Gas natural y nacionalismo
No hay duda de que el discurso nacionalista, con respecto al gas natural, fue una de las consignas que condujeron al triunfo de Evo Morales en Bolivia. Hay que reconocer que el nacionalismo vende y si se trata de recursos naturales, que siempre se quiere llevar el imperialismo, vende mucho más. Sin embargo, reflexionando sobre el asunto, se puede afirmar que la nacionalización de los recursos naturales, en general, y del gas natural, en particular, resulta redundante. Desde nuestra tradición colonial, los recursos naturales en todos los países hispanoamericanos, pertenecen a la nación. En la colonia la nación se expresaba en el rey y de allí viene el impuesto llamado regalía. En nuestra historia republicana los recursos pertenecen a la nación, aunque suele ser el estado, al igual que el rey, el que se los apropie en nuestro nombre.
Siendo esto así, nacionalizar los recursos es innecesario, porque los recursos ya están nacionalizados, pertenecen siempre a la nación. Ahora bien, una cosa es poseer los recursos y otra cosa muy distinta es definir como se van a explotar. Se asume que nacionalizar los recursos implica que deben ser explotados por una empresa pública, creada para tal fin, y ese ha venido a ser el verdadero significado de nacionalizar, restringir la explotación al sector público.
Pero yo me pregunto: ¿Cuando la empresa boliviana de gas, GB o BG, tenga que realizar trabajos de exploración, para cuantificar los recursos en su subsuelo, cómo lo va a hacer? ¿Con qué tecnología GB va a realizar las tareas de exploración? Como no posee la tecnología, necesariamente tendrá que recurrir a contratar a una de las trasnacionales del negocio que son las saben explorar y cuantificar las reservas y éstas empresas, sin asumir ningún riesgo exploratorio, le harán el trabajo a GB por una módica suma que pagarán todos los bolivianos, independientemente de que la exploración sea exitosa o fracasada.
Lo mismo va a pasar cuando se decida explotar el gas, habrá que buscar las empresas que disponen la experticia en perforación, para que desarrollen los distintos campos. Y estás empresas, también sin ningún riesgo, ejecutarán los trabajos. Esto se repetirá con el tratamiento y depuración del gas, con su transporte y, probablemente, con su comercialización. Algo parecido a lo que hacemos en Venezuela después que botamos 300 mil años-hombre de experiencia.
Por eso yo me pregunto ¿Dónde queda el nacionalismo en todo esto? Se tendrá una empresa pública que generará su respectiva burocracia, mientras las trasnacionales harán las tareas. Ese es el futuro que se puede prever para el nacionalismo boliviano.
Esto no quiere decir que desde estas líneas nos opongamos a que existan empresas energéticas públicas, las hay excelentes. Pero cuando la motivación para crearlas es la posesión de un recurso, se comete un error conceptual de entrada, bastaría con elaborar un buen contrato de concesión y que se cobren los impuestos debidamente. Probablemente sería más provechoso para la nación.
Para crear una empresa energética pública hay otras motivaciones diferentes a la posesión del recurso que han resultado muy útiles. Ahí tenemos a España, que posee Repsol sin necesidad de tener petróleo; o a Brasil, que comenzó con Petrobras para centralizar la importación y hoy autoabastece a Brasil de petróleo y se está expandiendo exitosamente por muchos países, inclusive va a venir a explotar petróleo pesado de la faja sin que se le conozca experiencia previa en la materia.
De modo que la recomendación que habría que hacerles a los gobiernos voluntaristas que quieren tener su empresa nacional es que cuando la creen, en cualquier campo, la conciban para competir con las mejores del mundo en su ramo. Con ese criterio podrán tener opción de ser exitosos, bien sea en empresas gasíferas o en biotecnología.