El Islam: ausencia de lo lúdico
Es muy probable que Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona tuvo la intención de rechazar toda motivación religiosa de la violencia. Su imprudencia se fundó que al tratar de exponer sus tesis de que la fe impuesta con el uso de la violencia es un asunto ‘irracional’ citó un ejemplo circunscrito al mundo musulmán dejando fuera de su reflexión la larga historia de fanatismo criminal, torturas y las infinitas agresiones que fueron armas de predilecta escogencia en la exitosa y final imposición del cristianismo.
Tenía cierta lógica la respuesta islámica cuando se trató de tocar la propia identidad. Sin embargo, la abultada reacción y la ira de la controversia suscitada por el papa, tanto en moderados islámicos (la mayoría) y los radicales evidencia, la extrema sensibilidad sobre el tema religioso para los adeptos de esta creencia que no guarda ninguna proporción ni equivalencia hoy en día en el occidente cristiano sobre cualquier tema que involucre lo religioso.
No obstante, ni los combates por las creencias, ni las confrontaciones en otros niveles de la vida de occidente, están cerca de haber sido resueltos, y las luchas dilemáticas por afirmar la tolerancia es un continuo desafío de nuestro presente y nuestro futuro.
El aporte que ha hecho occidente al drama de la intolerancia, creemos nosotros, es haberle introducido elementos lúdicos a los distintos niveles de la existencia, vale decir, que la política como instrumento del orden y la convivencia y con ella la religión, están subordinadas a un compromiso, a lo que comúnmente llamamos reglas de juego, formando planos o niveles en que se manifiesta la vida; pero no son necesariamente ni siquiera éstas las más importantes. Existen una multitud de fines: el amor, el arte, el deporte, los negocios, la amistad, sin que tengan que poseer conexiones religiosas ni políticas. En contraposición a esta visión lúdica, está un concepto de la vida ya sea política o religiosa o ambas a la vez, de afirmación extrema y radical de la identidad frente al otro, que se manifiesta en términos de combate existencial, pero de tal magnitud y relevancia que se opta por sacrificar otras metas, objetivos y otros valores.
Lo lúdico es agregarle a la existencia elementos menos formales, en el sentido de que hay cosas tanto o más importantes que la política y la religión, lo que nos conduciría a que no la tomemos a veces tan excesivamente en serio, pudiendo contribuir decisivamente hacer que nuestra vida sea más diversa y menos ingrata .
No es difícil prever que partiendo de si mismos los creyentes de Alá, respetando los ritmos del tiempo para esos cambios, estos se produzcan en una continua flexibilización en su legislación y en la secularización de sus costumbres. Esto retos se les imponen como necesarios para una conveniente y futura renovación y contener así su acelerada decadencia aferrada equivocadamente a una tradición anacrónica y despótica.
De introducir elementos lúdicos en sus rigurosas sociedades, reivindicarían el compromiso de disfrutar la vida en el sentido festivo, lúdico; minimizando los sentimientos de peligro, hostilidad y amenaza que con frecuencia en el Islam es lo que perciben de su vida en común.