El despertar de China
I.- PEKIN, 33 AÑOS ATRÁS
Alain Peyrefitte fue un distinguido protagonista de la vida pública francesa. Como político se distinguió como estrecho colaborador de Charles De Gaulle. Tuvo responsabilidades como ministro, parlamentario, columnista y escritor destacado. Lo conocí en 1980 con motivo de una visita a París atendiendo cordial invitación de la Asamblea Nacional de Francia, integrando una Comisión de la Cámara de Diputados en compañía de Carlos Canache Mata, José Vicente Rangel y Siuberto Martínez.
Nuestra relativamente breve y personal conversión giró sobre China. Particularmente sobre un extraordinario libro que cayó en mis manos en 1975. Peyrefitte lo había escrito en 1973 como producto de una intensa visita a la República Popular China. Yo buscaba, con poco éxito, material serio para documentarme antes de viajar a Pekín como invitado oficial del gobierno chino. En aquel tiempo yo era Presidente de la Cámara de Diputados del Congreso y Carlos Andres Pérez ocupaba por primera vez la Presidencia de la República. Ese año, 1975, pasaría a la historia por haberse aprobado y promulgado la Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos. Es decir, la ley de nacionalización petrolera que sancionada en agosto entraría en vigencia el 1° de enero de1976. Esa Ley lleva mi firma. Tuve la co-responsabilidad de dirigir buena parte de los correspondientes debates.
Ese libro se titula “CUANDO CHINA DESPIERTE…el mundo temblará”. Tremenda frase tomada por el autor de Napoleón Bonaparte. Sintetiza lo que sentimos en aquella primera visita y refuerza ahora, después de más de tres décadas, los sentimientos y expectativas que nos produjo la China de hoy. Gracias a Peyrefitte puede apreciar mejor aquella República misteriosa sobrecargada de historia, de leyendas y tradiciones, pero también marcada por el sello de la guerra civil y la revolución comunista. Aún se sentían los terribles efectos de la Revolución Cultural, continuaba el proceso de ideologización colectiva y la deificación de personajes como Mao Tse Tung (Mao Zedong), Chou Enlai, Sun Yet-sen y el Mariscal Chu Te (Zhu De), entre otros. Todos vivos, aunque retirados de las funciones ejecutivas de dirección por razones de edad y salud.
Fui recibido con todos los honores, incluida una significativa parada militar en el aeropuerto. Hospedado en la Residencia Oficial de Huéspedes, en el mismo complejo donde un año antes habían alojado al Presidente Richard Nixon por última vez, luego de abandonar la presidencia de Estados Unidos. Impresionaba mucho a aquellos venerables ancianos y a quienes dirigían las relaciones exteriores, tanto mi juventud con relación al cargo y la nacionalización pacífica del hierro y del petróleo, como la audacia del Presidente Pérez en su política internacional, China incluida. Estaban por establecerse plenamente relaciones diplomáticas y comerciales entre ambos países.
A pesar que el programa general y la agenda de la visita fueron celosamente elaborados por ellos, tuvimos oportunidad de recorrer buena parte del inmenso territorio chino incluyendo la extraordinaria experiencia de llegar hasta la Mongolia Interior. Conocimos templos y monumentos, emblemas nacionales como la Gran Muralla, ciudades subterráneas cerca de las fronteras con la desaparecida Unión Soviética y hasta algunos sistemas militares de defensa y ataque. Presenciamos importantes eventos deportivos y navegamos por algunos de sus ríos más característicos, incluido el Río Amarillo, hoy seriamente amenazado por la sequía y la contaminación. Estuvimos en ciudades y campos, en escuelas y talleres de todos los niveles educacionales, en centros industriales, especialmente relacionados a la problemática energética y manufacturera. En definitiva, una extraordinaria experiencia.
Los anfitriones, en todas sus palabras, explicaciones y referencias concretas dividían la historia, pero no ya en antes o después de la guerra civil, ni de la fundación de la República por Mao y el Partido Comunista, sino en antes y después de la Revolución Cultural siempre en ambientes inconcebibles de ideologización masiva impuesta a la fuerza a la población entera. Sin embargo, impresionaban varias cosas. Una cierta honesta ingenuidad sobre las expectativas del futuro y la firme convicción de estar haciendo lo correcto. En la población se notaba una mezcla terrible, angustiosa, de resignación relativa a la miserable condición social de la gente con miedo profundo al régimen tan primitivo como represivo de entonces.
