El puesto de (JOSÉ MIGUEL)²
Son chilenos, ambos se llaman José Miguel y una de sus funciones es la de vigilar que los países del continente americano cumplan los principios fundamentales de la democracia. Uno se apellida Insulza y preside la OEA desde mayo de 2005; el otro, Vivanco y hace 14 años está a cargo de la división para América de la ONG Human Rights Watch (HRW).
Vivanco cumple a cabalidad su rol de monitorear y reportar la situación de los derechos humanos en todo el continente, y aunque recientemente los pajes de Hugo Chávez lo acusaron de ser ‘lacayo del imperio’, no corroboraron que, sin sesgos ideológicos, su firma rubrica las graves denuncias de HURA contra el gobierno de Bush por sus violaciones en Guantánamo y en la prisión iraquí de Abu Ghraib y por la muerte de civiles en Afganistán. (Véase www.hrw.org/spanish).
En el caso de Insulza, uno supone que por haber experimentado persecución y exilio durante la dictadura de Pinochet debiera ser implacable contra cualquier tipo de tiranía. Cuando Insulza, entonces canciller chileno, se opuso a fines de los 90 a la deportación del Augusto general de Londres a Madrid, a pedido del juez español Baltasar Garzón, alegó a muchos de sus críticos –entre ellos Vivanco– que su puesto lo obligaba a devolver a Pinochet a Santiago para que, en todo caso, fuese juzgado en casa (cuestión que no se concretó).
Ahora que el cargo de secretario general de la OEA obliga a Insulza a tomar medidas contra gobiernos que irrespetan los valores consagrados en la Carta Interamericana, este burócrata expresa que el reporte de HRW sobre el Gobierno venezolano y la expulsión de Vivanco de Venezuela por cumplir su misión le causan disgusto personal, pero “no me corresponde involucrarme en eso”. Entonces, ¿a quién?
Dos José Miguel con distintas posturas ante un puesto: uno lo ejerce abnegado y al otro le sienta como ‘excusado’.
