El foro de Sao Paulo da la hora
Salvo dignas y muy escasas excepciones, América Latina está gobernada por el Foro de Sao Paulo y sus vicarios de la izquierda en todos sus matices. En el reparto de roles, como en una película de Hollywood, unos hacen del buen policía, juicioso y moderado, otros el del policía zafio y brutal. El concierto de sus aspiraciones es la misma: controlar la región y avanzar tanto como se pueda en su labor de zapa de la institucionalidad democrática y el descoyuntamiento de nuestra tradición republicana. No importa que entre unos y otros(as) haya diferencias tácticas en asuntos puntuales. Como por ejemplo el tratamiento de la crisis boliviana – impuesta a macha martillo por Evo Morales – o las relaciones con los Estados Unidos. A efectos de la manada, el propósito no cambia un ápice: desbancar los sistemas prevalecientes desde hace dos siglos, transformar de raíz la constelación de nuestras relaciones internacionales, liquidar las llamadas burguesías locales y montar sistemas de dominación unidimensionales de intensidad variables: abiertamente totalitarias en donde ello sea posible – Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia – caudillescas y opresoras donde la propia tradición imponga dictaduras “perfectas”, como en la Argentina mafiosa y peronista, y socialdemócratas respetuosas a lo interno donde el cuero no de para más, como en Chile y en Brasil.
Si el caso de Venezuela no puede ser más elocuente, el de Bolivia no lo es menos. En el caso venezolano, que vive la peor crisis de su historia, desde Lula a Michelle Bachelet han construido un parapeto protector que consolida la violación de la constitución y los atropellos a los derechos humanos, impidiendo que los organismos multilaterales – desde la ONU a la OEA y desde el MERCOSUR a UNASUR – exijan la aplicación de correctivos enmarcados en sus declaraciones de principio. Poco importa que entre los atropellados haya altos funcionarios internacionales de su propia ciudadanía, como José Miguel Vivanco y Human Rights Watch. Las Cartas Democráticas de la OEA y de Ushuaia son meramente decorativas: sirven de mascaradas a los miembros del Club, intocables todos y solidarios unos a otros por principio. El de Bolivia reitera el mismo tratamiento: no se va en auxilio del pueblo boliviano, sino de su gobernante. Al que se le tira un salvavidas para que tome un segundo aire y pueda arremeter con los ímpetus de siempre una vez controlado el volcán sobre el que se asienta. Finalmente sigue Bolivia, como el Ecuador, el mismo guión preestablecido en el Foro y puesto en acción con la asesoría de Fidel Castro y el financiamiento de Hugo Chávez.
El Club acaba de hacer su estreno en las grandes ligas de la diplomacia en la Asamblea General de la ONU en Nueva York. Por cierto: en medio de la crisis financiera global, que viene como anillo al dedo para desviar la atención de los problemas prioritarios de nuestra región, como el terrorismo, el narcotráfico, la inseguridad, las violaciones y sobre todo la pobreza. Por cierto: con una impudicia indigna de su aparente sobriedad, ha expresado allí uno de los miembros del Club – la Sra. Bachelet – una afirmación no sólo absurda y peregrina, sino insólita: con los 750 mil millones de dólares con que la reserva federal auxilia al sistema financiero de los Estados Unidos se hubiera podido resolver el problema de la pobreza en el planeta.
¿Cinismo o estulticia? Olvida expresamente la Sra. Bachelet que esa es exactamente la cantidad de dinero de que ha dispuesto su par el teniente coronel Hugo Chávez en nueve años de gobierno, durante los cuales no sólo ha agravado el problema de la pobreza, sino que ha arruinado aún más a un modesto país de 1 millón de kilómetros cuadrados y 28 millones de habitantes. Sumiéndolo en la depauperación y la criminalidad. Si el Foro fuera el encargado de repartir ese dinero, a personajes como Mugabe y Daniel ortega, ya nos imaginamos los resultados.
Ahora se reúnen en Manaos. Lula, el director de la orquesta, pedirá que los trombones de Chávez y los charangos de Evo no desentonen demasiado. Que falta todavía un buen trecho por recorrer. De paso se aprovechará de la circunstancia para afianzar sus negocios, que al fin y al cabo sus electores todavía son brasileños: agarrarse el gas para su burguesía neo imperialista y seguir exportando huevos y construyendo puentes en las tierras del mejor presidente de Venezuela en sus últimos cien años. Malos, muy malos tiempos los de estas democracias paridas en el Foro de Sao Paulo. Así no quiera creerlo Teodoro Petkoff: nos llevarán a la ruina.