Opinión Internacional

España, ¿un mito?

Todos los años, por estas fechas y con motivo del aniversario de la promulgación de la Constitución vigente, se pone sobre el tapete el tema de la posible modificación de la ley fundamental de los españoles.

Analizando la situación y las actitudes de sus ciudadanos, recordamos que hace unos años era frecuente escuchar que España es un país que solo existe para quienes vivimos al oeste de Atlántico. En la península solo se habla de Cataluña, de Galicia, de las Vascongadas, de Castilla… de Andalucía y así, hasta el aburrimiento.

Por otra parte, recordamos que se decía que los españoles son tan separatistas que se comen la paella grano por grano.

Nos resulta paradójico que a pesar de que ya se han cumplido quince años de la existencia de la Unión Europea y de que España ha pertenecido y ha obtenido importantes ventajas en esa comunidad, existan regiones que quieran hoy, en pleno siglo XXI, promover un separatismo realmente absurdo.

La pluralidad de España es un hecho incontrovertible. Su conformación étnica tiene los más diversos orígenes. Su medio millón de kilómetros cuadrados, conformados por el área peninsular y los conglomerados balear y canario y sus más de cuarenta y seis millones de habitantes, tienen antecedentes étnicos muy diversos y cada día se incorporan a sus sociedades hombres y mujeres de orígenes que poco tienen en común. Íberos, Griegos y Romanos, fenicios, celtas, cartagineses, suevos y vándalos que vinieron desde Alemania, o mejor dicho, desde Germania, los alanos, nómadas de origen iranio, los judíos que encontraron refugio bastante seguro en la península y los musulmanes que ocuparon esas tierras desde el 711 hasta fines del siglo XV. El avance de la Reconquista iniciada por Pelayo el 722 y las conquistas que culminaron en el conglomerado de reinos que terminaron bajo la égida de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, nos hacen percibir que el Reino de España tiene todos los orígenes y la influencia de todas las lenguas. No olvidemos el componente guanche de nuestros antepasados los canarios y la diversidad que palpamos en las islas Baleares.

Hoy, España es el puerto seguro donde atracan por vía marítima quienes escapan de los horrores de África y sitio de establecimiento de latinoamericanos, que generalmente ingresan por el aire, de origen variado y que han encontrado en el reino lugar apropiado para su desarrollo y obtención de un estilo de vida mejor.

Todo este crucigrama, que cubre más de veinte siglos, obliga a los ciudadanos del reino a hacer todos los esfuerzos posibles e imposibles para lograr unas condiciones comunes a todos los españoles que construyan el futuro de una gran nación y no un retazo de desavenencias fundadas en chismes e historias parciales que solo contribuyen a su desunión y a su potencial destrucción.

El tema del sistema de gobierno también es una piedra en el zapato. Los años más recientes le han demostrado al país que una monarquía parlamentaria, como la mantienen los países nórdicos y la Gran Bretaña, amalgama las razones históricas con las ventajas de una democracia. La realeza, que cada día se incluye más en las costumbres y usos del ciudadano común, es un símbolo y una institución que también ha contribuido a construir un presente favorable.

Desde aquí, paradójicamente y con envidia sana, hacemos los más profundos votos para que TODOS los ciudadanos españoles ayuden a la evolución adecuada para un país que tiene un estupendo pasado, un presente brillante y un gran futuro.

Caracas, diciembre 9 de 2008
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