Me impresionaron varias entrevistas privadas. Una de ellas en el Palacio del Pueblo donde funciona la Asamblea Nacional. El Mariscal Chu Te (Zhu De), un anciano héroe de la Larga Marcha había sido comandante en jefe del Ejército Rojo y tenía un porte imponente. De esa conversación destaco dos cosas trascendentes. La primera se refiere a la Unión Soviética de entonces con quien China empezaba a tener graves diferencias. Él preveía incluso su desaparición en el largo plazo. Me llegó a decir: “Cuando los americanos dominan influyen en la cultura circunstancial, en la moda, en la música, en el vestido. Desarrollan una suerte de neocolonialismo que, sin embargo, respeta las cosas fundamentales. Pero cuando los soviéticos dominan quieren controlarlo todo. Son insaciables. Le matan el alma a los pueblos. Son “social imperialistas” sin escrúpulos”. Criticaba severamente a Fidel Castro por haber entregado la revolución cubana convirtiéndose en un apéndice de los soviéticos. En contraste le parecía muy bien el camino tomado por Venezuela para nacionalizar el hierro y especialmente el petróleo, sin ruptura con Estados Unidos. A su juicio, un proceso conflictivo hubiera sido una tragedia por razones geopolíticas y simplemente comerciales.
La segunda puede parecer una frivolidad, pero para mí tuvo y tiene importancia. Afirmó hacia el final de la conversación: “Ustedes y nosotros tenemos profundas diferencias con relación a la vida. Los occidentales siempre dicen que no hay que dejar para mañana lo que se puede hacer hoy. Nosotros, en cambio, pensamos que si algo se puede hacer mañana, no debemos precipitarnos haciéndolo hoy”. Aunque no siempre la sigo, esta reflexión aparece en mi mente cuando tiene que aparecer.
Fue un viaje inolvidable en compañía de Cuchy, mi esposa, y de Guillermo Betancourt y Diana Pinedo, para entonces casados. Dejamos establecidas relaciones y amistades que soportaron el paso del tiempo. Para hoy casi todos han desaparecido y con ellos la Revolución Cultural de Amo que, sin duda, marcó con tinta indeleble aquel presente y un porvenir que ya estaba bastante cercano.
No hablaré sobre aspectos que cualquiera puede conseguir en una guía turística. Se ha escrito demasiado sobre eso. El propósito es otro.
II.- DEL VIEJO PEKIN AL BEIJING DE 2008
Una hija y dos de mis nietos viven en Beijing desde hace año y medio. Mi yerno, español, es un importante ejecutivo de una enorme empresa sueca en el ramo del acero. Ese fue el motivo de esta visita. A la normal expectativa del reencuentro familiar, se sumaba el emocionante interés por la nueva China, la que empezó a construir en 1978, apenas tres años después de nuestro primer viaje, de manera impensable para quienes solo habíamos tenido contacto con los protagonistas de la Revolución Cultural, el héroe de esta nueva China, nada más ni nada menos que DEG Xiaoping.
Aún sigo bajo la impresión que en términos comparativos con el pasado me produjo el nuevo aeropuerto de Beijing. Quizás el más grande y moderno del mundo, a tiro para las Olimpíadas Mundiales de agosto. Impacto solo superado al recorrer la ciudad, una y otra vez, por la moderna red de autopistas y avenidas que la cruzan en todas direcciones y los hasta ahora cinco anillos viales que facilitan el tránsito hacia todos los puntos cardinales. Como punto de referencia, el mero centro, la Plaza Tiananmen y en ella muchas referencias históricas como la Ciudad Prohibida, el Monumento a Mao donde están sus restos, o el Palacio del Pueblo donde funciona el parlamento.
De aquella ciudad triste, gris, rutinaria en grado superlativo, sumisa y sin esperanzas mayores a ésta, moderna, espectacular por la cantidad y calidad de rascacielos, hoteles, centro comerciales a la altura y hasta superiores a muchos de occidente, hay una distancia indescriptible. Las construcciones identificadas como sedes de empresas financieras, comerciales, industriales tanto locales como internacionales, son símbolos inequívocos de la apertura espectacular de estos tiempos. Igualmente, la cantidad y calidad de nuevas y modernísimas urbanizaciones que poco o nada tienen que envidiar a las que bien conocemos los venezolanos en Florida, otros sitios de Estados Unidos, Europa y entre nosotros mismos.
