Enemistades oportunas
Ya otros antes que yo han amellado su bisturí tratando de ofrecer al lector claves para entender el desarrollo de esta nueva alharaca entre Colombia y Venezuela. Seguiré en esas. En suma se trata de un enfermo en permanente estado de coma. Lo sorprendente es que si los médicos no intervinieran el paciente se curaría solo, pero parecen no querer su recuperación. Porque esta crisis no puede entenderse sin la presencia garrafal y calculada de dos personajes mesiánicos, Chávez y Uribe, que creen representar en vida, y después de ella, cuando sean exhumados cual Bolívar, los designios de dioses confrontados.
Pero es que la soberanía se ha abreviado y ahora aquí, se dice y nunca se sabe, hay 1500 guerrilleros colombianos haciendo de las suyas con el visto bueno, se presume otra vez, de las autoridades venezolanas, tal y como hacía alias Raúl Reyes en territorio ecuatoriano, con la diferencia de que, por ahora, Colombia no ha embestido a esas joyas que pastorean en el lado de acá. “Que ni se les ocurra” brama el Júpiter de Barinas. “Ahí te dejo esa vaina antes de irme”, goza en sus fueros el medellín de Antioquia, que sabiéndolo o no, en su ajedrez paisa, le regala beneficios electorales al Socialismo del Siglo XXI. Es una decisión que aprovecha el de Venezuela para organizar el miedo que lo atormenta de perder las elecciones parlamentarias del próximo 26 de septiembre. Los Estados Unidos, por su parte, los de Obama o cualquiera que fuese el presidente, responden con el miope manual de sus intereses, y afirman que mientras exista una relación energética mutuamente beneficiosa, su gobierno no ha pensado en atacar a Venezuela o prestarse a cualquier acción de guerra frente a un gobierno “democráticamente constituido”. Enemistades oportunas diríase, para tapar a Pudreval.
Lo cierto es que en esta licuadora de conjeturas nos encontramos sin saber a dónde vamos a parar. El reciente electo Presidente de Colombia Santos Calderón, anda de “yonofuí” y en su peregrinaje de presentación dice que “la mejor contribución que podemos hacer es no pronunciarnos”. Y esa declaración cachaca no está mal pues deja una rendija abierta al restablecimiento de relaciones. Pero, ¿cuáles? La presión de los interese económicos es muy alta; lo que deja de ganar Colombia es una cifra de demasiados ceros a la derecha. ¿Serán pragmáticos? ¿Cambiarán la dignidad de los encendidos discursos por los intereses económicos? ¿La balanza comercial pesará más que los principios de la política de seguridad democrática uribeña?
A lo mejor Chávez decide ir a la posesión de Santos. Yo siendo él correría y pondría a parir a todo el mundo. ¿Qué haría Santos? ¿Cómo quedaría Uribe? Los Estados Unidos se pondrían bizcos y los demás asistentes sudarían frío. El mundo pagaría por ver en vivo y en directo el encuentro del siglo, en el que Chávez impone la banda presidencial al nuevo mandatario colombiano escoltado por Piedad Córdoba e Ingrid Betancourt como madrinas de postín.