El cachorro se transformó en zorro
La derrota sufrida en Mar de Plata, Chávez quiere ocultarla y, si se lo permiten, transformarla en victoria. El comandante llegó al balneario sureño convencido de que su verbo encendido y su fuerza volcánica torcerían la voluntad de los mandatarios que se resistían a dar por cancelado definitivamente el debate sobre el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), y los convencería de asumir con entusiasmo la creación de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). Esta vez la intuición le falló. El trabajo de su canciller Alí Rodríguez no resultó suficiente. El Gobierno no logró convencer a ningún país de acompañarlo en esta disparatada aventura. Cuba, su peregrina compañera, no tiene ninguna importancia comercial, y, además, Fidel Castro no estuvo presente para aplaudirle la gracia. La votación final reflejó la debacle del comandante: 29 países del continente se pronunciaron a favor de continuar las discusiones sobre el ALCA; los signatarios de Mercosur mostraron reservas, pero sin desechar la idea. Finalmente, Venezuela -que se oponía de manera tozuda- para no quedar más sola que la una, tuvo que plegarse al grupo de los escépticos. ¡Qué pena!, luego de haber guardado un minuto de silencio junto a Evo Morales y Diego Armando Maradona por el sensible fallecimiento del acuerdo, en un acto pintoresco en el que se incitó a la violencia y que terminó, como se esperaba, en disturbios, tener que tascar el freno y admitir que el ALCA era como Lázaro, un cuerpo que había renacido después de estar en la tumba. Demasiada afrenta para el autócrata. Estaba obligado a evitar por todos los medios que lo que se recordara de la Cumbre fuese su humillante fracaso.
La oportunidad para encubrir la debacle la encontró en Vicente Fox, el presidente mexicano. Armar una reyerta de barrio con el jefe de Estado extranjero le permitía tender la cortina de humo que buscaba manufacturar. Fox había asumido el liderato de los países que quieren continuar explorando las posibilidades de estructurar el ALCA sobre bases más justas que las actuales. A México le ha ido muy bien desde que firmó con Estados Unidos y Canadá el tratado de libre comercio con esas naciones. Sus exportaciones se han multiplicado exponencialmente, al tiempo que las inversiones extranjeras han fluido masivamente hacia ese territorio. Entonces, ¿por qué no ampliar las oportunidades para los productos mexicanos en otras regiones? Con Fox, Chávez no puede emplear el mismo método que le aplicó a Hipólito Mejías y que ahora emplea con Leonel Fernández, actual mandatario de República Dominicana. México no es susceptible al chantaje ni a las amenazas del neosocialista. El comandante puede comportarse como un tirano con las naciones pequeñas a las que subsidia con petróleo y con las que ejerce una suerte de subimperialismo. Pero ese no es el caso del país de los charros. Allí se produce crudo en abundancia y no requiere de los auxilios de un personaje de manga tan ancha como el gobernante venezolano. México no necesita que el Gobierno de Chávez le compre bonos de la deuda externa, ni le subvencione el petróleo, ni le dé dádivas de ninguna naturaleza. La relación entre la nación azteca y el Gobierno de Chávez es entre equivalentes, con la pequeña diferencia de que México es un país mucho más desarrollado y autosuficiente que la Venezuela de la revolución bonita.
Lo que no pudo hacer República Dominicana, ni Costa Rica, ni ha querido hacer Colombia, que es poner al hombre de Sabaneta en su sitio, lo hizo Vicente Fox, un empresario de mentalidad liberal exitoso, que llegó a la presidencia de la República como abanderado del Partido Acción Nacional (PAN), débil agrupación que lentamente fue creciendo hasta disputarle el poder y desplazarlo de allí, nada más ni nada menos que al todopoderoso Partido de la Revolución Institucional (PRI). Desde la Presidencia, Fox profundizó las reformas económicas liberales iniciadas por Salinas de Gortari y continuadas por Zedillo. Esa política de Estado ha colocado a México en el camino del desarrollo. En la actualidad se encuentra, junto a Brasil y Chile, entre las economías más prósperas del continente. ¿Puede decirse lo mismo de Chávez, a pesar de la montaña de petrodólares que ha recibido?
Hay que deplorar que este conflicto de Chávez con Fox repercuta negativamente en las relaciones con una nación con la que Venezuela ha tenido tradicionalmente relaciones tan cercanas. Además, ese impasse muestra hasta dónde ha llegado el deterioro de los órganos del Gobierno. En un momento parecía que las cancillerías habían logrado atemperar e, incluso, resolver el clima enrarecido entre Caracas y Ciudad de México, luego de las altisonantes declaraciones del mandatario venezolano. Sin embargo, Chávez no tolera que ningún colaborador cumpla con las funciones que le corresponden, sobre todo si ello le resta protagonismo. Por eso, después que Alí Rodríguez había dado pasos firmes para resolver política y diplomáticamente en conflicto, Chávez arremetió de nuevo contra Fox en el Aló, Presidente del domingo 13 de noviembre. Con esta actitud dejó en la estacada la labor de su Canciller, que ahora quedó para balbucear alguna respuesta improvisada.
También hay que lamentar que a escasas tres semanas de las elecciones parlamentarias, el país no se esté ocupando de hacerle un juicio al Gobierno por el desastre que ha provocado en todos los terrenos, sino que estemos atendiendo el problema con México. Otro efecto perverso de la disputa con el país del norte reside en que oculta la gravedad del caso Ánderson. El Fiscal Isaías, y mucho menos Nicolás Maduro, convencen a nadie con la tragicomedia que han inventado. Existe la firme sospecha de que todo el entramando urdido por el “poeta”, a la que se ha sumado el “zar” de la Asamblea Nacional, busca encubrir los verdaderos autores del asesinato. Producto de la distracción, la farsa no esta perjudicando al Gobierno. Lo bueno se encuentra en que el país está viendo cómo el cachorro se convirtió en agresivo zorro.