Indemnizar a un país
El pasado viernes murió Eloy Gutiérrez Menoyo, comandante de la revolución cubana que acompañó a Fidel Castro en 1959. Poco antes de morir, Menoyo dictó a su hija un testamento político reproducido en el diario El País de Madrid. Dicen que los pueblos no se equivocan, pero en vista de que el pueblo venezolano se ha equivocado repetidamente (como lo hizo en el pasado con AD y Copei) y volvió a respaldar un proceso político similar al de la revolución cubana, reproduzco la voz del arrepentimiento, las dolorosas reflexiones de Menoyo, quien, como tantos otros, murió sin lograr enderezar el curso que él mismo ayudó a torcer. Pido excusas a mis lectores por ocupar buena parte de este espacio con palabras de otro, pero las considero sustituto válido de las mías.
«¿Cuál es la Cuba a la que me enfrento hoy en medio de mi enfermedad? Es una Cuba desolada en la que el carácter ético del proceso de 1959 se ha hecho inexistente. El ciudadano ha ido perdiendo consciencia de sí mismo. Grandes sectores de la gente de a pie ya saben de memoria que esta revolución ya no tiene sentido moral. El cubano ha ido perdiendo su esencia. Sobrevive en la simulación y en ese extraño fenómeno del doble lenguaje. Las estructuras son irracionales… El gobierno cubano no deja duda de su incapacidad de crear progreso. Como resultado de esta realidad el cubano deambula por sus calles como un ciudadano disminuido, inquieto, triste e insolvente. En la mentalidad de los que se aferran al poder a toda costa ese ciudadano es el modelo y candidato perfecto a la esclavitud. La Constitución no funciona. El sistema jurídico es una broma. La división de poderes no es ni siquiera una quimera. La sociedad civil es, como el progreso, un sueño pospuesto por medio siglo… «.
Curiosas revoluciones que dicen luchar por la dignidad de los pueblos que rebajan y someten con pequeñas dádivas. «¿Cómo indemnizar a un país por 50 años de disparates?». ¿Cómo indemnizar a seis millones y medio de personas que quisieron frenar la decadencia de la nación?