Cumplimos con volver a sitios y monumentos históricos ya conocidos. La Gran Muralla, ahora exageradamente comercializada. Modernos talleres artesanales, la Ciudad Prohibida, el Templo de Buda y también el de Confucio, el Templo del Cielo, la tumba de Mao. Con excepción de este último todo está más o menos igual que hace tres décadas, pero con una gran diferencia: la gente. Hoy se trata de una ciudad verdaderamente cosmopolita, sitio de encuentro para ciudadanos del mundo entero y tanto en los lugares históricos como en restaurantes, hoteles, centros comerciales y en la mera calle una pujante y emergente población china actualizada, bien vestida y segura de sí misma. Buena ropa, buen vehículo, buena formación, dominio del inglés y afán de superación individual y colectivo son algunos de los rasgos más sobresaliente de la gente en la nueva China.
III.- LA NUEVA GENERACIÓN
Para esta misma gente, especialmente para los más jóvenes, primera generación del cambio que relatamos, es difícil ver a su país con claridad. Muchos tienen confusiones e inquietudes interiores. Siendo muy jóvenes han sido testigos del final del pasado y protagonistas de la etapa actual. Todos aceptan que China cambió de manera radical y definitiva, y además, que sigue cambiando todos los días a un ritmo tan acelerado que no hay tiempo para estar pensando en el pasado. La historia se reduce a la referencia personal de cada uno.
Hay quienes hacen juicios severos sobre la vieja China. Llegan hasta a condenar cautelosamente épocas cuestionables como la Guerra del Opio del siglo XIX, o los excesos ahora reconocidos como innecesarios de la Guerra Civil, de la revolución comunista o de la propia Revolución Cultural, con acentos de aprobación y de rechazo. Pero se niegan a enjuiciar a sus mayores. Quizás algunos fueron ciegos o fanáticos, pero lo invitan a uno a ubicarse en el tiempo y en las circunstancias en las que tuvieron que actuar. Es obligante tratar de entenderlos, a pesar de los tiempos miserables que China vivió.
Es la generación post-Mao. Eran niños o muy jóvenes en 1978 cuando Deng Xiaoping inició el proceso conocido ahora como de Reforma y Apertura hacia la Libertad Económica y el Mercado. Desde entonces está en desarrollo un giro cultural que lejos de disminuir se profundiza y extiende. La xenofobia del tiempo de Mao produjo tristeza y aislamiento. Ahora el mundo es un gran escenario de oportunidades.
Desde 1990 es obligatoria la enseñanza del inglés en la secundaria y fuera de ella la libre escolaridad aumenta en progresión geométrica. También la curiosidad por conocer y estudiar las costumbres, leyes y economías de América y Europa.
Luego del arranque impulsado por Deng cada década está marcada por sucesos que hacen la historia en construcción. La propia muerte y sucesión de Deng, el regreso de Hong Kong, la rebelión estudiantil en Tiananmen y ahora las Olimpíadas 2008, a inaugurarse el próximo 8 de agosto.
Se trata de una verdadera revolución. Profunda, seria e irreversible. Un cambio de estructuras que está transformando el ser y el vivir de la gente, sin cambios políticos de significación lo cual constituye una verdadera paradoja. China mantiene un crecimiento económico de alrededor del 10% interanual con la mayor movilidad social y económica en lo personal hacia arriba del mundo, medido este progreso en términos tanto absolutos como relativos y porcentuales. Vale la pena destacar que aparte del gobierno de Deng Xiaoping, es difícil atribuir el éxito a algún gobierno posterior en particular. Ha habido una admirable continuidad en el propósito de estimular la apertura.
El régimen se ha descentralizado ofreciendo mayor autonomía y poder a las provincias y con relación a la gente libertad para trabajar, contratar, emprender negocios, migrar internamente, mudarse, adquirir propiedades con todos los derechos. La China de hoy es lo que hacen y son capaces de producir los chinos de hoy con una clara visión del valor de la Ley y bajo la férrea vigilancia en su cumplimiento de la autoridad gubernamental.
