Dos candidatos para las diversas Francias
Hace cinco años, cuando del líder radical del Frente Nacionalista Jean-Marie Le Pen pasó a la segunda vuelta electoral de Francia sonaron campanas de advertencia en un país en el cual se agudizaban claros síntomas de discriminación y antisemitismo. De hecho gobierno de Chirac se despide del poder luego de una gestión caracterizada por la ira y el hastío de millones de inmigrantes y sus hijos – en su mayoría árabes y musulmanes – que al igual que obreros y estudiantes, organizaron frecuentes revueltas y masivas protestas.
El “fenómeno Le Penn” – quien en esta elección también tuvo una importante votación – revela como los dos partidos que han compartido el poder desde que De Gaulle fundó en 1958 la V República, han perdido fuerza acrecentando el poder de políticos más radicales, ya que el escepticismo de una Francia multicultural y prospera se va desvaneciendo ante los ojos de sus ciudadanos.
A los franceses – como a toda nación – no les gusta que los perciban como racistas y ante el crecimiento del vandalismo xenófobo, sus partidos tradicionales ofrecieron a dos candidatos que no podían ser más “políticamente correctos” en su origen, para mejorar la imagen ante sí mismos y ante el mundo: una mujer nacida en la ex colonia de Senegal, en la ciudad de Dhakar – Segonéle Royal – liderando a los socialistas; y el hijo de un aristócrata húngaro y de una madre judía griega – Nicolás Sarkozy – como representante del oficialismo.
Francia sigue apostando a la moderación, pero la falta de entusiasmo que consolidase un clara ventaja a uno de los candidatos demuestran que muchos esperarán del futuro presidente gobierne con mucha autoridad a una sociedad fragmentada en clases sociales, grupos étnicos, minorías religiosas y sobre todo, temores. ¿Será Segonéle – cual soberana real – o Nicolás – cual Zar, como sugieren sus nombres?
