El eje Caracas – Buenos Aires
(%=Image(8022526,»L»)%)Buenos Aires (AIPE)- Hubo pocos enemigos tan íntimos como la Unión Soviética y la China maoísta, cuando se suponía que debían ser fuertes aliados, dada su coincidencia ideológica.
Cuando el mercado es natural, espontáneo y libre, las partes pacíficamente se ponen de acuerdo: el vendedor pone su precio y el comprador decide si le conviene o no comprar. El precio es el árbitro de la paz y la cooperación voluntaria. Pero cuando el Estado interfiere el mercado ypor la fuerza policial impone los precios, entonces introduce violencia en las relaciones.
Así, los intereses del Estado se defienden con violencia y los estatismos -aun los ideológicamente afines- suelen ser enemigos íntimos. Salvo que, circunstancialmente se puedan ayudar mutuamente, como es el caso de Kirchner y Chávez.
A la IV Cumbre de las Américas, con todo su fracaso, hay que interpretarla bien. Solo cinco países se abstuvieron de seguir adelante con el ALCA, y cuatro de ellos -Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay- lo hicieron temporalmente, básicamente debido a las subvenciones agrícolas en EEUU. Es decir, Venezuela está más sola de lo que se reconoce, mientras que Bush consiguió el apoyo de 29 países.
Venezuela tiene su contrapropuesta, el ALBA, que no es más que un proyecto político estatista y hegemónico, apoyado solamente por Cuba, que colapsará si termina la actual bonanza generada por los altos precios del petróleo. Irónicamente, como dice Martín Simonetta de la Fundación Atlas 1853, Chávez reclama la muerte del ALCA cuando EEUU es su socio principal: le compra 1 de cada 2 dólares que exporta (49,2%) y le vende 1 de cada 3 dólares importados (31,9%).
El trasfondo de la pelea con el presidente mexicano Vicente Fox es que sabe muy bien que el PIB de México casi se ha duplicado (hoy casi alcanza a Brasil que tiene el doble de habitantes) y sus exportaciones a EEUU se han triplicado desde 1994, cuando empezó el NAFTA.
Con todo, Chávez es el jefe de Estado a quién más tiempo dedica el presidente Kirchner, quien el 20 de noviembre realizó su decimosexta reunión con el venezolano. Como comparación, con Lula, vecino y principal aliado en el Mercosur, compartió solo 10 reuniones. Sucede que Chávez compró más de 800 millones de dólares en bonos de deuda argentina y garantiza la provisión de hidrocarburos. PDVSA, la empresa petrolera estatal venezolana, compró 300 estaciones gasolineras en Argentina, país que integra la nueva red de Telesur.
En este viaje se trataron acuerdos energéticos y comerciales. También la rehabilitación de la central hidroeléctrica Macagua. No faltan las obras faraónicas. Un gasoducto que traería gas venezolano, pasando por Brasil, que costaría 4.000 millones de dólares y mediría 12.000 kilómetros. Como en Argentina y Bolivia hay mucho gas, parece que el verdadero interés de Kirchner es vender las tuberías a Chávez sin licitación, como recientemente hizo con barcos.
Además, Kirchner apoya el ingreso de Venezuela como miembro pleno del Mercosur, al que hoy está asociado, al igual que Chile, Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador. Para ello deberá cumplir con las condiciones de la unión que componen Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Tendrá que asumir el arancel externo común (AEC) para las importaciones externas al Mercosur, aceptar la cláusula democrática, incorporar instrumentos jurídicos del bloque y someterse al tribunal de controversias de Asunción.
Pero falta mencionar lo más irónico del reciente encuentro de Chávez y Kirchner. A pesar de su discurso anti FMI, Kirchner le ha pagado puntualmente y busca un acuerdo para refinanciar 5.000 millones de dólares. Y para lograrlo quiere que Chávez, otro «furioso anti FMI», compre 3.000 millones de dólares más en bonos. Todo esto deja claro que, más allá del discurso para tontos, el FMI y el estatismo al que financia son íntimos amigos.
Por cierto que en la comitiva argentina no faltaron empresarios. De esos que saben que los «mejores negocios» se hacen con gobiernos populistas y corrompidos.
Este viaje es visto con preocupación en Washington. «La Argentina no es confiable… Brasil está mucho más involucrado…», afirmó una fuente cercana a la Casa Blanca. No es casual que Lula, con crecientes problemas en casa, rechazara la invitación para sumarse a la reunión.
(*): Analista político argentino.