Cierto es que sufren fuertes limitaciones a la libertad política desde nuestra perspectiva, pero ellos nunca la han disfrutado, jamás han vivido en democracia y libertad. A eso nos referiremos más adelante. En su cultura, si un problema no te afecta personalmente, pues no existe. Se van convirtiendo en especialistas en eso de esquivarlos para no ser afectados. De todas maneras, la apertura económica inicia el inevitable proceso de apertura política. Muy en privado algunos son capaces de hablar de libertad de expresión, independencia y derechos fundamentales. Hay quienes tienen “ideas propias”.
IV.- LA CLASE MEDIA, UN ESTATUS PARA SOÑAR
La clase media crece más que en cualquier otro lugar del mundo. Quienes se incorporan, o luchan por lograrlo, viven un tiempo de sueños y aspiraciones. Tener al alcance de su esfuerzo múltiples oportunidades les genera mucha ansiedad. Viven bajo la presión de ser parte del proceso y prepararse lo mejor posible para poder triunfar. Es decir, para tener independencia. Solo la tendrán cuando posean más y mejores bienes. Nadie les regalará lo que aspiran. Necesitan ganar mucho dinero lo cual solo es posible preparándose, estudiando y usando los instrumentos que se adquieren dentro de una disciplina de trabajo muy intensa en lo personal. Es obligante estar siempre en movimiento. Quienes se estancan en el mismo sitio, muy pronto quedan rezagados, atrás sin remedio.
La década de los noventa está marcada por haber sido el gran salto de la clase media y de ella hacia una nueva clase de millonarios tan exigentes como víctimas de un nuevoriquismo que deben básicamente a su esfuerzo. La primera generación del cambio aplaude las políticas económicas del gobierno, aunque en privado pueden ser críticos de la sociedad en que viven. El mayor reconocimiento que hacen al gobierno es haber logrado un gran cambio social en paz capaz de modificar costumbres ancestrales y actitudes básicas. Por ejemplo, antes los padres, los ancianos, decían la primera y la última palabra, siempre daban las órdenes. Ahora oyen con atención a los hijos, a los más jóvenes y hasta son capaces de pedir consejo y opinión. Tanto el pasado como el presente en plena ebullición parecen pertenecer a otro país lejano que miran con una verdadera “proximidad de lejanía”. Las nuevas generaciones crecen con espíritu competitivo y capacidad de decisión. Quieren educar a sus hijos y no dejarlos más en manos de los abuelos como en el pasado. Quieren sembrar en ellos sus anhelos y esperanzas.
V.- EL SIGNIFICADO MATERIAL DE LO NUEVO
El ornato del viejo Pekín estaba dominado por grandes construcciones de los años cincuenta y sesenta, normalmente sirven de sede a instituciones oficiales. Fueron diseñadas y construidas bajo la dirección de los comunistas soviéticos. Trasmiten idea de fuerza, militarismo y poder concentrado en las manos del jefe Mao.
La capital, ahora conocida como Beijing, sigue siendo el emblema de la República, pero el cambio ha sido radical. Esta occidentalizada en cuanto a la orientación arquitectónica y universalizada en cuanto al contenido y significado de las nuevas construcciones y sus dimensiones gigantescas.
Lo nuevo, las estructuras que se levantan por todas partes y con los más diversos propósitos, asoman valoraciones distintas a las del pasado. Se trata, como las calificó alguien en alguna revista, de una suerte de “soft power”. El mensaje es claro. No teman a China. No es ni será un país agresor. Tampoco quiere ser una potencia militar. Su fuerza es y será siempre de naturaleza distinta. Para reforzar ese mensaje, tienen concentrados sus mayores y mejores esfuerzos en la preparación de las Olimpíadas Mundiales 2008. Quieren convencer al mundo que son una República poderosa, pero pacífica, creativa, sofisticada y abierta a las nuevas realidades del planeta. Centenares de obras ya están terminadas o por terminarse. Impresionan fundamentalmente las tres básicas, diseñadas como casi todas, por empresas extranjeras de arquitectura de enorme calificación internacional. Una es el supermoderno estadio que servirá de sede a la inauguración y a la clausura de los juegos, asemeja un enorme pájaro en su nido, listo para levantar vuelo. Otra es la sede de las competencias acuáticas y la tercera es el espectacular Centro de Arte próximo a ser puesto en servicio aprovechando la presencia de gente de todas partes.
