Opinión Internacional

¡Hasta la victoria…, nunca!

La semana estuvo signada, por tres temas: el narcotráfico, la huelga docente, y la forma rápida y astuta en que Kolynos Massa salió a cruzar el anteproyecto de Código Penal que la Presidente anunció que enviaría al Congreso. Tuvo razón en hacerlo aún antes del ingreso del nuevo texto al parlamento ya que, una vez allí, la conformación de las cámaras permitirá al Gobierno aprobar cualquier disparate.

Con ello, alteró la agenda del Gobierno y levantó una polvareda que aún empaña el horizonte. Aún cuando las firmas que obtenga sean muchas, no resultará vinculante (obligatorio), pero pesará como muestra de la opinión generalizada. Pese a que estoy de acuerdo con el Diputado en su planteo, sobre todo por la inoportunidad de la discusión de un tema tan grave, creo que se ha transformado en una cortina de humo tras la cual el kirchnerismo logrará discutir, sin demasiadas estridencias, el proyecto de Código Civil y Comercial que ya tiene media sanción en Senadores.

A contramano de la sensación popular, motivada por el crecimiento notorio de la inseguridad y el narcotráfico, el cambio que se propone a través de esos códigos me parece aún más grave que el primero. En ellos los argentinos tendremos un nuevo ordenamiento vinculado a toda nuestra vida: en el digesto civil se regulan todas las relaciones de los ciudadanos entre sí, desde su nacimiento hasta la muerte y, por ello, debiera ser motivo de una discusión más amplia y, sobre todo, alejada de la politiquería y de la coyuntura; un gobierno que deberá dejar el poder a corto plazo y que, además, se propone cubrir con un manto de impunidad a sus funcionarios corruptos, sin duda alguna no es el más apto para encarar tantas modificaciones de fondo y, menos aún, cuando cuenta con inmundas mayorías que se cierran ante cualquier debate que implique el riesgo de cambiar una coma de los proyectos que envía el Ejecutivo y se apresuran a levantar la mano para aprobarlos por obediencia debida. Por eso, insto a mis conciudadanos a mostrarse diligentes y activos, y exigir a sus representantes abstenerse de votar favorablemente ambos temas.

Como siempre –Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires- el asesinato de un narcotraficante por sicarios en los bosques de Palermo consiguió dar la visibilidad que merece al problema del narcotráfico y, sobre todo, del narcolavado, por la enorme vinculación que tiene éste con la corrupción gubernamental, política y policial. Si recordamos que la propia campaña presidencial de doña Cristina fue financiada por los laboratorios responsables de la exportación de efedrina a México, o los esfuerzos que los funcionarios realizan diariamente para facilitar su comercio –falta de radarización y vigilancia de fronteras y rutas, incontrolada inmigración y, sobre todo, blanqueo oficial e impune de sus dineros- deberemos coincidir en que resulta indispensable, como arma prioritaria en esta lucha, la transparencia total de financiación de la política; las enormes sumas que genera la actividad permiten la compra de las voluntades más gravitantes en cada país, como ya lo mostraron, tristemente, Colombia y México.

La negativa del Gobierno a dar al problema su verdadera dimensión, pese a que donde más se ha expandido el consumo es en las capas más empobrecidas de la población, indica claramente en que bando de este combate se han colocado sus más importantes funcionarios. Si no reaccionamos ya mismo, si no acordamos sinceras políticas de estado para evitar su expansión, en poco tiempo más los dos centenares de muertos que ya enlutan Rosario se convertirán en miles en todo el país, ya será tarde y Argentina habrá perdido esta guerra.

Si, como ya es oficial, el gasto público creció en enero nada menos que 44%, generando un déficit fiscal que sólo los manotazos a la ANSES han podido paliar, la intención de llegar hasta el 2015 sin excesivas turbulencias tiene la pólvora mojada. Tal como era de prever, las medidas coyunturales y aisladas dispuestas por el Banco Central con relación al mercado cambiario han tenido un éxito que, sin un plan antiinflacionario claro, concreto y, sobre todo, confiable, no podrá extenderse por mucho tiempo. En especial, por la monstruosa suba de precios registrada en el mes de febrero, que algunos autorizados analistas ubicaron en algo más del 6%; resta saber qué hará el INDEC para evitar convalidar esa información.

