El mensaje de un eco reverbera
Hace unos días Italia decidía el destino de Silvio Berlusconi, el millonario empresario que ha dominado la escena política de ese país en la última década.
Silvio Berlusconi ha sido el gobernante de Europa Occidental con una concepción del poder más parecida a la de muchos caudillos elegidos en diversas partes del mundo. Sus campañas políticas, su gestión y la crisis que ha desatado en las recientes elecciones demuestran esa tipología – cada vez más común – de aquellos que acceden al poder por vías democráticas para luego ejercer “dictaduras mediáticas”, como las define su compatriota Umberto Eco en su artículo Los Ojos del Duce, de enero de 2004, advirtiendo cuanta razón tuvo Berlusconi – más allá de su arrogancia, estilo autoritario y vulgaridad – en solo uno de sus muchos insolentes y demagógicos comentarios: “A los periódicos no los lee nadie mientras que todos ven la televisión”.
Personalidades mediáticas como Berlusconi proliferan en el mundo y sustituyen a hombres de Estado en sistemas en los cuales la ideología se diluye en retórica, propaganda y populismo causando la distorsión de la función real de la política: la conducción, administración y protección de los ciudadanos de un país. Es así como se explican las “dictaduras mediáticas” de Fujimori en Perú, Putin en Rusia, Lukashenko en Bielorrusia – recientemente acusado de fraude – Lee Kwan Yew que se jacta en la prospera Singapur de gobernar gracias a un “suave” autoritarismo, Chávez en Venezuela con su total control de todas las instituciones del Estado, Mugabe con más de 25 años en el poder de Zimbabwe reeligiéndose en elecciones fraudulentas, y tantos otros autócratas disfrazados de demócratas. Humberto Eco afirma que hoy, “para dar un golpe de Estado he dejado de ser necesario formar los tanques. Basta con ocupar las estaciones radiotelevisivas”.
El caso Berlusconi, es especialmente preocupante porque la “dictadura mediática” ha ocurrido en uno de los países fundadores de la Comunidad Europea, de alto nivel institucional y democrático. ¿Será que Italia, por ser la bota de Europa, tiene la tendencia también al yugo de personalidades megalómanas que gustan de ese calzado militar? Conviene estar atentos a la advertencia de algunos ecos.