¿Guerra fria o guerra tibia?
Comentaristas internacionales, tanto venezolanos como extranjeros, han venido señalando que pudiéramos estar presenciando el comienzo de una nueva guerra fría como consecuencia de las discrepancias que han surgido entre los Estados Unidos y Rusia en relación con varios temas importantes.
La guerra fría fue un enfrentamiento entre el “bloque occidental” (Estados Unidos y los gobiernos aliados o amigos) y el “bloque oriental (la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y sus satélites de Europa Oriental mas China y países afines sobre todo de Asia) que se limitó al ámbito político, ideológico, económico, cultural e informativo. De allí el nombre de “guerra fría”. En lo militar no pasó de ser una competencia por superar el potencial bélico del rival, particularmente en la posesión de armas nucleares y sus vectores. Dentro de esa competencia, que involucraba estrategias de disuasión nuclear, el único momento verdaderamente álgido fue el de la crisis de los misiles en Cuba, la cual, para bien de la humanidad fue sofocada mediante concesiones recíprocas entre las dos “superpotencias”.
Lo que estamos presenciando ahora es más bien de una “guerra tibia” porque no están de por medio rivalidades ideológicas, culturales o económicas. En cambio si juegan un papel importante algunas confrontaciones bélicas afortunadamente limitadas, por ahora, al ámbito local pero que desafortunadamente, como ocurre siempre cuando se enfrentan los ejércitos, ya han producido considerables y lamentables pérdidas humanas.
Rusia trata de preservar lo poco que queda de su esfera de influencia luego del desmembramiento del imperio soviético comunista y del pase de prácticamente todos sus antiguos satélites al bloque occidental mediante su incorporación a la Unión Europea y a la OTAN.
En Chechenia, Rusia sofocó por la fuerza de las armas el movimiento separatista checheno; en Kosovo ha rechazado la independencia de ese territorio en solidaridad con Serbia y por la similitud de ese caso con el de Kosovo; en Osetia del Sur, paradójicamente, luego de la confrontación armada con Georgia, unilateralmente impulsa la independencia de ese enclave situado dentro del territorio georgiano. Seguramente Abjasia correrá una suerte similar a la de Osetia. Todos estos casos son manifestaciones del propósito de Rusia de consolidar, incluso por la fuerza de las armas, su control sobre territorios y regiones que le son estratégicamente vitales.
El caso de Osetia ha llevado al bloque oriental a condenar la conducta de Rusia e incluso a adoptar algunas represalias o sanciones como el enfriamiento de las relaciones de la OTAN con ese país, medida que Moscú ha asumido con absoluto desdeño.
A este escenario hay que agregar el caso del escudo misilístico que los Estados Unidos está instalando en Europa del Este, concretamente en Polonia y la República Checa para prevenir eventuales ataques nucleares terroristas o provenientes de alguno de los países del “eje del mal” y más concretamente de Irán, país que está lanzado en una carrera por controlar la tecnología nuclear. Aún cuando el régimen de Teherán asegura que sólo persigue dominar esa tecnología con fines pacíficos, el umbral entre el uso pacífico y el uso militar que ha alcanzado el desarrollo nuclear de ese país se hace cada vez más vago, lo que justificadamente genera preocupación no solamente a los Estados Unidos sino también a toda Europa.
Rusia considera que el escudo misilístico representa una amenaza a su seguridad porque neutralizaría sus sistemas de defensa y ha reaccionado anunciando que podría utilizar a Cuba como una para el reaprovisionamiento de sus aviones dotados de armas nucleares que mantienen vigilancia permanente sobre el territorio norteamericano. A esto se agrega que Rusia acaba de ensayar un poderoso misil de largo alcance, capaz de transportar 550 kilotones de artefactos nucleares hasta un objetivo situado a 10.000 kilómetros (la distancia entre Moscú y Washington es de 7.818 kilómetros).
A todas éstas, uno se pregunta ¿Quién le dio al teniente coronel presidente vela en ese entierro? Qué busca este señor con su entrega de brazos y chequera abiertos a Rusia, con sus carantoñas al dúo Putin-Medvedev, con su ofrecimiento de recibir “en visita de cortesía y de trabajo” una flota de la armada rusa y con su infortunada, prematura e innecesaria declaración de apoyo a Rusia en el conflicto de Georgia y el reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur?
Si esa guerra tibia sigue subiendo de temperatura, los venezolanos podemos resultar escaldados.
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