Fidel, Fangio y el terrorismo
Las largas condenas a disidentes democráticos en Cuba y los fusilamientos de tres jóvenes secuestradores de una lancha luego de un juicio sumarísimo en que fueron privados de las mínimas garantías procesales, noticias éstas que han sido ampliamente difundidas y detalladas por los medios de comunicación en los últimos días, nos motivan a recordar hechos históricos que no sólo relacionan la extrema crueldad y desproporción de estos actos con la naturaleza terrorista que ya llevaba en si misma la guerrilla castrista y su Movimiento 26 de julio en su lucha previa al triunfo revolucionario, sino el engrudo y carga de cinismo con que se argumentan hoy las persecuciones y los asesinatos mostrando una vez más sin reparar en su senilidad, la monstruosa condición impostora y criminal de Castro y de su desvencijada revolución.
Es un hecho absolutamente persistente, sistemático además de notorio, la raigambre terrorista per se del régimen Castrista.
Desde 1959 conculcó los derechos civiles y políticos de sus compatriotas . Las erráticas y de suyo también terrorista maneras en que los norteamericanos y algunos paisanos de Castro lo enfrentaron, facilitaron la imposición del paquete mesiánico, narcisista y autoritario que ya traía en sus morrales el comandante desde la Sierra Maestra, y que explicarían en buena parte la radicalización de Cuba y posterior alineación y sumisión a la Unión Soviética,para la época la otra potencia hegemónica.
El carisma de Fidel y sus barbudos, consustanciado con el impacto mediático que se solazó para su recepción y consumo eficazmente envuelto en un ingenuo romanticismo muy a ritmo de bolero y aventura caribeña, unido a la justeza de la causa por la que luchaba- confrontado con una tiranía de altos voltios brutal y corrupta-, encubrió-ante el encandilamiento mistificador de su victoria-, el empleo despiadado de los medios que utilizó para llegar y más tarde mantenerse el poder
Es relevante recurrir a la memora histórica, ante los nuevos hechos de este asesino justificados y festejados aún por muchos, con un alumno muy aventajado en Venezuela, pues las acciones por la que juzgaron a los disidentes democráticos y la saña con que cegó la vida a tres jóvenes con una nueva ración de paredón, es equiparar en el mismo rango el romper un vidrio con una pelota con dinamitar y volar objetivos civiles; actividad ésta última que desplegó con furia el Movimiento guerrillero 26 de julio y el Directorio Revolucionario al mando del impresentable Castro.
El origen terrorista del actual gobierno cubano ha sido señalado por algunos de sus excompañeros y por voceros del partido socialdemócrata cubano. Indican, que «desde sus inicios en la lucha contra la tiranía de Batista por orden de Fidel Castro los comandos de Acción y Sabotaje, que era como se llamaban los comandos encargados de llevar a cabo acciones terroristas, pusieron 100 bombas en La Habana para meter al pueblo en sus casas, pues él estaba en guerra y no podía haber diversiones en la capital de la República.» Como consecuencia de esto, perdieron la vida o resultaron lesionados y mutilados personas inocentes ajenas a aquella confrontación.
Lo curioso es que el mismo Fidel apresado en 1953 por el frustrado asalto al cuartel Moncada no solamente no fue fusilado, sino a los dos años de prisión fue amnistiado por la dictadura. Conste igualmente que fue condenado a 15 años, con todo y haberse alzado en armas contra la legalidad que imponía la tiranía y a pesar de la gravedad de su delito, su pena-que como ya sabemos ni siquiera purgó en mínima parte- fue ostensiblemente menor a la que les dictaron a una buena cantidad de los luchadores democráticos que con armas pacificas piden cambios dentro del oprobioso sistema comunista que él controla hace 44 años.
Hasta Batista -al menos en su caso y el de los otros presos que lo acompañaban – mostró una compasión y flexibilidad política que resulta inexistente de la condición felona de Castro y que lo coloca a distancia más allá de la barbarie.
El secuestro de Fangio
La guerrila fidelista también lidió con el secuestro.
El domingo 24 de febrero de 1958, el más afamado piloto de carreras Juan Manuel Fangio fue secuestrado por miembros del movimiento 26 de Julio, por orden de su líder Fidel Castro. El operativo tenía fines de propaganda cuyo objetivo era por un lado llamar la atención del mundo entero sobre las condiciones paupérrimas en las que se encontraba el pueblo cubano de aquel entonces bajo el régimen de Batista y por el otro, desmontar la intención del autócrata de su propósito de presentar,» El Segundo Gran Premio de Cuba» – ante la incontrolable crisis política que tenia encima-como demostración que en la isla «no pasaba nada»; toda la atención debía fijarse en el circuito El Malecón.
En la carrera efectuada con la ausencia del gaucho campeón mundial, se produjo un accidente en las que murieron 7 persona y 30 resultaron heridas. Existen acusaciones y testimonios que vinculan también la ocurrencia de la tragedia a elementos de la guerrilla que supuestamente la provocaron con el fin de deslucir el evento.
A 27 horas del secuestro ,sin tiros, Fangio fue entregado a las autoridades argentinas de la embajada en la Habana sano y salvo
Aquel episodio fue edulcorado en su momento y la prensa internacional le dio características épicas inyectadas con nutritivas dosis de gesta medieval, contribuyendo decididamente a la leyenda que se fue tejiendo alrededor de los combatientes de la Sierra Maestra y de su principal jefe y protagonista.
Lo que deseamos valorar como significativo ante la crueldad homicida de la «justicia revolucionaria» ensañada contra los tres jóvenes secuestradores de la lancha que sin duda cometieron un delito, es que su acción, si se trata de ensayar la justificación de un secuestro, tenía un fondo de motivación de mucho mayor peso que lo de Fangio, como actores reales y cotidianos de un drama que a su vez arrastran centenares de miles de cubanos en su país. Impedidos de un trabajo decente,de movilizarse con libertad hacia otra nación y de conseguir por vías ordinarias una visa miserable que los saque de una vez y para siempre del infierno.
La retención de Fangio, tuvo una razón política deliberada y planificada que tenía por objeto debilitar el gobierno y eventualmente derrocarlo llevada a cabo en un escenario,sin duda, dictatorial,arbitrario e ilegitimo . Asi mismo, el uso de armas de fuego, los cercos y redadas de la policía intentando hallarlo y las otras circunstancias de la operación, pusieron en mayor peligro la vida del corredor, muchos transeuntes en la calle y las presentes en el hall del hotel Lincoln de donde se lo llevaron; comparado con la tensión y terror que causaron recientemente estos muchachos, armados con cuchillos, sin pistolas en un escenario dictatorial, asfixiante e igualmente ilegítimo.
Pero para su poca fortuna se convirtieron en villanos, delincuentes traidores, contrarevolucionarios y finalmente cadáveres.
Los espacios heroicos ya los habían ocupado otros mucho antes. En el santoral revolucionario hacen tiempo se había decidido cuales son los secuestros buenos y los viles. Los que tienen pegada y notoriedad que cantaron con el Che » esta sociedad ha dicho basta y ha echado a andar»; y los que ejecutan los hijos de un anónimo y humilde vientre del pueblo que atorados por el ruido desprestigiado, monocorde y sin rumbo de una vieja barcaza derruida de cansancio frustraron sus vidas y libertades.
«Los motivos para el secuestro de Fangio, es decir la pobreza y la falta de libertad del pueblo cubano, siguen hoy en día tan campantes y agudos (o peor) como en los tiempos de Batista».