Opinión Internacional

El espantajo de la agresión

Este domingo el teniente coronel presidente agitó nuevamente el fantasma de la agresión contra nuestro país. Ahora el agresor sería supuestamente Colombia. Dijo que se había visto obligado a suspender su enésimo viaje a Cuba “porque la posibilidad de una agresión armada contra territorio venezolano desde Colombia tiene una probabilidad como nunca tuvo”.

Después de haber dispuesto, de manera intempestiva e injustificada, la ruptura de las relaciones con el vecino país nuevamente apela al recurso de tratar de impresionar a los venezolanos con el “coco” de la agresión. Ahora es desde Colombia que debemos esperar la agresión.

Pero como era de esperarse, “el imperio” no podía quedar fuera  en esta ocasión. Supuestamente la agresión desde territorio colombiano estaría siendo “impulsada por el imperio yanqui”. En otro desplante de irracionalidad aseguró que si esa agresión se produjera, “aunque tengamos que comer piedras, suspenderíamos el envío de petróleo a Estados Unidos”.

Tampoco la disidencia salió ilesa en esta oportunidad. Dijo que si hay guerra tomará medidas internas contra la “oposición lacaya, las ONG y los medios” y señaló a los gobernadores de Táchira y de Zulia como los primeros probables objetivos de esas medidas.

De la misma manera, no podía quedar fuera el otro fantasma,  el del magnicidio. Supuestamente esta en marcha un nuevo plan para asesinarlo. 

Llevamos once años escuchando las denuncias de una supuesta agresión de parte  de los Estados Unidos, de presuntos planes conspirativos por parte de la oposición y de imaginarios proyectos de magnicidio. Ninguna de esas denuncias se ha materializado y han quedado expuestas como simples estratagemas para desviar la atención del público de hechos y situaciones graves de corrupción, de ineficiencia y de incapacidad o como intentos de exacerbar la vena patriótica de los venezolanos.

No tengo la menor duda de que en esta ocasión el mandón de Miraflores persigue, por una parte explotar una vez más el sentimiento nacionalista para aglutinarlo alrededor de la opción oficialista en las elecciones de septiembre próximo, y por la otra evadir su responsabilidad ante las denuncias formuladas por el gobierno colombiano y escurrir el bulto a la propuesta concreta de Colombia para que se lleve a cabo una verificación internacional sobre el terreno donde supuestamente están instalados los irregulares colombianos. 

Lo más probables es que por esto que acabo de escribir y por lo que sigue entraré a formar parte del elenco de traidores (si es que ya no figuro allí).

Así como tengo la plena certeza de que las denuncias que ha hecho Colombia sobre la existencia de campamentos guerrilleros en territorio venezolano son veraces, también estoy absolutamente seguro de que Colombia no tiene ninguna intención de agredir a Venezuela.

Sobre esto último creo que en el fondo de su alma (si es que tiene alguna) el teniente  coronel se sentiría feliz y realizado si efectivamente se produjera una agresión contra nuestro país simplemente para presentarse como una víctima y quedar con las manos libres para implantar abiertamente la dictadura que hasta ahora ha tratado de disfrazar de democracia.

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