Opinión Internacional

El acertijo de la Esfinge

Según la mitología, la esfinge de Giza, es un monstruo con cabeza y pechos de mujer, cuerpo de león y alas de águila. Según la leyenda, el que pasaba ante ella, ésta le proponía un acertijo y al que no lo resolvía lo devoraba.

Antes de cualquier análisis de lo que acontecerá en Egipto, debemos formular un acertijo, no solo a los Estados Unidos, sino a la ONU, a los países de la UE y otras instancias internacionales con presencia en ese país: ¿Durante los 30 años de férrea dictadura de Mubarak, por qué no actuaron a favor de la democracia y los Derechos Humanos? ¿Por qué no se midió con anticipación el riesgo de la democracia en Túnez y Egipto, en vez de medir el riesgo país cuando masas empobrecidas y humilladas por unos déspotas sin escrúpulos exigen libertad y democracia? Ese mismo riesgo lo padecen desde hace muchos años Argelia e Irán, sin mencionar otros países africanos o latinoamericanos, a sabiendas que los pueblos, cuando no tienen nada que perder, se convierten en detonantes. Las respuestas vendrán acompañadas con el pragmatismo estratégico de los especialistas empuñando el escudo de la realpolitik, entre otros argumentos. Pero la razón de fondo de esta ceguera inducida, es que muchos gobiernos se han convertido en vasallos de sus corporaciones, negociando sus valores éticos a cambio de jugosos contratos, en especial con dictadores. Muchas de esas transnacionales no obedecen a Estados, ni tienen límites geográficos, ni soberanías, ni parlamentos, ni contralorías. Todo lo contrario, dominan los lobbies internacionales a su antojo. Hoy en día, algunos de los negocios más jugosos de las megacorporaciones de armamento, tanto norteamericanas y europeas, tienen como clientes a los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Libia, Egipto y Marruecos.

El acertijo de la plaza Tahir

Durante los primeros días de levantamiento en la plaza Tahir, la principal preocupación de Occidente, se centraba en el alza de los precios del petróleo, debido a que Egipto controla el Canal de Suez y el oleoducto Mediterráneo, donde a diario, por ambos, pasan 3 millones de barriles, lo que produciría un efecto demoledor en la vapuleada economía occidental. Uno de los más desconcertados fue el gobierno norteamericano, al ver tambalearse a uno de sus más poderosos aliados en la región, luego vinieron las clasificadoras de riego, seguidas de las tímidas opiniones de algunos países europeos. Mientras, los analistas financieros centraban la discusión en la caída de las bolsas de los países árabes y el efecto en las operaciones bursátiles de Occidente, donde las mejor cotizadas son propiedad de las megacorporaciones de armamentos.

Egipto, ha negociado este año, 1.3 mil millones de dólares en financiamiento de los Estados Unidos para comprar armamento a corporaciones de ese país. Durante 30 años, junto a los gobiernos europeos y las megacorporaciones a su servicio, habían negociado sumas similares con un solo hombre, el dictador Mubarak y su claque militar. No se trata sólo de EEUU, lo mismo hace Francia e Inglaterra con Gadafi o los capitales internacionales de más de 200 corporaciones multinacionales que se entienden y hacen negocios directamente con Chávez y sus militares. Hay que destacar, que 18 estados miembros de la Unión Europea, vendieron armas a Egipto por valor de 75,7 millones de euros en 2009. Los vehículos, el gas y el aparataje antimotines que el régimen usó en los primeros días para arremeter contra la población, era “made in USA” y países de la UE.  A las megacorporaciones, así como a los gobiernos que de ellas se benefician, les tiene sin cuidado la destrucción de la naturaleza, la demolición de las democracias o los derechos humanos de los ciudadanos de los países que explotan junto a sus socios locales. Rusell Mokhiber y Robert Weissman en su libro “Corporate Predators” afirman que las corporaciones multinacionales son más poderosas que las democracias. Cincuenta de las cien más grandes economías del mundo son corporaciones, no son países. Promovidas y protegidas diplomáticamente por las potencias mundiales, constituyen una forma de neocolonialismo. Armadas con la espada del neodarwinismo financiero lo dominan todo, no sólo la economía global, sino la política de las naciones, tiene el poder de comprarlo todo y a todos, produciendo Frankesteins a su servicio, sustentando sus gobiernos a toda costa, para manejar y repartirse sus megaganancias.

Por todo esto, podemos afirmar junto a Nicholas Murray Butler, Presidente de la Pilgrim Society y miembro del Council on Foreign Relations: «El mundo se divide en tres categorías de personas: un muy pequeño numero que produce acontecimientos, un grupo un poco más grande que asegura la ejecución y mira como acontecen, y por fin una amplia mayoría que no sabe nunca lo que ha ocurrido en realidad». Aplicando esta frase a Egipto, podría convertirse en una irónica realidad ya que, luego del alzamiento popular que dio fin a 30 años de dictadura, quienes ha asumido el mando de la nación es un Consejo Militar, compuesto por los mismos miembros del aparato gubernamental que usufructuó el poder y sus negociados todo ese tiempo.

La esperanza de que la llama de la libertad se mantenga viva en la plaza Tahir, así como en otros países azotados por dictadores, dependerá en parte, de que los gobiernos de occidente y sus diplomáticos actúen decisivamente, ayudando efectivamente a la democracia y no con la actitud que muchos han asumido hasta el momento, la de vendedores de Tupperware.

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