Opinión Internacional

Honduras: Un triunfo histórico

Si a Insulza, a Lula, incluso a Hillary Clinton y a todos quienes, de buena o mala fe se aliaran a los Castros y a Chávez en el caso hondureño,  sirviendo de comparsas a su plan de imponer a Zelaya a sangre y fuego y doblegar al pueblo hondureño les cupiera un adarme de honorabilidad y decencia, saldrían a hacer públicas auto críticas, reconocer sus crasos errores y aplaudir la inconmensurable razón que le asistió a las instituciones democráticas hondureñas sacando del Poder al sátrapa del castro chavismo en Centroamérica. La verdad de esa acción ha quedado ayer de manifiesto: un triunfo esplendoroso de la democracia y un fortalecimiento de las nuevas tendencias hacia la modernidad, la institucionalidad y la democraticidad en nuestra región. ¡Albricias!

Basta un sencillo ejercicio de imaginación basados en la experiencia de estos últimos once años para pintar el cuadro de lo que hoy sería Honduras si sus instituciones y sus Fuerzas Armadas no hubieran dado el paso que dieran impidiendo las maniobras electoreras y plebiscitarias del castro chavismo en Honduras. Gracias al uso indiscriminado e impúdico de las maquinitas de Smarmatic, la manipulación del registro electoral y el uso de la corrupción y la violencia puestos en prácticas por los agentes del castro chavismo, Zelaya hubiera impuesto su plebiscito, hubiera logrado la luz verde para su reelección y la democracia hubiera sido degollada de una sola cuchillada.

Si así hubiera sido, ni Insulza, ni Lula, ni la Sra. Bachelet ni muchísimo menos el Departamento de Estado hubieran dicho esta boca es mía. ¿Han dicho algo cuando en casos semejantes Chávez ha impuesto sus dictados? ¿Pusieron el grito en el cielo cuando el fraude continuado del 2003-2004, la falsificación del REP y la multicedulación de los aparatos cubanos? ¿Rechazaron el uso de las máquinas de Smarmatic? ¿Exigieron el cumplimiento de los acuerdos cuando el Referéndum Revocatorio del 15 de Agosto del 2004, incumplidos de manera flagrante por el régimen con el respaldo de la dupla Carter-Gaviria? ¿Reclamaron ante la violación constitucional que supuso la celebración del referéndum del 15 de febrero del 2008? ¿Han exigido sanciones por los atropellos y desafueros cometidos contra el alcalde Antonio Ledezma? ¿Han respaldado la legítima exigencia de que una comisión de la CIDH de la OEA visite Venezuela?

Son hechos, no invenciones. Quienes todavía insisten con la hipócrita y farisaica monserga de rechazar “el golpe de estado hondureño” sirven consciente o inconscientemente, de buena o mala fe, a los intereses del totalitarismo castro chavista. Lo cierto es que salir de Zelaya – en flux o en pijama, formalidad que muy poco importa ante la gravedad de la amenaza que suponía su permanencia en el cargo -,  fue la condición sine qua non de la memorable jornada de ayer. Con Zelaya no hubiera sido posible esta maravillosa expresión de civismo, de democracia, de libertad e hidalguía.

Comprendámoslo de una buena vez. O castro chavismo o democracia. No hay otra alternativa. En Honduras se jugó ayer el destino de América. El triunfo de su democracia augura lo mejor para nuestra atribulada región.

 

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