El disfraz del príncipe
El escándalo provocado por la imagen del joven príncipe Harry con un disfraz
de militar nazi, merece un análisis mucho más serio que el de los titulares
de prensa condenatorios del hecho o los castigos a que lo ha sometido su
padre. Entre éstos, ya el hijo menor del heredero Carlos y la difunta Diana
ha tenido que hacer trabajos de granjero un fin de semana, y próximamente
deberá conocer el campo de exterminio de Auschwitz, en Polonia (hoy un Museo
para la Memoria del Holocausto) en una visita privada con miembros de la
comunidad judía británica.
Comencemos por esto último: ¿por qué se delimita o circunscribe el hecho a un problema de judíos o a una ofensa solo contra los judíos? Más allá de que la mitad de los casi cuatro millones de seres humanos aniquilados en Auschwitz fueran judíos, y de que fuese éste el único grupo o conjunto de seres a quienes se aplicó la solución final; la ideología hitleriana y su concreción en persecuciones, ejecuciones, campos de exterminio y de trabajos forzados; se ensañó contra todo aquel que no encajara en los cánones de la pureza de sangre aria, del pensamiento nazi- fascista o del concepto que el nazismo tenía del arte en sus diversas
manifestaciones. Los gitanos y los eslavos fueron declarados razas
inferiores y como tal indignos de vivir. Pero igualmente tuvieron vetado el
derecho a la vida los comunistas, los Testigos de Jehová, los discapacitados
físicos y mentales, los homosexuales y los creadores de arte “degenerado”.
Al autoproclamar a los arios como la única raza pura, por consiguiente
superior y con el derecho de dominar el mundo, Adolfo Hitler dio inicio a
una guerra que causó 55 millones de muertes y la destrucción casi total de
ciudades y pueblos a lo largo y ancho de Europa, incluidos los de la
Alemania derrotada. ¿Concierne esa tragedia solo a los judíos o solo a sus
victimarios? Si estos últimos hubiesen sido apenas los alemanes nazis,
podría decirse que su derrota puso punto final al problema del antisemitismo
y lo erradicó para siempre. Pero la verdad es que ese flagelo, en estado de
hibernación durante los años inmediatamente posteriores al Holocausto,
renace hoy con fuerza en Europa. En los tiempos de la guerra los nazis
encontraron entusiastas colaboradores -en su propósito de borrar a los
judíos de la faz de la tierra- en muchos de los países que invadieron y
sojuzgaron. Hitler no inventó el odio antijudío sino que lo llevó a sus
últimas consecuencias: el exterminio.
Culpar a un joven de veinte años (por más esmerada que haya sido su
educación como tercero en la línea sucesoral del Reino Unido) de herir los
sentimientos de los judíos con su disfraz nazi, obliga a tratar el tema de
la Memoria, con mayúscula y el de la Responsabilidad, también con mayúscula.
Inglaterra toda: su gobierno encabezado por Winston Churchill; sus Reyes,
bisabuelos del joven Harry y su pueblo, dieron una lección de heroísmo y
dignidad al resto de Europa y al mundo. Contra ese país se ensañó la fuerza
aérea nazi en su afán de doblegarlo, pero militares y civiles resistieron
con valor singular.
Entre los recuerdos imborrables de mi niñez están los
noticieros de cine que mostraban a los Reyes visitando a soldados y civiles
heridos; a Churchill haciendo la señal de la victoria con sus dedos índice y
medio y a las jóvenes princesas Elizabeth y Margarita, vestidas con
uniformes militares, cumpliendo tareas de asistencia humanitaria. ¿Existe
ese capítulo de dignidad y entereza en las lecciones de historia que han
recibido las generaciones de la posguerra? Por debajo de la mesa han pasado
dos encuestas recientes hechas en ese país; en la primera el 60% de la
población dijo ignorar lo que significaba la palabra Auschwitz; en la
segunda, el 52% de los jóvenes ingleses coetáneos de Harry, aprobaron su
disfraz.
Es cierto que nadie puede ser obligado a llorar eternamente una
tragedia personal o colectiva ni a vivir obsesionado por ella, pero borrar
del recuerdo los símbolos de los causantes de esa tragedia resulta -más que
una banalización del mal- un acto de irresponsabilidad colectiva. La culpa
no es de Harry ni de los jóvenes que aplauden su conducta, sino de sus
mayores que no supieron transmitirles los valores éticos que se requieren,
para abominar de los genocidios y de las ideologías totalitarias que los
provocaron, en cualquier tiempo y espacio.
El Gobierno de Suecia, en la figura de su primer ministro Goram Persson,
comprendió la necesidad imperativa de rescatar la memoria del Holocausto
como un problema no solo judío, sino como «una tragedia que cambió las bases
de la humanidad”. La reaparición del antisemitismo en casi toda Europa,
incluida Suecia, se transformó para el gobierno de ese país en un asunto de
responsabilidad colectiva y fue así que decidió convocar en enero de 2000,
el “Foro para la Memoria del Holocausto y contra todo genocidio causado por
odios étnicos, raciales o religiosos”. Los Jefes de Estado de toda Europa,
de EEUU, Canadá, Sudáfrica, Turquía, Israel, Brasil, Argentina, Uruguay, la
ONU, la Unión Europea y El Vaticano, como Estado observador, concurrieron al
Foro. El 27 de enero, fecha de 1945 en que las tropas rusas liberaron
Auschwitz, quedó instituido por el Foro de Estocolmo, como el Día para la Memoria del Holocausto y las naciones firmantes de la Declaración de Estocolmo se
comprometieron a destinar los mayores esfuerzos educativos e informativos,
para hacer conocer a las nuevas generaciones la dimensión de esa catástrofe.
Este jueves 27 de enero se cumplen 60 años del día en que el ejército ruso
encontró en Auschwitz a siete mil quinientos prisioneros esqueléticos y
muchos moribundos, como únicos sobrevivientes de los casi cuatro millones
asesinados en las cámaras de gas, por fusilamientos y ahorcamientos masivos;
por los aberrantes experimentos médicos del doctor Joseph Mengele -“El ángel
de la muerte”- o víctimas del hambre y de epidemias. En todas las capitales
y distintas ciudades de Europa y de otras latitudes, se realizarán actos
conmemorativos. La ONU celebrará una sesión especial el 24 de enero y al
propio Campo de Auschwitz acudirán -en la fecha aniversaria- los mandatarios
de la Unión Europea, la Reina de Inglaterra y el Presidente Bush, entre
otros, para la conmemoración central.
En Caracas, la comunidad judía se sumará con un acto abierto a venezolanos de todos los credos e ideologías, el jueves 27 de enero a las 7 y 30 PM, en la Unión Israelita de Caracas de San Bernardino. Todo por la Memoria y la Responsabilidad.