Por supuesto que todo esto ha generado problemas muy serios. Han tenido que destruir muchos barrios, vecindarios tradicionales cargados de historia, obligando a la gente a reubicarse por las buenas o por las malas. También se especula en distintos ambientes, sobre negocios fabulosos que han enriquecido a constructores nacionales y extranjeros, sin excluir a oficiales del mismo gobierno.
Beijing es hoy una ciudad vieja y nueva. Caminadores, bicicletas en menor número que antes y la locura desatada por la locura de los automóviles nuevos y de las mejores marcas. Un carro de lujo es símbolo de riqueza y bienestar. Por cierto, los trabajadores de la construcción, muchos de ellos venidos del interior, aspiran un trato preferentes para disfrutar de los escenarios que ayudaron a construir. Parecen no resignarse a seguir los juegos por televisión. Quieren estar allí.
Este boom genera una gran movilidad laboral a un ritmo muy acelerado. Nuevas industrias y desarrollos son emprendidos por millones de trabajadores. Muchos de ellos migrantes internos, reclutados para trabajar en la construcción. Bastantes terminan siendo pequeños empresarios. Aunque todos recuerdan la pobreza del tiempo de Mao, ven mejorar su calidad de vida y suben en el nivel social. Combinar sabiamente ese recuerdo del pasado con las oportunidades del presente, genera una ilusión colectiva importante. Nada la detiene. He caminado bastante por el mundo y no conozco otro sitio con mayor disposición para trabajar y producir voluntariamente. A esta ilusión subordinan las expectativas de derechos políticos que, como hemos dicho, jamás han podido disfrutar como las libertades de expresión y asociación. Es útil explicar que hay factores que ayudan. Tanto el estado ha sido descentralizado, como el propio Partido Comunista. Nunca había sucedido. Los cambios son rigurosos cada cinco años en los gobiernos locales y en las autoridades partidistas. Así todos los líderes tienen oportunidades limitadas que deben aprovechar al máximo. Pocos pierden el tiempo jugando a futuro. Lo construyen día a día pensando a corto plazo personal e institucionalmente.
VI.- UNA VERDADERA REVOLUCIÓN
No se si Deng estaba consciente de la magnitud de las consecuencias del proceso que inició en 1978, pero la marcha de la Reforma y Apertura hacia la libertad económica, el mercado y la globalización ha sido una verdadera revolución. Entonces eran 172 millones de residentes urbanos. En el 2007 la cifra llegó a 577 millones de una población de 1.300 millones aproximadamente. Se calcula que para el 2030 el 60% de los chinos vivirán en zonas urbanas. Cada año se agregan a la mano de obra de las ciudades 10 millones de personas. Para utilizarla esta revolución industrial hace un gran esfuerzo en educación, salud, habilidades básicas para el trabajo y estimulo a la competencia que se desenvuelven orientada por reglas que se hacen cumplir con mano firme.
La gente siente la necesidad de una mejor educación y de un gran esfuerzo en materia sanitaria. Producir más con menos es la consigna general. Las ofertas educativas privadas empiezan a multiplicarse. Los trabajadores dependen de sí mismos. Están solos, sin prensa libre, sin asociaciones sindicales y muy pocos grupos comunitarios. Se desarrolla en ellos un fuerte individualismo orientado por las autoridades hacia la competencia laboral concreta.
VII.- ALGUNOS DE LOS PROBLEMAS MÁS SERIOS
Estas ligeras referencias tratan de explicar el crecimiento de China en todos los órdenes. Pero también se han generado problemas graves que preocupan superlativamente al liderazgo.
