Imperialismo do Brasil, S. A.
Padecemos un gobierno esquizofrénico que diariamente recalca su antiimperialismo y acusa al gobierno USA de cualquier cosa, desde los improbables intentos de minicidio hasta el fiasco de los gallineros verticales, mientras coloca en manos de agentes extranjeros (léase cuba-nos) lo que nunca osó gobierno alguno: la organización y manejo de los archivos de identificación de los venezolanos. Pero pareciera pasar más desapercibida la fuerza con que se ha instalado entre nosotros el neo imperialismo brasileño, si bien una indicación fuerte la dio la reciente negociación de un multimillonario préstamo, garantizado con petróleo a futuro, con el Banco de Desarrollo del Brasil, ¡para pagar las deudas del gobierno venezolano con la constructora brasileña Norberto Odebrecht, S. A.!
Autodefinida como la empresa constructora más grande de América Latina y evidente-mente protegida del “hermano” Lula, en nuestro país se ha dedicado a realizar jugosos negocios en el campo del transporte y la vialidad. El Metrocable de San Agustín, un juguete de exhibición de la demagogia chavista, ha costado hasta la fecha más de diez veces lo que costó la Línea K del Metrocable de Medellín y una vez y media por kilómetro lo que costaría una línea subterránea de metro; algo similar ocurrió con el segundo puente sobre el Orinoco, que desmejora las especificaciones técnicas del proyecto original pero duplica los costos entonces estimados, además de superar largamente el costo por kilómetro de todos los puentes construidos en el mundo en los últimos años; la lógica de diseño del llamado cable-tren a Guarenas, cuyo proyecto nadie sabe dónde se desarrolló ni por quién, levanta graves dudas entre los expertos.
Ahora, en abierta violación de toda la normativa ambiental y urbana pero con el beneplá-cito del gobierno nacional (los celosos ministerios del ambiente y obras públicas), han convertido el Parque Miranda, al norte del Parque del Este y enclavado en una densa zona residencial, en una planta industrial al servicio de la construcción de la Línea 5 del Metro, con consiguiente tala de árboles, contaminación acústica y del aire e impacto sobre la circulación. Por supuesto, contando con la bendición del altísimo, no sólo desconocen las leyes y las ordenanzas municipales sino que se burlan de los reclamos de los ciudadanos afectados. A estos les han ofrecido, cinismo condimentado de ignorancia, compensar la tala con la siembra de 100 árboles en el Parque del Este, paradójicamente obra maestra del gran arquitecto paisajista brasileño Roberto Burle-Marx: típico comportamiento imperialista que combina ignorancia y rustiquez con suprematismo. Mientras tanto, nuestros paladines del antiimperialismo hipotecan el futuro de nuestros hijos y nietos para pagar los estropicios de los nuevos amos del valle.