El día que define a los próximos años
Esta noche, la sociedad estadounidense tendrá un presidente negro o una mujer en la vicepresidencia, a más de 80 años de que el movimiento feminista lograra el sufragio de la mujer y a 40 años de que los negros obtuvieran pleno derecho al voto. Luego de una campaña electoral singular – con una lista de aspirantes a la Casa Blanca de diversos orígenes étnicos, religiosos y de posturas políticas muy diferentes – está noche será electo el mandatario que deberá manejar la más difícil coyuntura de Estados Unidos desde que F.D Roosevelt confrontó, en tres períodos presidenciales, las consecuencias de La Gran Depresión y la II Guerra Mundial.
Si bien las disputadas primarias demócratas entre Hillary Clinton y Barack Obama borraron en pocos meses las barreras de género y raza que a la mayoría de las repúblicas europeas les tomó casi dos siglos en lograr, el proceso de inclusión de minorías en la política norteamericana ha sido gradual, y los republicanos también le dieron un gran empujón con la designación de Condoleezza Rice para el cargo de Secretaria de Estado, más allá de su cuestionable proceder en el cargo, que es harina de otro costal.
Sea Obama o McCain quien se llevé más de 270 votos del Colegio Electoral de acuerdo al complicado sistema de votación, el triunfador tendrá que esperar cuál será el panorama político del congreso, en donde también se eligen a senadores de treinta y tres de estados y legisladores de la cámara baja de todos los estados del país. Será importantísimo para el presidente electo contar con una mayoría de su partido en el poder legislativo dada las difíciles decisiones que deberá tomar con respecto a la crisis bursátil, las tropas en Irak y Afganistán, el desafío que presenta el régimen de Irán en su intentó por desarrollar armamento nuclear, y sobre todo, los problemas de mediano y largo plazo: profundos cambios en el sistema político financiero y de salud del Estados Unidos, el calentamiento global, la búsqueda de independencia energética, la competitividad del país en un mundo de varias potencias regionales, etc.
Hoy sabremos si el voto castigo – contra los republicanos – se impone sobre el voto oculto de racista y prejuiciosos que no conciben que el liderazgo de EEUU sea ejercido por un hombre negro, descendiente de padre musulmán y muy joven para la responsabilidad que en las actuales circunstancias implica ejercer la presidencia de la todavía única superpotencia, al menos en el área militar.
Obama o McCain, a pesar de sus enormes diferencias – las obvias y las de sus agendas políticas – son dos peculiares candidatos para la campaña presidencial más excepcional de la historia moderna norteamericana, y uno de ellos tendrá que demostrar si su país sigue siendo el de mayor capacidad para cambiar, y derrotar democráticamente graves amenazas como las que ya han superado como las del fascismo – nazi y soviético- y las de sus propios fantasmas como el McCarthysmo, el aislacionismo, el racismo y el fundamentalismo religioso e ideológico.
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