Ya han alcanzado el 10% del consumo mundial de petróleo. Hasta principios de los noventa estaban muy cerca de autoabastecerse. Desde entonces hasta ahora han doblado el consumo energético que alimenta el crecimiento de su planta industrial. China tiene una enorme responsabilidad en los aumentos descomunales de precios para las naciones, las empresas y los usuarios de servicios, incluida su propia población. Se ha convertido en la gran fábrica del mundo. Su industria manufacturera, estimulada también por capitales internacionales abastece el mercado interno y a buena parte del planeta bien por cuenta propia, bien por cuenta de terceros, en vestidos, calzados electrodomésticos y línea blanca, juguetes, equipos de comunicación, equipos industriales, vehículos y paremos de contar. En alguna parte leí que por cada contenedor que trae productos por el puerto de Guangdong, salen nueve cargados con mercancías para la exportación. Esa es la proporción proyectada para todo el país.
China superó a Estados Unidos en emisiones de dióxido de carbón. Las necesidades de electricidad los empujan en una carrera que ha duplicado el consumo en apenas una década con gravísimas consecuencias ambientales. Esto se refuerza con la fiebre automovilística. El número de carros, conductores y fábricas de las marcas mas cotizadas del mundo se multiplica a un ritmo que da vértigo . China sobrepasó a Japón como segundo fabricante de automóviles, después de Estados Unidos. Todo esto alimenta la contaminación que en Beijing es particularmente dramática.
Los chinos están a la cabeza de los usuarios de Internet en el mundo con 220 millones y como producto del contacto con otras realidades aumentan las nuevas palabras y frases que son aceptadas en el lenguaje nacional. Aunque parezca extraño, la religiosidad ha aumentado cuatro veces en la última década entre mayores de de 16 años. El uso de celulares es impresionante y hasta la vida sexual dejó de ser tema tabú de un tiempo a esta parte.
Aunque entre la población se evade el tema, al menos con extranjeros, y los nuevos millonarios estén dispuestos a sacrificar hasta la salud por el dinero, las autoridades viven preocupadas por la creciente contaminación en las ciudades y los campos. El deterioro del ambiente es grave. Afecta al mundo entero. Es el país con más víctimas de la contaminación ambiental del planeta. Será la economía más grande del mundo en menos de una década, pero ya uno de cada cuatro chinos está migrando a las ciudades. No hay agua suficiente. Las fuentes se están secando o quedando inutilizadas como consecuencia de la contaminación. Es el caso dramático del Río Amarillo por el cual navegamos en 1975.
Muchos se preguntan si en estas condiciones China podrá mantener el ritmo que lleva sin destruirse ella misma. Está agotando los recursos naturales no renovables y aún no ha logrado hacer sustentable su desarrollo. Este es un enorme reto para ella y también para la comunidad internacional. Hay mucha hipocresía e intereses creados en el ambiente, pero China y el resto del mundo tienen que sincerarse y no seguir fingiendo que se ignoran. Hay que estimular una colaboración eficiente, especialmente ahora cuando se han hecho miembros plenos de la Organización Mundial de Comercio.
VIII.- CON LA MIRADA PUESTA EN ÁFRICA
China está abierta al mundo, escenario de oportunidades. Sin descuidar ninguna región del planeta pues en todas partes se podrían hacer buenos negocios, está lanzada sobre África. Allá tienen buena parte de lo que necesitan y ella está en capacidad de ofrecer lo que los africanos buscan desesperadamente.
África es un continente insólito y retador. Sobrancero en recursos naturales y materias primas, pero lleno de resentimientos históricos por las experiencias colonizadoras, divisiones y guerras feroces de la más variada naturaleza. También más recientes y devastadores intentos de explotación los han hecho más cautelosos. Lo cierto es que el mundo desarrollado se olvidó de África. Pocos inversionistas se sienten atraídos hacia este mundo plagado de corrupción, sin seguridad personal ni jurídica, sin instituciones ni estabilidad política y sin infraestructura mínima como base para el desarrollo. Pero África tiene exactamente lo que la China de hoy necesita: recursos naturales renovables y no renovables, materias primas y mano de obra barata. A cambio ofrece lo que África requiere.
