Opinión Internacional

El amigo Marulanda

Desde el año 2002 nadie ha visto a Manuel Marulanda, pero de sus crímenes y atrocidades terroristas saben todos en Colombia. De este hombre conocemos tan poco en este lado de la frontera, que nos hemos vuelto terreno fértil para que desde el mas gobierno soslayen sus tropelías para vendérnoslo como un constructor actual de la paz colombiana y un prominente agente humanitario. No caben en este corto escrito todos los horrendos crímenes que se le imputan al jefe guerrillero que desde hace al menos 40 años se ha dedicado a sembrar de duelo al país a través asesinatos y torturas perpetrados, en ocasiones, en cabeza de dirigentes políticos, pero las mas de las veces en contra del propio pueblo colombiano representado en hombres humildes y en campesinos.

La guerrilla de las FARC a cuya cabeza estratégica, politica y militar ha estado Pedro Antonio Marín- su verdadero nombre- se nutre de jóvenes y niños que sus agentes armadas reclutan por la fuerza a todo lo largo y ancho del país. A estos entregan un fusil como arma de trabajo y los obligan, bajo amenaza, a alistarse en las filas del negocio del narcotráfico, el medio que surte de recursos al movimiento guerrillero insurgente. Alzados en armas en contra de los gobiernos de Colombia, han tomado el camino de la revolución armada para propugnar un cambio a costa de sembrar a Colombia de desolación, muerte y miedo.

El comandante Marulanda es responsable de la creación de la industria del secuestro en Colombia. Gracias a la práctica de una de las formas de tortura más inhumana que pueda existir, las FARC han enlutado multitud de hogares colombianos y han propagado el terror a lo largo de las cuatro últimas décadas. Su connivencia con el hampa común ha fortalecido esta forma delincuencial y criminal de actuación y hoy se cuentan por miles los colombianos que mantienen dentro de sus redes en las selvas como “prisioneros de guerra”. Comerciante de seres humanos y bajo el mando de Tirofijo, la guerrilla mantiene a sus indefensos compatriotas, a veces por años, como un botín para ser canjeados a cambio de dinero o de derechos políticos. La reciente y triste fotografía de Ingrid Betancourt presentada al mundo como su “Fe de vida” es la demostración palpable de lo que Marulanda, sin vergüenza alguna y de cara a la humanidad, es capaz de urdir.

Y no menciono el efecto que esta guerra contra el campesinado ha provocado en el interior del país colombiano. Mas de 3 millones de labriegos han abandonados sus campos y las ciudades rurales en medio de la zozobra y la inseguridad, para hacinarse en las grandes ciudades donde solo encuentran aislamiento, miseria e insalubridad.

Este horrendo criminal, narcotraficante y terrorista es Manuel Marulanda… A ustedes de juzgar a quien beneficia esta curiosa amistad.

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