito. Ya se perfila un candidato de reemplazo en la prestigiosa figura del actual presidente de Costa Rica, el premio Nóbel de la Paz Oscar Arias, quien fuera la contraparte de Insulza en la exitosa jugada que llevó a la superación del conflicto hondureño. Mientras el chileno se puso decididamente del lado de Lula, Castro y Chávez en sus desaforados intentos por salvar a Zelaya, Arias jugó la carta de los Estados Unidos que apostaron a las elecciones como fórmula de consenso para superar la crisis. La gestión de Insulza en Honduras culminó con el manotazo de Clinton y Arias, que lo pusiera fuera de juego sin el menor miramiento. Desde entonces, Insulza es un cadáver político en la región.
La caída de Insulza sería otra baza perdida por el castro chavismo en sus intentos por desestabilizar el continente y un ingrediente más que agregar a la profunda crisis de gobernabilidad que comienza a hacerse sentir en Venezuela. Para Insulza, como diría Bob Dylan, times are in changing.