Europa; Hastiada del Vaticano, Está Fabricando Una Nueva Religión
La fe es creer en algo sin tener prueba de ello—y en los 600 siglos que la humanidad lleva existiendo en el planeta Tierra—ha sido la fe, la que ha gobernado; desde a la más minúscula de las tribus, hasta la más extensa de las civilizaciones—para la gran complacencia shamanes, sacerdotisas, sacerdotes y gurúes de toda estirpe, ya que esto les confiere una aureola de inmunidad y los mantiene en la cúspide de las oligarquías de cada nación.
La ciencia, por otra parte, es la antítesis de la fe; por cuanto sus afirmaciones requieren obligatoriamente de pruebas para ser aceptadas—y le confiere a todo individuo el más preciado de todos los dones: ser libre para perseguir sus sueños, y para llegar a ser todo lo que es capaz de ser.
También, toda religión promete a sus fieles recompensas fabulosas—si siguen sus mandatos—y horribles castigos si los desobedecen—y se declara a sí misma dueña de la verdad absoluta; la ciencia, al contrario de la religión siempre se está corrigiendo a sí misma mediante nuevos hallazgos y descubrimientos, y por lo tanto sus verdades son siempre relativas—dejando a salvo un margen de error, en el que se concentra para hacerlo cada vez más pequeño—y la ciencia, comenzó a existir a finales del siglo 17; con la aparición de Era del Racionalismo, y por lo tanto lleva apenas un poco más de 3 siglos de existencia—pero le ha proporcionado a la humanidad; herramientas tan poderosas, que mientras más alejada de la ciencia se encuentra una civilización humana, más atrasada y primitiva es.
Sin embargo; es extremadamente difícil apartar a cualquier ser humano de la fe, en la cual él, ella y sus antepasados, han estado sumergidos durante siglos; y hasta milenios—y para mantener su fe no tienen que hacer nada—sólo creer en algo de lo que no tienen pruebas.
También es sumamente difícil entrenar científicamente a cualquier ser humano, ya que se requieren; inevitablemente, décadas de aprendizaje de numerosas disciplinas distintas—tarea que muy pocos están dispuestos a llevar a cabo.
Por ejemplo: el rayo—según toda religión—era la prueba irrefutable de la “ira de Dios” (de cualquiera de los miles de dioses que han existido a través del tiempo), pero eso cambió en la década de 1750, cuando la ciencia desarrollada por Benjamín Franklin, demostró que los rayos no eran más que una forma natural de electricidad, y lo llevó a inventar el pararrayos que aún se usa hoy para proteger las edificaciones que de otra manera serían destruidas si son impactadas por un rayo.
Los europeos ya se cansaron de que el Vaticano se entrometa constantemente en las políticas internas de cada país europeo insistiendo en que se no se contraríe y se mantenga vigente su medieval visión del mundo y de la sociedad—y por ello tienen ya varias décadas fabricando una nueva religión en la que Dios es reemplazado por la Madre Naturaleza—ejemplos patentes de esta nueva religión, son la agricultura orgánica y el calentamiento global, que intentan cambiar el comportamiento de la humanidad hacia una reverencia religiosa hacia la naturaleza, y a abandonar sus comportamientos que la dañan (como la contaminación) y el uso y consumo masivo de sustancias “artificiales” en desprecio de las sustancias “naturales”.
Como toda otra religión; esta nueva religión europea, le promete a sus fieles, que “serán más saludables” si consumen sólo alimentos “orgánicos”, y los aterrorizan diciéndoles que podrían desarrollar cáncer u otras horribles enfermedades, si siguen consumiendo alimentos producidos utilizando una gran variedad de sustancias químicas “artificiales y peligrosas”—o “peor aún” consumiendo alimentos “transgénicos” que podrían dañar tanto el ADN de las personas, como alterar el “balance de la naturaleza”—idealizando a la naturaleza al presentarla como un bucólico lugar donde miles de criaturas animales y vegetales viven en completa armonía—cuando la realidad es que la naturaleza es un lugar inmisericorde y feroz, donde diariamente se libra una mortal “carrera armamentista” entre todas las especies vegetales y animales—y sólo sobreviven aquellas que mejor se adaptan a ese ambiente feroz. De la misma manera, esta nueva religión afirma que la producción humana de dióxido de carbono (CO2)—al que llama “gas invernadero” está cambiando el clima de la Tierra y traerá nefastas consecuencias para todo el planeta; cuando en realidad, el 95 % de la temperatura ambiental es debida a la capacidad del vapor de agua (H2O) para retener temporalmente el calor producido por el Sol—ya que el vapor de agua, es el más poderoso de todos los “gases invernadero”—y el cambio del clima de la Tierra, es algo natural, producido por la energía solar y los cambios en la órbita que la Tierra recorre alrededor del Sol, y a los cambios en el ángulo del eje sobre el cual rota la Tierra, sobre sí misma. La invención de esta nueva religión europea, tiene el mismo objetivo que todas las otras religiones del pasado: el control político de la humanidad—y esto ya se ve, en la desnaturalización de la Organización de las Naciones Unidas—y de otros entes pluri-nacionales, que se están alejando de la ciencia, para seguirle el juego a esta nueva religión.