China puede llegar a convertirse en un peligro político y comercial para Occidente y el resto de Asia, pero para África la presencia creciente de China es ganancia. Globalmente ya superaron en inversiones y negocios tanto a Inglaterra como a Francia. Solo son superados todavía por Estados Unidos. Trabajan en petróleo, gas, cobalto, uranio, madera y van ampliando la cobertura de sus inversiones. Ya son aliados de los gobiernos de aquellos países en donde están en la construcción de vialidad, escuelas, hospitales, viviendas, puertos y aeropuertos, etc. Exactamente aquellas cosas que no tienen. Sin embargo no ha sido fácil, ni lo será en el futuro inmediato. Consolidan su liderazgo pero enfrentan problemas derivados de las tradicionales corruptelas y desviaciones de aquellos países y la falta de leyes estables y sabias. Hay inestabilidad política en casi todo el continente, falta de interés y resistencia en sectores de la población en algunos sitios importantes y un clima terrible al que no están acostumbrados los 610.000 chinos que ya están en el continente. Todas las experiencias anteriores han terminado fracasando, pero es una excelente oportunidad para África y para los inmigrantes chinos. Son bienvenidos por los gobiernos. Saben trabajar sin límites y son disciplinados.
Están en desarrollo proyectos concretos, enormes y variados, en Angola, Níger, en Sudán que aspira convertirse en el Dubai africano después de haberse retirado de allá todas las compañías petroleras internacionales por la guerra civil de los ochenta. También en África Occidental, Congo, Argelia, Zaire y miran con ojos de codicia las reservas del Golfo de Guinea. Sólo han encontrado relativo rechazo en Zambia y Senegal. Hay que prestar mucha atención a este panorama. Angola y Sudán, si las cosas siguen por el camino en que van, serán claves para que China resuelva su problema energético… con consecuencias mundiales, especialmente para los países productores y exportadores de petróleo.
IX. ALGUNAS INTERROGANTES
China tiene 1.300 millones de habitantes. La explosión económica que comentamos, tanto en la industria como en el comercio, genera realidades y expectativas que difícilmente pueden seguir siendo controladas férreamente por el Partido Comunista. La apertura globalizada abre las puertas a viejas y nuevas tendencias libertarias en todos los campos, especialmente con relación a los derechos humanos básicos para occidente, aunque desconocidos hasta ahora en China. No sabemos cuanto tiempo más puedan convivir los dos sistemas allá imperan. Capitalismo y mercado en lo económico, dictadura comunista en lo político. Una economía libre y el acceso a la condición de propietarios privados impulsan a cualquier ser humano hacia la expresión libre del pensamiento, la libertad de asociación y en definitiva, hacia el pluralismo político y social.
Progresivamente China irá hacia una mayor apertura política. La prensa continúa totalmente controlada por el gobierno quien le dicta diariamente a los medios la manera de presentar las noticias o hechos de su interés. Esto tendrá que cambiar y una mayor tolerancia garantizará la estabilidad y la convivencia interna. La manera en que fue ferozmente reprimida la sostenida manifestación estudiantil de la Plaza de Tiananmen en 1989 es un tema prohibido, pero privadamente muchos jóvenes sienten vergüenza y muchos de ellos hoy son prósperos empresarios, ejecutivos en crecimiento que aún tienen fresco el recuerdo en la memoria. Como siempre, a la manera de los chinos, sin prisa pero sin pausa caminan al encuentro de la Libertad.
X.- REFLEXIÓN FINAL SOBRE MAO
Mao Zedong fue el fundador de la República Popular de China. Más que eso, todos lo reconocen como el gran líder del siglo XX. Se pueden hacer análisis más o menos críticos sobre su tiempo y sus ejecutorias, pero nadie le resta valor o importancia a su liderazgo como constructor fundamental de la República.
En sitio privilegiado de la Plaza Tiananmen se levanta el monumento imponente que guarda sus restos. Fue inaugurado en 1977, pocos meses después de su muerte. Es visitado diariamente por miles de ciudadanos chinos y del mundo entero. “Larga vida al gran líder y mentor Jefe Mao Zedong, son las palabras centrales del salón principal. Progresivamente, en el segundo piso del mismo edificio están los salones dedicados a los demás líderes fundamentales de China: Zhu Enlai, Lin Shaogi, Zhu De, Deng Xiaoping y Chen Yun.
Por lo demás cuadros, afiches, pinturas, libros, textos variados, franelas, gorras y centenares de objetos con la foto o el dibujo de Mao se venden en todas partes. Desde verdaderas obras de arte hasta vulgares recuerdos que alimentan el comercio turístico informal nos repiten que Mao desapareció físicamente y su tiempo terminó. Pero no ha muerto.
OAP/9 de junio de 2008