De todas maneras, y como se esperaba, la huelga de los docentes, que promete agravarse, habla muy a las claras de cuánto entienden las bases sindicales que se deterioraron sus salarios, y cuánto se reducirá su poder adquisitivo este año que, a los efectos, recién empieza. Lo notable, si se quiere, es que quienes han encabezado la protesta son los gremios más kirchneristas; la mayor prueba de ello es que, sólo para impedir que Macri se desmarcara del conflicto, los “trabajadores de la educación” fueron al paro ¡después! de consensuar con la ciudad de Buenos Aires la pauta de remuneraciones.

Creo que sólo las alarmas rojas que se encendieron en todos los tableros en enero y febrero –fuga de reservas, devaluación, salto inflacionario convalidado, aumento de tasas, conflictividad social- y la sensación de la inminencia del choque planetario, es lo que hace que algunos analistas muestren hoy un exagerado optimismo respecto a los resultados terapéuticos del giro copernicano realizado por el Gobierno. Mi sensación es que, a pesar de la orden a los bancos de liquidar divisas y los adelantos de las cerealeras, no obtendrá una mejora de la economía más allá de julio; después, Dios dirá, y no será nada bueno. En especial, por la importante contracción (“estanflación”) que nos afectará este mismo año.

La grave crisis en la situación de Ucrania, de no encontrar una rápida solución no militar, repercutirá con fuerza en la suba de los precios de los combustibles, y la profunda dependencia que hoy tenemos del gas y del petróleo importado complicará aún más el panorama económico. Si en 2013 tuvimos que gastar casi US$ 14.000 millones en pagar esos indispensables energéticos, la factura podría entonces subir a la estratósfera y el escaso nivel de reservas con que contamos no transformarán el hecho en una buena noticia, en especial porque se deben pagar al contado y en efectivo.

Por otra parte, el ya injustificable apoyo del Gobierno al tiránico Pajarito Chiquitico, no ha hecho más que desnudar la falsa política de derechos humanos de doña Cristina. Pero lo más asombroso fue la misa en honor del fallecido Papagayo Caribeño a la asistió la Presidente el miércoles, en especial porque contrastó con su notoria ausencia a las que se celebran por las víctimas del crimen de Once, del cual su gobierno es responsable directo por haberse robado los dineros que hubieran podido evitarlo.

Un renacido ex Twitterman se ocupó, esta semana, y después de recular en chancletas por el memorándum con Irán, otra vez nos pone en la picota mundial con la errática política internacional. Mientras el Chiquito pero Rendidor Kiciloff y el Mago Galucchio hacen malabares para tratar de mejorar la imagen de la Argentina y la percepción de un clima de negocios razonable (condiciones esenciales para un más que dudoso desembarco de inversiones extranjeras), y muchas provincias cierran acuerdos con los Estados Unidos para la lucha contra el narcotráfico, nuestro Canciller, recordado por su tenaza en Ezeiza, dedica altisonantes agravios a ese país y el Jefe de Gabinete niega el problema y ratifica que no se controlará la inmigración. Si no hubiéramos inventado el blanqueo más injustificado y generoso para los corruptos y los lavadores de dinero, tal vez las posturas de éstos hubieran parecido más serias, pero lo único que han conseguido es ratificar el ridículo papel que la Presidente obliga a desempeñar a sus ministros.

A este paso, debe faltar poco para que los aplaudidores ofrezcan a doña Cristina mediar entre Moscú y Kiev o entre La Habana y Táchira. Tal vez desde ese rol, nuestra gentil Presidente pueda intentar digerir el nuevo sapo que ha pasado a integrar su dieta: la nominación de SS Francisco como candidato al Nobel de la Paz. Ahora que se ha anunciado que doña Cristina, camino a la Feria del Libro de París, también haría una escala en el Vaticano, habrá que observar qué consecuencias tendrá la entrevista privada que allí mantendrá con un Bergoglio muy, muy preocupado por la situación en la Argentina.

Voy a encender una luz de esperanza para mis conciudadanos que aspiran a que el kirchnerismo desaparezca de la faz de la tierra. Es posible que, de cara a las próximas elecciones, cuando quiera que se produzcan, se consoliden dos frentes: el primero sería una alianza entre Cobos, Aguad y Macri; el segundo, entre Massa, Reutemann y Eduardo Bussi, el actual Presidente de la Federación Agraria; resulta claro que saldrán de ambos fórmulas lo suficientemente potentes para confirman la exclusión del candidato del Frente para la ¿Qué? de un ballotage. ¡Espero que Dios bendiga tamaño signo de madurez política!

 

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