El “paracaidismo diplomático” y la libertad de expresión
Pareciera que el Presidente Chávez quiere utilizar las mismas técnicas que aprendió como paracaidista aplicándolo a sus relaciones internacionales, porque debe estar convencido que al lanzarse al vacío, siempre se le abrirá el paracaídas.
Pero lo cierto es que sus intervenciones cada vez más agresivas e improvisadas, han ido aislando a nuestro país como consecuencia del reiterado incumplimiento de las más elementales reglas de convivencia internacional.
Veamos algunos ejemplos recientes. Venezuela se retira de la CAN y del G 3, pero irrumpe en contra de las reglas de MERCOSUR. Se enfrenta a la resolución de consenso alcanzada por 192 países para reformar la ONU, por lo que pierde el puesto en el Consejo de Seguridad. Se opone a la creación del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas junto al Irán, Siria y Bielorrusia, pero queda fuera del nuevo organismo en el que si entra Cuba y otros 9 países latinoamericanos. Amenaza con retirarse del Banco Mundial y el FMI, pero le paga la deuda a la Argentina con esos organismos. Propone un improvisado Banco del Sur, pero se olvida que en Caracas está la sede de la CAF –un Banco del Sur exitoso.
Ahora amenaza con retirar a nuestro país de la OEA, de la CIDH, y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de que estas instituciones no sigan las instrucciones del Diktat de Miraflores. ¿Que pasará el próximo 3 de Mayo cuando la UNESCO en Medellín se pronuncie por la libertad de prensa? ¿Retirará a Venezuela del centro de irradiación de la educación, la ciencia y la cultura en el mundo?
La obstinada negativa de aceptar los compromisos que consagran la libertad de expresión aislará aun más a nuestro país del ámbito de la comunidad democrática de Naciones ya que en la medida en que se acerca la amenaza del 27 de Mayo, el paracaídas no se abrirá.
La defensa de los valores de la libertad de prensa no es solo el que se reconozcan los derechos de los miembros de la directiva de RCTV y de sus accionistas. Es mucho más. Es el derecho de sus periodistas a que sean respetados profesionalmente y no agredidos por sus posiciones. Es el derecho de sus trabajadores a que puedan tener una fuente digna y segura de trabajo. Es el derecho de todos los venezolanos de ser libres de escoger el canal de televisión de su preferencia y rechazar medidas caprichosas y arbitrarias que lo lleven a ver unas televisoras monotemáticas y de mala calidad.
Eso lo entienden Gobiernos, ONGs, sindicatos, empresarios y organismos internacionales, y por ello si el Gobierno no asume una actitud correcta, esta vez puede ser que no se abra el paracaídas diplomático.
