Opinión Internacional

Habrá o no un compromiso de Santos y Chávez sobre las farc

Las noticias que llegan de Colombia sobre la conformación del nuevo gobierno de “unidad nacional” no pueden dejarnos indiferentes porque van más allá de unos simples nombramientos. Por otro lado, las sospechas de que estábamos en presencia de un cambio de gran calado en ese país, así como de un golpe de timón en la diplomacia hacia la región, parecen confirmarse.

Inicialmente, cuando el gobierno de Uribe anunció una denuncia que haría en el seno de la OEA sobre la presencia de campamentos de la narcoguerrilla terrorista FARC en territorio venezolano, se suscitó un debate sobre los objetivos que aquella perseguía, su novedad, oportunidad y la participación que tendría en ella el presidente electo, Juan Manuel Santos.

¿Qué buscaba Uribe con hacer tal denuncia a pocos días de su salida del gobierno? ¿Era oportuna o intempestiva? ¿Eran nuevas y contundentes las informaciones que serían hechas públicas o no eran más que un refrito? ¿Estaba inteligenciada con Santos la denuncia? ¿Qué tenía de cierto eso de que Uribe y Santos jugaban al policía malo y al policía bueno?  ¿Favorecía los planes de Santos de reestablecer las relaciones con Venezuela esta movida de última hora de Uribe? ¿Uribe no se quería ir sin haber aportado más pruebas de las FARC en Venezuela? ¿Representa Santos un  nuevo enfoque de la diplomacia colombiana en general y respecto de Venezuela en particular? ¿Que repercusiones podía tener en la política venezolana? De cara a las elecciones de septiembre ¿Venía la denuncia en auxilio de Chávez al permitirle blandir un discurso patriotero ante una supuesta agresión militar a Venezuela?

ENGANCHADOS EN LA DENUNCIA

Sensible como está Venezuela al tema de las cómplices y estrechas relaciones y la permisividad del gobierno con la narcoguerrilla colombiana, de arrancada muchos venezolanos se enganchan en la onda de la denuncia y la apoyan. Como es lógico, no pocos la vieron con buenos ojos en los sectores democráticos, habida cuenta del peligro que representan. Desde hace tiempo se esperaba el aporte de más pruebas y llevar el asunto a una instancia internacional, tal y como se había anunciado en muchas ocasiones. ¡Al fin se revelaría la información de las laptops de Reyes¡

No obstante, persuadidos de que está más que probado el vínculo gobierno venezolano-FARC y de que éstas tienen a nuestro país como zonas de alivio, y  dudando acerca de la novedad de las evidencias anunciadas, nos preguntábamos qué estaría detrás de la denuncia en estos precisos momentos y cuál el propósito de Uribe, toda vez que no se veía muy claro la conveniencia para el nuevo gobierno, el cual ha manifestado su deseo de entenderse con el gobierno de Venezuela, ni la supuesta combinación entre presidente saliente y electo en la jugada. De todos modos, había que esperar ver el contenido de la denuncia en la OEA.

LA DENUNCIA EN LA OEA

Vimos la denuncia por tv de cabo a rabo, incluida la destemplada respuesta del impresentable Chaderton.

Ciertamente, fueron expuestas evidencias e informaciones que no estoy en capacidad de decir si son o no ciertas. Pero dándolas por ciertas, no lucieron impactantes ni contundentes como esperábamos. Por ejemplo, se dice que hay 1500 guerrilleros, lo cual no dudo que pueda ser verdad, pero ni una sola foto de 5 o 10 guerrilleros juntos. Hay, ciertamente, una debilidad en la denuncia, independientemente de su veracidad.

En cuanto a la oportunidad de la denuncia, el tema se torna un poco oscuro. ¿Por qué no se hizo antes y se presenta a escasos días de la asunción de un nuevo gobierno de “unidad nacional”, y luego de las declaraciones de Santos sobre su disposición a avenirse con Venezuela y Ecuador? Se ha señalado que esta jugada estaría concertada entre Santos y Uribe, pero me pregunto: ¿con que objeto? ¿Qué se buscaría obtener de Chávez? ¿Qué se pretendería, como dicen algunos, con el juego del policía bueno (Santos) y el malo (Uribe)?

Algunos han señalado motivos principistas, otros de conveniencia (ahorrarle la denuncia a Santos). No han faltado los enfoques acerca de la personalidad de Uribe.

