Opinión Internacional

Francia y Uribe

El propósito de esta nota es acusar al Estado francés, representado por los gobiernos de Sarkozy y Chirac, de arrogancia, hipocresía e irresponsabilidad en su política hacia Colombia y el Presidente Uribe.

Luego de que Raúl Reyes cayese abatido el pasado día sábado, el gobierno francés emitió un comunicado en el que aseveró que ese episodio se produjo “en un momento crucial en el que todo debía hacerse para respaldar la dinámica positiva que se había creado con la liberación unilateral de varios rehenes”. El significado de estas palabras es inequívoco. Según el Estado francés Colombia y Uribe han debido abstenerse de atacar al narcoguerrillero, pues a Francia lo que le importa es la liberación de Ingrid Betancourt.

Semejante arrogancia, que constituye una clara intromisión en los asuntos internos de Colombia, se une a la hipocresía de un Estado francés que presume de sus intenciones humanitarias, pero que en realidad ha logrado que el mundo entero pierda de vista que las FARC tienen a centenares de personas, todas igualmente dignas, secuestradas y humilladas desde hace años, pero pareciera que existe sólo una que debe ser libre y ello porque se trata de una ciudadana francesa, con influencias en los medios diplomáticos parisinos.

Imposible no simpatizar con la desgracia de la señora Betancourt y el dolor de su familia, e imposible a su vez no resaltar la injusticia que se comete al singularizarla del modo que lo han hecho el Estado francés y los activistas que la han convertido en su causa personal, hasta borrar de la atención mundial lo que está en juego en Colombia y la suerte de tantos otros, cuyos nombres jamás son mencionados.

El Estado francés, aparte de arrogante e hipócrita, actúa de modo irresponsable al otorgar a las FARC un reconocimiento que no merecen, dando al mismo tiempo a Hugo Chávez la oportunidad de presentarse como agente humanitario, cuando en realidad no es otra cosa que un aliado de la narcoguerrilla, que en su delirio empuja a Venezuela y Colombia a una guerra fratricida.

Arrogancia, hipocresía e irresponsabilidad son lo que hacen de la actual política francesa hacia Colombia y Uribe un ejemplo de lo que los europeos son capaces cuando se trata de lidiar con naciones latinoamericanas, a las que miran por encima del hombro y cuyo combate por la libertad y la democracia les parece menos interesante que nuestros fracasos revolucionarios. Para el gobierno y la intelectualidad francesas el despotismo castrista es “chic”, en tanto que la democracia colombiana es tediosa; Chávez es folclórico y divertido en tanto que Uribe es condenado porque combate con éxito a la narcoguerrilla.

Semejante actitud es propia igualmente de la izquierda norteamericana, en particular en el partido Demócrata, dedicado a entorpecer el tratado de libre comercio entre Colombia y Estados Unidos y a cuestionar a Uribe en función de los derechos humanos de los narcoguerrilleros. Estas posturas hacen enorme daño y ponen de manifiesto gran ceguera política y torpor moral.

¿Caerá algún día en cuenta el Estado francés de la perversidad del juego de Chávez, quien utiliza la reputación diplomática de París para sus propios fines? No lo creo. La arrogancia, hipocresía e irresponsabilidad francesas en este caso ya han ido demasiado lejos. Por fortuna esos desatinos no doblegarán a Uribe y al pueblo colombiano, que están triunfando en su guerra contra las FARC. En cuanto a Venezuela, las fanfarronadas de Chávez hastían. Chávez es un bocón y sus amenazas son vacías.

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