Opinión Internacional

El secreto mejor guardado

 La única comparación posible sería el grado de hermetismo que, por obvias razones de seguridad, resguarda los códigos con las cuales el gobernante de una potencia nuclear podría desencadenar una hecatombe.

Nelson Bocaranda, quien siempre está bien “dateado”, describe en uno de sus runrunes las medidas que ha impuesto el gobierno de la potencia colonizadora para impedir la fuga de información sobre la situación en que se encuentra el enfermo. Estas nuevas medidas tan estrictas indican que las informaciones que han difundido personas con contactos en Cuba y diversos medios impresos extranjeros son fidedignas.Según Bocaranda, el enfermo se encuentra recluido en una suite del “bunker presidencial” reservado para Fidel – y seguramente también, dentro de poco, para su hermano -. Nadie puede entrar en esa suite salvo los familiares más cercanos, los hermanos Castro “y en contadas ocasiones, por escasos minutos”, Maduro, Cabello y Jaua. Esto último confirma lo que todo el mundo sospecha: que las supuestas entrevistas de estos personaje con su “comandante presidente”, para presentarle cuenta acerca de la situación del país y recibir instrucciones y orientaciones sobre cuestiones de Estado, son puro cuento. Sólo buscan engañar a los incautos que se lo creen.

Según Bocaranda, también pueden acceder a la “suite” los médicos tratantes y los enfermeros asignados, quienes deben pasar por un detector de metales, entregar sus celulares y dar un “”santo y seña” que cambia diariamente. La historia médica se guarda bajo llave (¿en una caja-fuerte?). Además, cada uno tiene una ficha numerada que debe ingresar cada vez que se lo pidan. Esa ficha sirve también para tener acceso a las video-conferencias con los médicos cubanos, venezolanos, brasileros, norteamericanos y españoles, que integran el grupo de galenos de seguimiento a distancia de la evolución de la enfermedad.

La pregunta que todos nos hacemos, no sólo en Venezuela sino en todas partes es: ¿Qué objeto tiene esa pantomima del secreto acerca de la salud del repitiente?  En mi artículo “Continuidad igual a continuismo” publicado el 16 de enero, (http://www.eluniversal.com/opinion/130116/continuidad-continuismo) ofrecí mi opinión al respecto. Sin embargo, queda en pie la interrogante de si un tema tan importante, que tiene que ver con la gobernabilidad y hasta con la estabilidad política e institucional del país, puede mantenerse inasible para la totalidad de la población, incluso la cúpula del partido de gobierno y la alta dirigencia gubernamental. Digo esto porque salvo los “tres caballeros” del apocalipsis nacional, nadie sabe nada del verdadero estado de la salud del mandatario ausente-presente. Con lo de “tres caballeros” no pretendo atribuir hidalguía a los personajes. Ese término perdió todo valor cuando el primer mandatario llamó caballero a aquel bandido que asesinó a tiros a varias personas en la plaza de Altamira.

En la entrevista del Dr. Marquina con Jaime Baily la semana pasada aquel ofreció un diagnóstico basado en su conocimiento de la evolución del morbo que afecta al paciente. Según dijo, se ha logrado estabilizar el cáncer a fuerza de drogas, pero tiene una infección pulmonar progresiva que impide a su organismo absorber oxígeno. Por eso la situación es irreversible y le queda poco tiempo de vida.

No soy médico y no puedo decir si esa afirmación es verdadera. Sin embargo, sí creo en la seriedad y responsabilidad de la fuente. Si el gobierno considera que Marquina no dice la verdad, debería despejar la duda acogiendo la propuesta  de que una Junta Médica, integrada equilibradamente por médicos identificados con el régimen, médicos designados por la disidencia y galenos absolutamente independientes, verifique e informe públicamente cual es la verdadera situación del paciente. El llamado o pedido en este sentido tiene fundamento en la Constitución Nacional y ha sido formulado reiteradamente por autoridades e instituciones médicas, personalidades de la vida política nacional  y, aunque no lo proclamemos públicamente, lo exigimos todos los venezolanos preocupados por la marcha del país y el futuro de la democracia. Es de confiar que cualquier médico que participe en esa Junta actuará apegado al código hipocrático y a los juramentos de Hipócrates y Maimónides que rigen la conducta de todos los profesionales de la medicina.

El tema de la salud del presidente repitiente se ha convertido en un asunto que a veces raya con la el cinismo y la hipocresía. En una visita reciente a Miami, una señora cubana, seguramente anti-fidelista, vendedora en una tienda, me dijo que ella ruega para que el mandatario venezolano no muera porque “lo único bueno que tenemos en Cuba, se lo debemos a él”.

Supongo que la mayoría de los cubanos, incluidos los del exilio, piensan igual. Vergüenza deberían sentir de tener que  depender de la caridad de un tercer país.     

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