Opinión Internacional

El cambio inevitable

Entre el 16 y 19 de abril de este año se realizará el XI Congreso del PCC con el fin de aprobar el plan de Raúl Castro para redefinir el destino de Cuba. El modelo fidelista ha muerto. Después de esfuerzos de años para impedir su revisión, el propio caudillo terminó por admitir su inviabilidad, en confesión resignada de su derrota. Podemos imaginar que la modesta apertura anunciada arrastrará a sus autores y que la generación histórica muy pronto será desplazada por nuevos y pragmáticos líderes que la profundizarán. El éxito de la China de Den Xiaoping flota en el ambiente.  

    Raúl Castro ha dicho:

“Por ley de la vida el VI Congreso será el último de la generación histórica”

    El sucesor no oculta sus temores. Y aunque para calmar ansiedades repita que las reformas sólo buscan “modernizar el socialismo, no abolirlo” siente que todo está en juego y que la imperiosa necesidad de elevar la productividad, elevar la eficiencia y erradicar el estatismo  será una indetenible locomotora. Con inusual dramatismo, el parco Raúl ha colocado el problema en términos dilemáticos:

“Rectificamos o el esfuerzo de generaciones enteras se hundirá”. “Cambiar o morir: dilema de 2011”

El plan enfatiza la  ampliación del sector privado, la reducción brutal de las abultadas nóminas, eliminación de subsidios, la reforma tributaria y fiscal. Las medidas anunciadas o en ejecución son de una drasticidad terrible. Es una terapia de shock que deja muy atrás todo lo que se le reprochó a los programas latinoamericanos de ajuste.  De la manera más edulcorada posible lo dijo Raúl en diciembre de  2010:

    “Si mantenemos plantillas infladas y pagamos salarios sin vinculación con los resultados no podremos impedir que los precios se desborden….algunos analistas calculan que el exceso de plazas sobrepasa el millón”

    Y efectivamente la masacre comenzó en enero  en la Industria Azucarera, Agricultura, Construcción, Salud Pública y Turismo. En 2011 desaparecerán 500.000 empleos. La cifra llegará a 1.300.000 (¡25% del total!) ¿Adónde irán los cesanteados? Respuesta: al sector privado. En cinco años el 50% de los cubanos trabajará en él. En la Cuba de Raúl la palabra de orden es “privatización”, no “estatización”. Algún muy tímido resultado llama la atención:

“Varios agricultores privados gozan ya de cierta prosperidad relativa, como se evidencia en sus cuentas bancarias, automóviles, neveras, televisores, teléfonos”  (1)

    Por otra parte, nada indica que la metamorfosis será indolora. A los despidos se unen la eliminación de comedores populares, subsidios,  y rubros de la libreta. La irritante dualidad monetaria no podrá abandonarse mientras el peso no se acredite, lo que depende de una mayor productividad. Típico círculo vicioso. Será difícil que no haya reacción.

    Para capear el temporal, Raúl se sigue rodeando de gente muy fiel. El último cambio ministerial es revelador. El

1.Yáñez, Arencibia y Benemelis, Cubanálisis el think-thank

 

poderoso Ramiro Valdés salió de Informática y Comunicaciones. No obstante, la medida es tan ambigua como ambigua es la relación entre estos dos personajes: Valdés supervisará varios ministerios. Un raulista probado, el general Medardo Díaz Toledo, lo sustituye, y otro, René Mesa Villafaña, desplazó en el ministerio de la construcción a Fidel Figueroa de la Paz.

             Comentario final

● La economía cubana no tiene salida dentro del modelo fidelista. Se impone una apertura similar a la de China

● El sector privado ha crecido aunque en términos muy insuficientes, pero Raúl se ha encadenado a esta posibilidad, acompañándola con una creciente descentralización, en tímido conflicto con el viejo paterno-centralismo de cinco décadas

● La generación histórica no está a la altura de un cambio  que incluso podría llevarse a sus autores. El deslizamiento del poder hacia generaciones más pragmáticas está en marcha

● Los cambios han agudizado la lucha en el partido. Hay rechazo a la identificación de socialismo y estatismo. Crecen las condenas a la burocracia

● Europa y EEUU se mueven con cautela; el triunfo republicano en EEUU podría frenar medidas que quizá favorecerían el cambio. El ALBA no es el futuro sino un inevitable presente 

●Raúl es el verdadero jefe. Fidel está al margen, pero ambos son  ancianos de salud resentida. 

● Las negociaciones entre la iglesia cubana y Raúl pudieran esconder más de lo que han exhibido. Las reuniones parecen implicar al Vaticano, desde las conversaciones efectuadas en Roma con el vicepresidente de Cuba, José Ramón Machado Ventura.

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