Sea cuales fueran las razones que la movieron, hecha la denuncia, ya hemos visto el resultado: Chávez, sin justificación suficiente, rompe relaciones con Colombia, denuncia una posible invasión colombiana y lleva el problema a UNASUR, escenario institucional precario en el cual no se logra, como era de esperarse,  ningún acuerdo al respecto. Ni siquiera el inefable secretario general de la organización, Néstor Kirchner, asiste, y faltan varios cancilleres a la cita, evidenciando el poco interés en el asunto o dando tiempo a la toma de posesión del nuevo gobierno colombiano.

Por su parte, el gobierno de Uribe replica y “regresa” a la OEA a pedir la creación de una Comisión internacional que verifique la presunta presencia de las FARC y del ELN en Venezuela, a lo que Insulza contesta que es un problema bilateral sobre el cual la organización, en principio, no puede hacer nada, excepto llamar a las partes a entenderse. Termina diciendo el Secretario de la OEA que “probablemente en un clima nuevo y pasado el periodo de transición en Colombia las cosas van a mejorar, ir en una dirección mejor”,

¿QUÉ SUCEDERÁ CON LA DENUNCIA DEL GOBIERNO COLOMBIANO?

Santos se ha desmarcado de la denuncia y ha hecho mutis.  A la par de todo esto, se ha dicho que los nombramientos de éste estaban creando problemas en el seno de la coalición ganadora, y se explicitó cierto descontento.

Pareciera que la actitud de Santos en este embrollo trasluce un cambio de orientación diplomática, habida cuenta del relativo aislamiento regional de Colombia en los últimos tiempos. Con esto coincide un observador de Interamerican Dialogue, Michael Shifter. Éste señala que Santos no dudará en poner su sello en la crucial relación bilateral con Venezuela. Para él, está claro que el presidente electo hará un esfuerzo por evitar confrontaciones personales, a veces teñidas de ideología, que caracterizaron la relación Uribe-Chavez.  Y en su lugar se podría esperar que Santos adelante un curso más sofisticado que busque minimizar riesgos  para ambos países y así asegurar que las futuras disputas no se salgan fuera de control.  Shifter termina diciendo que la selección de Maria Angela Holguin, ex embajadora en Venezuela, como próxima canciller, muestra que Colombia espera alcanzar algún compromiso diplomático con Chávez. 

Por lo pronto, la denuncia quedará en stanb by. Ni en la OEA ni en UNASUR parecieran tener interés en llevar este asunto a sus últimas consecuencias. Si lo que se cree será la conducta de Santos en el futuro respecto del gobierno venezolano es cierto, el destino próximo de lo denunciado sería su congelamiento a la espera de lo que se “acuerde” con Chávez tanto en materia de las FARC como de otras cuestiones más prácticas y crematísticas, como el reestablecimiento de las relaciones comerciales, tema éste muy sensible para ambas naciones.

LOS EFECTOS EN VENEZUELA

La primera impresión que tienen algunos en Venezuela es que la denuncia de Uribe ayuda a Chávez, porque desvía por momentos la atención sobre los graves problemas que confronta el país y le da pie para emprender una campaña patriotera frente a un supuesto enemigo externo, lo cual lo favorecería en la campaña electoral por iniciarse.

La reacción desmedida de Chávez no se hizo esperar. Desde el rompimiento de relaciones, pasando por la llevada del problema a Unasur, hasta las movilizaciones de tropas, todo ha hecho por tratar de crear un clima en el que estaríamos frente a una amenaza de un enemigo externo que busca agredirnos o invadirnos, aupado por el demoníaco imperio. Con base en este discurso, también se busca atacar a la oposición venezolana que critica el rompimiento de relaciones con Colombia, de traidora a la Patria.

Para la oposición democrática venezolana, no hay duda de que la denuncia formulada debía hacerse. Sobre la oportunidad es donde hay divergencias. Igualmente, existe un sentimiento mayoritario en ella que las relaciones con la “hermana república” deben recomponerse sobre bases sinceras y transparentes de cooperación e integración, todo de conformidad con los principios y normas del derecho internacional. Ambos pueblos lo demandan y anhelan.

Esto implica necesariamente una posición conjunta frente a la narcoguerrilla terrorista. Si no se consigue este compromiso, las relaciones bilaterales no podrán reestablecerse en el corto plazo. Habrá que esperar, principalmente, un nuevo gobierno en Venezuela. Mientras el gobierno de Chávez siga en contubernio con las FARC y el ELN, es improbable un entendimiento con el gobierno de Santos, el cual pareciera tener toda la disposición para ello.

No hay que olvidar la incidencia que puedan tener los resultados de las elecciones parlamentarias de septiembre en este asunto tan importante. Un triunfo de la oposición podrá colocar el tema en otra dimensión.

Sólo queda aguardar cómo se desarrollarán los eventos en los próximos meses.

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