El entorno colombiano: guerrilla, narcotráfico y Chávez
Bogotá (AIPE)- El gobierno del ex coronel golpista Hugo Chávez ha sido un desastre para Venezuela. La economía venezolana, a pesar de los precios favorables para el petróleo, está desbaratada. El desastre se extiende a la vecina Colombia en más de una forma. Las exportaciones de Colombia a Venezuela eran cercanas al 20% del total exportado. La caída vertiginosa de ese mercado es grave, aunque la extensión del ATPA (Andean Trade Preference Act) compensará en parte el problema. En el aspecto de seguridad, el problema es mucho más grave. Desde el inicio de su gobierno, Chávez ha demostrado gran afinidad con la subversión marxista colombiana. Esto otorga a la guerrilla marxista un refugio seguro y una base logística que complica la labor del gobierno colombiano y de las fuerzas armadas.
Los informes de colaboración de Chávez con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), los grupos narcoterroristas de Colombia, son tantos y provienen de tan diversas fuentes, que no pueden ser ignorados o descartados como hechos aislados. Adoptando una actitud pragmática, el gobierno del presidente Uribe ha decidido tratar de mantener buenas relaciones con Chávez, a pesar de los continuos incidentes.
Pero Venezuela no es el único problema que enfrenta Colombia. La frontera con Ecuador es también problemática y en ese país fue elegido un émulo de Chávez, otro coronel golpista, Lucio Gutiérrez. Ecuador es el tercer mercado para productos colombianos. La elección de Lula da Silva en Brasil termina de completar un círculo de dificultad para Colombia. Precisamente esos tres países han buscado disculpas para no declarar terroristas a las FARC y debemos recordar que tanto Chávez como Lula da Silva forman parte, junto con las FARC y el ELN, del Foro de Sao Paulo, organización que agrupa a la izquierda marxista y a los grupos terroristas del continente.
La situación para Colombia es compleja. La historia demuestra que es muy difícil derrotar a una guerrilla que cuenta con refugio seguro cruzando la frontera. Y eso es lo que ha estado pasando en la larga frontera con Venezuela y, en menor grado, en la frontera con Ecuador. Si Brasil entra en este juego, la guerrilla tendrá santuarios seguros en todas las direcciones. Venezuela tampoco colabora en la interceptación de vuelos que transportan coca, la fuente principal de la financiación de las FARC y el ELN.
Para enfrentar semejante reto Colombia tiene pocos aliados. Estados Unidos tiene intereses encontrados en la región. Por una parte, el gobierno de Bush quiere reducir la exportación de drogas, negocio que en buena parte está en manos de los grupos marxistas terroristas colombianos, no le gusta la cercanía ideológica de Chávez con Fidel Castro, Saddam Hussein, Kadaffi y otros personajes de esa calaña, y tampoco los pasos hacia la dictadura que ha dado, pero necesita el petróleo venezolano. Los terroristas colombianos y Chávez tienen también aliados soterrados en el congreso y la prensa de Estados Unidos, como también a niveles de base del Departamento de Estado. Estos harán lo posible, con el pretexto de apoyar la democracia en Venezuela y los derechos humanos en Colombia, por ayudar a la consolidación del régimen marxista en Venezuela y por entorpecer cualquier ayuda efectiva a Colombia. La lucha entre las diferentes tendencias en Estados Unidos hace que su posición frente a la guerra en Colombia sea inconsistente.
Así las cosas, el entorno inmediato de Colombia hace más difícil doblegar a una guerrilla pobre en apoyo popular, pero rica con el dinero del narcotráfico. Afortunadamente, la voluntad de los colombianos para enfrentar los problemas es cada vez más sólida.
(*): Director del Centro de Análisis Sociopolíticos.