Hitler no era tan malo…
Eso opina el «hermano revolucionario» Alexander Lukashenko de Bielorrusia, la Rusia Blanca. También que «sufría nostalgia por la Unión Soviética». ¿Qué extraña feromona seduce a los pupilos latinoamericanos de fósiles fracasados, terroristas y antisemitas, como él y Ahmadinejad? Bielorrusia aparece junto a Myanmar, Irán, Cuba, Corea del Norte, Siria, Sudán, Guinea Ecuatorial, Azerbaijan y Zimbabwe entre las tiranías sangrientas del siglo XXI.
La «lucha contra la corrupción» termina por ser guarida predilecta de los bellacos, glosando a Wilde o al Dr. Johnson. Lukashenko llegó al poder por elecciones en 1994 como paladín de la limpieza administrativa desde el Congreso y en feroz campaña de descrédito contra el presidente Shuskevich y las instituciones democráticas. Denunciaba «un inminente atentado en su contra» de «siniestros intereses corruptos».
Autócrata megalómano (como lo son casi todos) tiene una visión heroica de sí mismo y de su trascendente «misión». En 1995 ya en el poder, Lukashenko comete su primer crimen abominable. Hizo derribar un globo aerostático tripulado por dos norteamericanos que por error se habían desviado en una competencia y franquearon la frontera.
Según el desaparecido presidente checo Vaclav Havel, héroe de la lucha universal por la democracia, «las preocupaciones por el estalinismo nuclear en Corea del Norte, parecen ocultar que una dictadura sombría prevalece en el viejo continente. Bielorrusia de Lukashenko… «.
En 1996 convocó un referéndum para extender el mandato presidencial de cuatro a siete años, y otro en 2004 para aprobar la reelección indefinida. Una vez «relegitimado» entre 1999 y 2000 el régimen inicia la cacería de opositores y desapariciones.
El Instituto Internacional de Prensa (IPI), la Federación Internacional de Periodistas (FIP), Reporteros Sin Fronteras (RSF) y el Comité Protector de Periodistas (CPJ) denuncian persecución a la prensa. Octubre negro para ellos fue el de 2004. A dos días del referéndum mandan al hospital al periodista Pavel Sheremet.
Después golpean reporteros que cubrían una marcha pacífica contra los resultados electorales. También a los de la estaciones Russia NTV y REN-TV y destruyen sus equipos. La policía los había amenazado si enviaban información sobre los resultados electorales.
Sin escrutinios ni libre acceso a la información, el gobierno declaró tener 77% de los sufragios para extender el período de gobierno hasta el 2006, pero Europa declaró al gobierno «bajo sospecha» sin la más mínima transparencia. A la periodista Veronika Cherkasova la volvieron picadillo de 20 puñaladas en su apartamento de Minsk. Redactora del periódico Solidaridad había revelado los mecanismos de espionaje de la seguridad del Estado.
En Bielorrusia hay implacable persecución religiosa. El gobierno imprimió y distribuyó gratuitamente los Protocolos de los Sabios de Sión, panfleto históricamente usado para promover los pogromos y exterminios de hebreos. Paradójicamente lo forjó la policía zarista para desacreditar a los dirigentes revolucionarios rusos de 1917 ya que entre ellos había varios judíos como Trotsky, Kamenev y Zinoviev.
Desde 1996 el denunciante Valery Levonevsky se encuentra sometido a acoso, confiscación de bienes e interrogatorios. En 2002 organizó un paro de 120.000 pequeños comerciantes en repudio a Lukashenko por cierre de pequeños negocios. Lo condenan junto con Alexander Vasiliyea a prisión por participar en la Marcha del Pueblo por una vida mejor. El cargo fue «insulto al presidente».
En junio de 2004, la periodista Aksana Novikava va presa por distribuir folletos satíricos. Nikolai Markevich y Pavel Mozheiko, editor y redactor respectivamente del periódico Pagonia, por plantear la implicación de Lukashenko en desapariciones. En 2004, el Consejo de Europa rechaza que se sometan periodistas a «penas de prisión y de trabajo forzoso por criticar al presidente y otros cargos públicos» (resolución 1372).
«Gana» en marzo de 2006 la presidencia con 80 por ciento de los votos en primera vuelta en un claro fraude. Lo denunció el candidato opositor Alexander Milinkevic prestigioso físico y exrector de la Universidad de Minsk. El Centro Levada, prestigioso instituto ruso de investigaciones políticas, sostuvo que Lukashenko no había ganado.
«Partirles el cuello como patitos» a los opositores, fue la oferta presidencial. Sin embargo decenas de miles de personas marcharon en Minsk en defensa del voto, desafiando la prohibición de manifestar.